Yo digo que las reglas de juego para nuestra sociedad ya están escritas, redactadas y firmadas desde hace años, pero los jugadores no quieren respetarlas. Tanto el capitán del equipo como todos sus jugadores, hasta los utilleros y los espectadores se han obstinado en saltarse todas las reglas y conseguir que este juego sea un desastre total. Es como si hubiésemos apostado en contra nuestra y la goleada que nos están propinando nos fuese a proporcionar grandes dividendos.
Una diferencia entre la locomotora alemana y la tortuga nuestra es, que mientras allí no hay puestos de trabajo debidos a enchufes, aquí las empresas van a media máquina porque los enchufados de turno son un lastre que a veces pesa demasiado. Una diferencia con la dura y tecnológica economía japonesa es que mientras ellos acuerdan celebrar elecciones anticipadas por subir los impuestos sin llevarlo en el programa electoral, nosotros no le exigimos la dimisión a este gobierno podrido por hacer todo lo contrario a lo que prometía antes de llegar al poder. Una pequeña diferencia con nuestros vecinos franceses es que mientras el gabinete de Hollande adopta un código ético y se rebaja el sueldo en un 30%, nuestro presidente, nuestros ministros y demás miembros del partido de gobierno, son la vergüenza mundial por su corrupción y por el enriquecimiento ilícito reflejado en sus cuentas en paraisos fiscales. Una diferencia con los fríos islandeses es que mientras su gobierno protege los ahorros de sus ciudadanos frente a la voracidad de los banqueros, nuestro maravilloso gobierno se pone de parte de los bancos y hunde al pueblo en la miseria. Algo que nos hace diferentes a muchos otros es que a pesar de saber que nos gobiernan los corruptos, los reelegimos y les votamos por mayoría absoluta.
Juego limpio señores, eso es lo que le hace falta a este país.
