José María Bravo Fernández, el último gran 'as' de la República El pasado 26 de diciembre murió a los 92 años José María Bravo Fernández, el as de ases de la aviación española de todos los tiempos. Se le considera el piloto de caza que ha logrado más derribos de aparatos enemigos en la historia de la Aeronáutica militar española.
Hijo de una familia de la burguesía ilustrada madrileña, José María Bravo se educó en la Institución Libre de Enseñanza. En 1936 José María era un joven ingeniero con alguna experiencia de vuelo, que al fracasar el golpe de Estado militar del 17 de julio y ser disuelto el Ejército rebelde por el Gobierno legítimo se presentó inmediatamente como voluntario para integrarse en las incipientes Fuerzas Aéreas de la República Española.
Bravo recibió formación como piloto de guerra en la URSS, y a su regreso a España pilotó el mítico Polikarpov I-16, llamado Mosca a causa de las iniciales que venían grabadas en ruso en las cajas que contenían las piezas desmontadas de los aeroplanos: "Movska", aludiendo a Moscú, donde eran fabricados. José María Bravo se convirtió rápidamente en la figura más relevante de la aviación gubernamental. Su liderazgo y carisma le llevaron a una fulgurante carrera militar, participando con sus escuadrillas de Moscas en las batallas de Levante y Ebro y en la retirada de Catalunya. A los 22 años fue nombrado jefe de la unidad aérea más importante de la aviación republicana. Se le reconocen 23 victorias individuales, 7 colectivas y 12 de escuadrilla.
Tras la derrota Bravo se exilió en Francia primero, donde estuvo detenido en el campo de concentración de Argèles sur Mer, y más tarde en la Unión Soviética, donde participó activamente en la lucha contra los invasores nazis, primero en una unidad guerrillera y luego como piloto de caza. En la URSS alcanzó el grado de teniente coronel. Años más tarde, en 1960, regresó a España.
En sus últimos años desplegó una gran labor en la Asociación de Aviadores de la República (ADAR). Entre otras actividades impulsó el rescate de un Mosca localizado en Nueva Zelanda, que fue adquirido y reconstruido en España bajo su supervisión por la Fundación aeronáutica Infante de Orleáns. Escribió un interesantísimo libro de memorias, "El Seis Doble", y en marzo de 2005 con 88 años, volvió a pilotar un Mosca. El gobierno español le reconoció hace unos años su grado de coronel del Ejército del Aire.
No en la tierra, sino entre nubes descansa ya nuestro mejor piloto.
En la fotografía, un asistente afeita a José María Bravo en un aeródromo desconocido, junto al aparato que pilotaba el as republicano (obsérvese el seis doble pintado en el timón de cola).
El aparato que AVENTURA EN LA TIERRA usa como distintivo es, precisamente, un Mosca como el que pilotara José María Bravo.