Jesús Perera celebrando un gol con el Mérida A.D. Foto: Mérida A.D.
En poco menos de una hora, Jesús Perera (Olivenza, Badajoz, 1980) asistirá a un concierto donde todos tendrán voz. Se encontrará con miles de gargantas en la Basílica de Santa Eulalia y en la Plaza de España, donde se reunirán los aficionados del Mérida A.D., eufóricos por el ascenso de su equipo a Segunda B tras superar al CD Laredo en la eliminatoria de campeones. Pichichi de Tercera con 23 goles (uno más que Willy, del Extremadura U.D.), el delantero extremeño tiene la paciencia de atentar a Cronómetro de Récords pese a no tener buena cobertura en el móvil en el autobús del equipo. Apodado Bota de Oro en su periplo en el Celta, Perera ha sabido tener siempre los pies en el suelo, siendo un notable suplente y también asumiendo los galones, como ha hecho en el Mérida A. D. El ascenso no se entiende sin su tesón y desequilibrio.
—¿Ascender es una liberación para un futbolista?Es una forma de liberarse de la tensión de todo un año, de lo que has luchado. Compruebas que tanto sacrificio merece la pena. Sí, podríamos llamarle liberación. —Has vivido tres ascensos, con Albacete, Celta y Mérida. ¿Con qué te quedas de cada uno?Cada uno es especial y diferente. Saben igual. Sí que es verdad que los otros fueron de Segunda a Primera, y éste, de Tercera a Segunda B, pero no deja de ser tan importante, o más, que los otros. —¿Cómo ha vivido el del Mérida? Saliste ayer al final por Toni. Estabas un poco lesionado. En la ciudad estaba muy presente el recuerdo del año pasado, cuando el equipo se quedó con la miel en los labios. En el partido de ida vimos que éramos superiores al Laredo. Por lo que me toca a mí, salí cuando el míster lo creyó oportuno e intenté ayudar al equipo para conseguir el tan ansiado ascenso. —¿Cómo lo habéis celebrado?Estamos en ello todavía. Ayer cenamos en el hotel el equipo y la directiva. Estamos deseando llegar a Mérida para festejarlo con nuestra afición y con la gente de Mérida. Nos alegramos muchísimo por ellos. El año pasado se quedaron muy cerca y, personalmente, me alegro por los familiares y la gente que está con nosotros en el día a día. —Tuviste problemas con las lesiones, te costó marcar... ¿Hasta qué punto fue importante para ti el partido contra el Deportivo Pacense? Te estrenaste con tres goles. Después de 17 años fuera de mi tierra, empezaba una nueva etapa vital y profesional para mí. Sí que es verdad que me costó marcar, me afectó la lesión en la costilla... A partir de ese partido cambió todo. Ahora me salen las cosas de otra manera y me siento con mucha más confianza. A partir de entonces todo ha sido mucho más fácil. —¿Cómo trabaja la confianza un delantero?Como lo he hecho siempre, a base de trabajo, constancia, sacrificio y profesionalidad. Siempre me he considerado un jugador profesional y honrado en mi trabajo, y lo que he conseguido ha sido también gracias a los compañeros. —¿Te han puesto algún apodo en Mérida? En Vigo te bautizaron como Bota de Oro.Sí que es verdad que en Vigo me llamaban así. Quizás en tan poco tiempo, en Mérida no les ha dado tiempo a ponerme un apodo. Estoy contento por el trato que me ha dado la afición todo el año. He intentado devolvérselo con mi trabajo y cuando he podido, con goles. —Hubo quien pensó que tu paso del Nàstic, entonces en Segunda B, a jugar con el Mérida en Tercera, era un paso atrás. Muchas dudas. Sí que lo escuché. A lo mejor con mi edad venía aquí a pasearme. Lo escuché muchísimo. Al final uno hace lo que lo ha hecho durante toda su vida, que es, como te he dicho antes, trabajar y ser honrado. Al final siempre te recompensa. Espero haber convencido a los que tenían dudas sobre mí. —Siempre me has parecido un jugador superviviente. Lo digo, por ejemplo, por tus etapas en Rayo y Celta. Es muy difícil ser un buen suplente. Hombre, a lo largo de 17 años uno vive de todo. Vives ser el protagonista, como lo he sido durante muchos años, y otras veces me ha tocado ser menos protagonista y asumir un papel que quizás a uno no le gusta. A veces [ser suplente] es tanto o más importante que ser titular y, bueno, cuando te toca ser protagonista hay que llevarlo de la mejor manera, igual que cuando no lo eres. —El vivir los dos extremos, ser Pichichi de Segunda y de Tercera, y el jugar poco, pero bien como en Vigo, ¿te ha enseñado a ser más humilde en un terreno de juego?La humildad es una cosa con la que naces. Desde pequeñito mi familia me enseñó unos valores. Seas o no futbolista, siempre tienes que ir con la humildad por delante. —¿Cómo actúa uno cuando no le acaban de dar las oportunidades que se merece? Al final, uno tiene siempre, más o menos, lo que se merece. Si las cosas no mal como quieres, te toca seguir trabajando. El fútbol y la vida siempre te dan oportunidades. —¿El goleador nace? ¿Aprende? ¿Tiene un instinto especial?Siempre me he considerado un jugador listo e intuitivo. También se trata de conocer mucho a tus compañeros y saber dónde la van a poner. Puede que haya tenido instinto durante mi carrera. —¿En esta temporada en Mérida has sido más listo que en otras? ¿Has mejorado en algo?Simplemente he intentado disfrutar al máximo del fútbol. Sé que cada vez queda menos. Tengo ya una edad... No tengo 20 años. Lo que intento es disfrutar el día a día, y sobre todo de momentos como un ascenso. —¿Cómo ha sido volver a tu tierra después de tantos años? Saliste de la cantera del Badajoz. Después de 17 años, de tener una carrera bonita, llega un momento en el que tienes que tomar decisiones y opté por volver a Extremadura. Se me presentó la oportunidad de jugar en Mérida. He acertado. —Y más en un club que paga al día, que cada vez tiene más seguidores y que no para de moverse. En en el Romano se congregan entre 4.000 y 5.000 espectadores... Si te digo la verdad, no fui a jugar a Mérida por un tema económico. En Tercera, donde, ni mucho menos, vas a hacer dinero. Dentro de la categoría nosotros estamos al día, pero decidí venir aquí porque me gustaba el fútbol y, como le he dicho a mis compañeros, quería devolver al club al lugar que se merece. No es fácil tener detrás a 4.000 personas cada 15 días en el estadio. —Estuve viendo ayer vuestro documental Campeones [con motivo de la primera plaza del Mérida A.D. en el grupo 14 de Tercera División]. Sabía que uno de los momentos clave de la temporada fue el gol del empate, de Mansilla en el último minuto, ante el Extremadura. Desconocía lo que os sucedió en otro campo, en el que os apagaron las luces estando todavía en el campo y vuestra afición sacó los móviles y los movió de un sitio a otro. Luces en la oscuridad. Fue en el Nuevo Vivero, de la primera vuelta. Ganamos 0-2 el derbi regional ante el Badajoz]. Apagaron las luces cuando estábamos celebrando con nuestra afición la victoria. Fue bonita la reacción de la afición. —Parecía un concierto. ¿Es de las cosas más grandes que has vivido como futbolista?Por suerte, he vivido muchísimas cosas grandes, aunque ésa es de las más recientes. Fue perfecto porque ganamos al máximo rival y en su estadio. Aunque resultó una anécdota, más que nada. —¿De qué delanteros has aprendido más?Afortunadamente, he jugado con buenos compañeros y me he enfrentado a muchos buenos futbolistas. Siempre me he identificado mucho con Raúl [González], que reúne todos los valores del deportista y del profesional. Me he fijado mucho en él para aprender. —También has jugado con Dani Güiza y con Albert Luque. Me quedaría con Diego Tristán, además, es gran amigo, ¿sabes? Prefiero quedarme con él. —Diego Tristán es, con diferencia, el delantero español con más clase que he visto nunca. Como hay muchos, todo el mundo puede opinar. Lo bueno es que tenemos muchos delanteros y muchos buenos nacidos en España.—En los últimos años, desde su marcha de Vigo, has cambiado mucho de equipo. ¿Seguirás en el Mérida la temporada que viene?De mi casa, de Extremadura, ya no me muevo. No sé si seguiré en Mérida o no. Eso ya no dependerá de mí, aunque no es momento de hablar de eso. —Estabas en el campo con el 1-2 de Alonso ante el CD Laredo, pero... ¿Cómo viviste en el banquillo el primero, de Joaqui Flores?Teníamos el partido controlado y dispusimos de varias opciones antes de marcar antes del gol de Joaqui. Ese tanto fue, la verdad, una liberación y una alegría. Era el 0-1 y nos ponía muy cerquita del objetivo.