
Sin necesidad de recurrir a una agresiva puesta en escena o detalles visualmente grotescos, el bueno de Damien, que también se ha hecho cargo del guión, nos presenta una historia poco original, cierto, pero bastante bien desarrollada a pesar de su lentitud inicial. Un debut que no se va a convertir en una obra referente dentro del género, pero que después de ver el resultado y de lo que ha sido capaz con elementos tan sencillos, artística y argumentalmente, habrá que visionar, si no todos, alguno de sus cortometrajes.
Este debut no es una película con la que puedas entrar en profundas comparaciones con otras películas de género de mayor empaque y de similares características argumentales dentro del género. De ser así, Killing Ground, perdería la contienda, casi seguro.

Lo bueno que tiene Killing Ground, es la sencillez con la que se nos cuenta una historia que no presume de ser original en ningún momento durante sus redondos y bien distribuidos 90 minutos. La sinopsis bien resumida en poco más de una línea, cuenta con una premisa que tanto por escenificación como por puesta en escena, sobre todo al principio, nos recordará a Eden Lake, dirigida por James Watkins y protagonizada por Michael Fassbender, aunque la obra de Watkins se torna mucho más violenta que la película de Damien, no desmerece en absoluto el resultado de Killing Ground.

La historia mil veces vista y re-vista puede llegar a decepcionar al público curtido en el género. A pesar de ello, a mí me ha mantenido intrigado gracias a la cronología desordenada que tiene el montaje al principio de la película. La manera en que Damien ordena la historia puede que sea un poco confusa al principio, pero muy efectiva en el momento que el espectador empieza a conectar los tiempos pasado y presente.
Killing Ground no deja de ser la clásica historia de la acampada con la típica pareja de novios que se topan con unos lugareños, German y Chook, dos tipos sencillos interpretados con convicción por Aaron Pedersen y Aaron Glenane, dispuestos a hacerles la vida imposible en un juego macabro para Margaret y Ian la pareja de novios interpretados por Maya Stange y Ian Meadows, mientras que supone un divertimento para los ejecutores de el macabro juego.

Totalmente contraria a la gran mayoría de sus competidoras, pero no intenta ser transgresora a nivel visual, más bien emocional. Sí que hay alguna escena violenta, pero nada que vaya a espantar a cualquier aficionado y seguidor del género. Y en esto, recalco, que sin necesidad de ser tremendamente explícita, consigue tensar la cuerda de tal manera que consigue mantener al espectador muy atento a su simple historia con elementos propios del rape & revenge tan característico de los años 70, como I spit on your grave, película de la que se hizo un remake en 2010 y gana por goleada a Killing Ground si hablamos de violencia y escenas explícitas.

En cuanto al ritmo con el que avanza la historia tan poco manida, en la primera mitad, no es especialmente trepidante que digamos, pero consigue con elementos realmente básicos, mantenerte en vilo durante buena parte en la segunda mitad de la película, sin perder un ápice de esa fuerza al llegar al desenlace. Puede ser previsible, pero no por ello menos acongojante.
