Se dice que vuelve el domingo, contra Unión, como la tarde del debut, cuando en pocos minutos demostró que solamente carlo bidón podía ser capaz de mantenerlo afuera del equipo titular durante tanto tiempo.
Para matar la ansiedad, reviví el último partido que jugó Riquelme antes de alcanzar el Nirvana, aquella final de copa contra el Corinthians. Habrá sido una de las peores finales de copa en los últimos cuarenta o cincuenta siglos. Un Corinthians preocupado por marcar solamente a uno de sus rivales, el 10, y un Boca que, como siempre, jugó hasta la mitad.
Solamente le vi un partido peor a Román en todo el 2011/2012, contra Ñuls en la fecha 3 del torneo apertura 2011 cuando no solamente estuvo impreciso como contra el Corinthians sino que además muy errado conceptualmente. Cuando el equipo necesitaba pausa, Román aceleraba, cuando el equipo necesitaba verticalidad, Román jugaba hacia los costados, una pésima noche.
Aún así, contra el Corinthians, jugando muy solo y muy marcado, errando muchos pases, tuvo que ingeniárselas para ser en escasísimas ocasiones el jugador más claro y peligroso de Boca. El Corinthians hizo lo que Brasil en la final de la copa América del 2007, cuando Riquelme consiguió la pelota ante la marca de tres o cuatro brasileros, cortaron con faltas y se predispusieron a defender la pelota parada. En cualquier caso, el juego de Boca fue igual de malo que en el resto de la copa y del campeonato que había ganado en 2011, pero esta vez los obstáculos que compañeros y rivales le presentaron al 10 fueron demasiados.
Ahora, mientras algunos niembristas tienen la soberbia de explicarles a los hinchas quién debe ser el ídolo de Boca, Román se entrena en silencio, con la humildad de siempre. Mientras los gatarritas se quejan de Riquelme porque tiene 40 años y de Paredes porque tiene 18, el 10 asoma como una posibilidad de darle un poco de todo lo que le falta al equipo de Bianchi. Ahora, mientras los antifútbol no saben ya qué decir para negar lo innegable, el rey está a punto de ponerse los botines, y quién sabe si tendrá todavía algo más para dar. El hincha de Boca está feliz.
Román es como el 91 que pasa por Lugano con rumbo a Constitución, así fuesen las 2 de la mañana y le corten la ruta, no para porque va lleno. Ahora que Román está lleno, ¿quién lo para?.
Que se divierta y la pase bien.