Revista Cine
Josh Brolin, estrella juvenil gracias a su papel de adolescente con sudadera gris y pañuelo rojo en la cabeza en la emblemática Los Goonies (The Goonies, 1985), vuelve a estar en cabeza de los actores más solicitados de estos últimos años, siendo uno de los intérpretes más sólidos del panorama cinematográfico actual.
Su último papel estrenado en España, el del agente de la CIA de dudosa moral en el thriller Sicario (2015), es una demostración más del enorme talento que posee el actor de rudo aspecto, eclipsado durante años por los éxitos de su padre, el también actor James Brolin.
El redescubrimiento de Josh se debió a los hermanos Coen, en 2007, que contaron con él para interpretar al inolvidable Llewelyn Moss en No es País para Viejos (No Country for Old Men) cuando ya contaba 40 años, edad un poco peligrosa para descubrir nuevos talentos en el exigente mundo de Hollywood. Pero a él, la suerte le cambió a partir de ese momento. Entre 1985 y 2007 había intervenido fundamentalmente en series poco relevantes y telefilms, exceptuando su participación en El Hombre sin Sombra (Hollow Man, 2000), de Paul Verhoeven, Melinda & Melinda (2004), de Woody Allen, y el segmento Planet Terror del proyecto Grindhouse, de Robert Rodriguez & Quentin Tarantino.
Su aspecto de cowboy moderno y rostro rudo, propio de los hombres criados en Texas (al igual que le sucede a su compañero y amigo Matthew McConaughey), le ha valido para granjearse la confianza de los directores y del público en general. El éxito, pues, podría decirse que le ha vuelto a llegar merecidamente en un momento en que su madurez personal y la elección de buenos proyectos solo le podía conducir a brillar de nuevo como el profesional que siempre había sido.
Brolin, ensombrecido por la trayectoria de su propio padre, abandonó el mundo de la interpretación en su juventud para dedicarse a la Bolsa, profesión que le sirvió para poder interpretar uno de sus mejores papeles hasta el momento en Wall Street 2: El Dinero Nunca Duerme (Wall Street 2: Money Never Sleeps, 2010), aunque ya hacía unos años que participaba en películas muy consistentes también de argumento, como En el Valle de Elah (In the Valley of Elah, 2007), American Gangster (2007), W (2008, donde hace una estupenda interpretación de George W. Bush), Mi Nombre es Harvey Milk (Milk, 2008), con la que logró su única nominación al Oscar, Conocerás al Hombre de tus Sueños (You Will Meet a Tall Dark Stranger, 2010), y Valor de Ley (True Grit, 2010), otra vez bajo las órdenes de los Coen.
El año 2013 podría decirse que fue uno de los peores de Brolin en su trayectoria profesional impecable hasta el momento (desde que se le redescubrió) ya que, las tres películas que protagonizó ese año, fueron un auténtico fracaso. Así pues, Old Boy, Una Vida en Tres Días (Labor Day) y Gangster Squad: Brigada de Élite (Gangster Squad), no obtuvieron la respuesta esperada de crítica y de público, juntándose con otros problemas personales a los que tuvo que enfrentarse, como su divorcio de Diane Lane (madre de sus dos hijos) y su detención en Nochevieja por pasearse en estado de embriaguez por las calles.
Superado este bache, Brolin vuelve a brillar este año gracias a Everest (estrenada en el Festival de Cannes) y Sicario. En febrero de 2016 se estrena ¡Ave César! (Hail Caesar!), su tercera colaboración con los hermanos Coen. Una comedia centrada en los últimos años de la edad dorada de Hollywood donde forma parte de un elenco en el que destacan George Clooney, Ralph Fiennes, Tilda Swinton, Channing Tatum, Scarlett Johansson, Jonah Hill y Frances McDormand.
El éxito, como decíamos, ha podido llegarle un poco tarde pero no lo suficiente como para que no pueda seguir demostrando, proyecto tras proyecto, que su versatilidad está fuera de toda duda. Su tesón, su buen hacer y su carismática personalidad le han ayudado a no tirar la toalla y a seguir intentándolo. Tres décadas después de debutar siendo adolescente, le ha llegado la hora de ser respetado en serio. Como está inscrito en una insignia de su madre que siempre lleva consigo, “Todo lleva su tiempo”.
A él, sin ninguna duda, su tiempo de brillar como estrella del cine le ha llegado por fin.