Revista Cultura y Ocio

La autocrítica inexistente del América y Ricardo La Volpe

Publicado el 30 diciembre 2016 por Miguelj14
La autocrítica inexistente del América y Ricardo La Volpe
El América no ganó nada en su Centenario. La directiva fue ratificada y la autocrítica no apareció por ningún lado
Si tras la final del Apertura 2016 se mezclaban sensaciones como el desconcierto, el enojo y la incredulidad tras ver cómo Tigres se llevaba una final que América luchó y al final regaló, ahora con la renovación tanto de la directiva como del cuerpo técnico del club americanista está para volverse loco.
Y es que el contexto de la ratificación de Ricardo Peláez y Ricardo La Volpe se da cuando el América terminó su Centenario sin nada. La decisión aparece como si se viniera de un torneo cualquiera, como si el América tuviera nulas posibilidades de avanzar a la Liguilla, incluso como si el América si hubiera salvado del descenso. 
Es evidente que la agenda del club estuvo más que apretada el último mes pero digo, ¿si durante todos los partidos y viajes se jugó de una forma, buscando el resultado para intentar llegar al partido trascendental como la final y que la resolución sea una derrota donde ni el equipo ni el director técnico metieron las manos? Total, situaciones internas de un partido de futbol y ajenas para alguien que no participa en ellas pero fuera de eso, ¿en serio no se puede aceptar que se equivocaron al jugar? 
La autocrítica inexistente del América y Ricardo La Volpe
Lo único que he oído de Ricardo La Volpe es que les robaron la final con las expulsiones y no que él desapareció durante el transcurso en que los amonestados americanistas se paseaban por el campo, lo que desencadenó la expulsión de Rubens Sambueza y posteriormente la de Paolo Goltz - ocasionada por la pelea que el mismo La Volpe provocó al armarse de palabras con el delantero de Tigres, Gignac-. 
Ya ni siquiera una disculpa hacia la afición por parte de los futbolistas –varios de ellos ya descartados e incluso con nuevos compromisos en otros clubes de futbol, como Moisés Muñoz, Rubens Sambueza y Osvaldo Martínez-. Por ahí, sólo el mediocampista William Da Silva fue quien hizo algo semejante. Quizá la decisión de Emilio Azcárraga, dueño del equipo, retener a Peláez y La Volpe signifique que es un equipo –al final Peláez lo trajo como director técnico en el lugar de Nacho Ambriz- y si se deshacían de uno, tendrían que deshacerse del otro para así conseguir un nuevo director deportivo y nuevo director técnico. 
La autocrítica inexistente del América y Ricardo La Volpe
Esto compartía en Facebook tras la final entre Tigres y América. Ahora no coincido del todo con ese comentario. No creo que sea momento para que Ricardo La Volpe de fin a su carrera –aunque confiaba en que de ganar la final, podía apuntalarla e incluso llegar a la Selección Mexicana, donde pienso que el experimentalismo de Juan Carlos Osorio terminará por pasar factura en cualquier momento y qué mejor que La Volpe para entrar en lo que mejor ha hecho: una Selección de futbol dinámico y creativo-, ya que si se ve en dimensión no hizo un mal torneo con América: adaptó una serie de jugadores a los que no eligió para competir de forma digna y llegar hasta una final. 
Sin embargo, en la dirección técnica de sus últimos clubes como Atlante y Chiapas, se separó de ellos en el segundo torneo. Con el primero sin concluirlo y con el segundo al final de la Liga. Nada asegura que no se vuelva a repetir. 
Lo que Ricardo La Volpe tendrá a su favor es la planeación del equipo y el fichaje de jugadores –ya confirmados los porteros Agustín Marchesín, Óscar Jiménez y Christian Paredes-, cosa que no tuvo al entrar al equipo a media temporada. Aunque luce complicado que vuelva a llegar a una final al tener enfrente a clubes con la obligación de ganar el campeonato como Toluca –por su centenario- o Cruz Azul –por la esperanza generada por Paco Jemez-, o bien equipos que las últimas temporadas han desplegado un juego veloz y propositivo como Pachuca o León. Pero, si algo caracteriza el futbol mexicano, es que todo puede pasar.

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