Revista Arquitectura

Josep Llobet: una casa en la costa catalana 2/2

Por Jaumep

Josep Llobet: una casa en la costa catalana 2/2

     Cuando laarquitectura se construye deja de ser un ejercicio abstracto. Está en funciónde unos materiales, de unas técnicas, de cómo el edificio responde a un medioambiente concreto.    En el artículoanterior he hablado de la casa en la costa catalana como si esta fuese unamaqueta. Y, simultáneamente, he dicho que la casa es sensacional. Si lassensaciones nos entran por los sentidos, por lo que podemos ver y tocar, estonos relaciona directamente con unos materiales, con unas técnicas que hanposibilitado que este esquema se perciba de un determinado modo y no de otro.Es esto lo que nosotros percibimos como casa, y es esta pátina superficial, dela materialización, de lo que la sustenta, de lo que me ocuparé de ahora enadelante.    Preguntado Llobetpor la dificultad de imponer a los propietarios una casa de hormigón, éstesonrió: “fueron ellos quienes me lo propusieron”; tenían perfectamente claroqué sensaciones querían. A partir de allí, el oficio, y, sobretodo, lainspiración (toneladas de inspiración) del arquitecto trabajan, torturan, mimanel material y lo conducen hacia lo que éste quiere transmitir. Josep Llobet: una casa en la costa catalana 2/2   La casa se haconstruido con muy pocos materiales: hormigón, zinc, diversas calidades decristal, madera, piedra natural, acero cor-ten. Yeso. Poco más.    La casa quedadominada por el color gris de los materiales escogidos en bruto. Los escasoscolores que hay son de otros materiales dejados en bruto. Está muy bienconstruida, y la dialéctica entre el aspecto rocoso, mineral, baso de losmateriales y el refinamiento de las técnicas le da una vibración especial. Lacasa tiene un contraste muy fuerte entre su percepción cuando la miras des delexterior y cuando estás dentro, donde la mirada queda reposada, menos tensadonde las sensaciones son de una tranquilidad total.    El hormigón setrata en bruto, crudamente, como un material basto. Parece que se exprese através de sus cicatrices, de vibrados deficientes, de juntas frías aparentementedescontroladas. Nada más lejos de la realidad, por las razones antesmencionadas. Josep Llobet: una casa en la costa catalana 2/2   El zinc está pocopatinada. Cuando visité la casa ya llevaba un cierto tiempo construida yfuncionando, y la cubierta había adquirido una pátina superficial interesante,que había dejado de un gris ceniza toda la cubierta. Josep Llobet: una casa en la costa catalana 2/2   Se usa una piedracaliza oscura, madera cruda en los muebles empotrados y algunas divisorias(pintada en las puertas), hierro oxidado y diversas calidades de cristal.   El hormigón seencofra con madera, mayoritariamente. El encofrado es relativamente regular, demanera que tiene textura pero no relieve. Hay muros que están hechos en unasola puesta y las irregularidades del vibrado son una textura más.

   Como si fuese unacasa descrita por Michael Ende en la Historia Interminable, esta casa parecetener una medida diferente por dentro que por fuera. Los muros son de hormigónpor dentro y por fuera, y los que dan al exterior están aislados térmicamentemediante placas de aislamiento térmico de una cierta rigidez embebidas dentrodel muro. Cuando éste tiene continuidad entre el interior y el exterior puedeproducirse una diferencia de grueso que, además, coincide con alguna ventana.Los lucernarios se definen en forma de embudo. Las cajas de persiana estánembebidas en el propio muro. Josep Llobet: una casa en la costa catalana 2/2

   El hormigón, pues,está trabajado con unos encofrados muy complejos, con gruesos, a menudoforzadísimos (llega a tener tan sólo seis centímetros delante de las persianas)y con una plasticidad que le da un carácter casi expresionista. Casi como sifuese un muelle de silicona complicado para hacer pasteles con formasdivertidas para niños. Quizá por este pudor que tenemos a la ornamentación,quizá por este carácter económico que tenemos los arquitectos cuandoproyectamos, ninguno de estos artificios se ha hecho porque sí. Lacontradicción que los gruesos de hormigón imponen a la planta, en lugar deresolverse, se ha usado para producir estos artificios que, a corta y mediadistancia, vibran las fachadas. Como, por ejemplo, la ventana de la cocina,convertida prácticamente en una escultura en contacto con el exterior.

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   El zinc se trabajaa junta alzada, técnica que deja grandes vanos de cubierta con una planeidadconsiderable, con una vibración sutil. Y que marca mucho las entregas, loslímites, donde los detalles necesarios para entregar la cubierta con cualquiercosa (un lucernario, un canalón) destacan mucho.
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   En estascircunstancias, los detalles constructivos, las uniones, las transiciones,marcan la casa. Se trabajan todas ellas exhaustivamente, con precisión, contécnica. Los canalones, la protección del cartón-yeso, los goterones, son de undiseño exquisito. Los lucernarios, los remates de las cubiertas, los vanos deu-glass tienen detalles emocionantes.
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   El edificiofunciona con geotermia: un pozo ubicado bajo la casa (sería bonito pensar quebajo el patio), lleno de grava, aprovecha la inercia térmica del terreno paraprecalentar o preenfriar agua, aire, lo que convenga. Unas placas solaresdispuestas en un vano de la cubierta específicamente diseñado para esto (tanexpresivo, jugando un papel tan parecido al de la caja de escena del TeatroAtlántida) refuerzan el sistema.    Y más: así como lasección de la casa de veraneo de los Smithson se dibujaba por el pozo, la secciónde esta casa se debería de dibujar por el pozo de geotermia, ubicado bajo lacasa. Me divierte pensar que el patio pesa tanto que se termina hundiendomuchos metros bajo el suelo. Que la casa tiene raíces, como un árbol.
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Josep Llobet: una casa en la costa catalana 2/2

   Mil cosas más: elgaraje casi como una sala de estar. El porche de acceso, agradable, sombrío,que juega con las cañas de río del torrente como si éstas fuesen una cortina,con la negación de las vistas al mar, con nuestra posición relativa (porprimera y única vez, mirando la casa), el camino a la puerta de entrada,marcado sutilmente erosionando el pavimento de hormigón.
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   Un episodiodelicioso, inforografiable, indibujable, también, que tanto tiene que ver conlos espacios regalados, una especie de tontería, casi una broma privada elevadaa uno de los capítulos más emocionantes de la casa, que explica tantas cosassobre lo que es: el pequeño baño que sirve a los estares, ubicado en la zonadonde está el lucernario que ilumina la escalera, dispuesto, por tanot, en lazona de más altura de techo de toda la casa. Un espacio de apenas metro veintede anchura por unos dos metros y poco de largo. Por seis o siete metros dealtura. Que pierde el yeso a dos metros y deja una pared de ladrillo vista (laúnica de toda la casa), la luz cayendo desde arriba, la pica del lavabodiseñada por la propietaria con la luz debajo.    El caráctermonacal de las habitaciones, yeso, madera, luz baja de sur, luz cenital denorte, las camas con los cubrecamas tan blancos, fuera la vegetación, el soldonde no estorba. El baño principal con una visual de cuatro kilómetros desdela ducha.
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   Sensaciones.Episodios. La sensación que se ha definido un sistema que no se ha comido lainspiración de los que han colaborado en la casa. La sensación de no poderloexplicar todo, por exhaustivamente que se comenten la composición, las técnicasconstructivas, que se cuenten los procesos, intenciones y regalos que la obraha hecho a los propietarios. La sensación, al final, que la arquitectura tomavida propia y crea un organismo vivo que convoca paisaje, que dialoga con lasobras próximas o lejanas de igual a igual. Y que, finalmente, podrá inspirarotras obras que, con suerte, también matarán al padre.
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