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Especial. Cobertura BAFICI 2012
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David escribió el guión y dirigió la película (además encarnó a un personaje secundario) mientras Nathan produjo, se ocupó de la fotografía e interpretó al supuesto padre de la protagonista, a cargo de la contundente Sydney Aguirre. Estas tres personas se cargan al hombro un singular y nada complaciente cuento de hadas, donde una niña rubia y de ojos claros es a la vez víctima y victimaria.
También como el film de Brian Cassidy y Melanie Shatzky, esta fábula retrata a un EE.UU profundo (red neck, especificarán algunos), ajeno al glamour neoyorkino, bostoniano y/o californiano. El fresco incluye una competencia de choques automovilísticos, carreteras extensas, drugstores de paso, casas descuidadas, armas de juguete, un parque de diversiones, escenas de bullying, personajes sin sentido de familia, comunidad ni Estado y un diablo nunca visto pero cuya presencia es permanentemente sospechada.
Kid-Thing desmiente el mito de la infancia inocente sin recurrir al viejo truco de las almas poseídas, pero sí sugiriendo que la (ir)responsabilidad adulta origina inconductas rayanas con la sociopatía (aunque de un modo mucho menos dramático, los Zellner también abordan el tema tratado por Tenemos que hablar de Kevin). Dicho esto, los hermanos norteamericanos nunca levantan el detido acusador ni pretenden señalar culpables; las conclusiones son de nuestra elaboración propia y éste es el mayor mérito de un singular y nada complaciente cuento de hadas norteamericano.