Revista Cultura y Ocio

La Batalla de Cabo Matapan

Por Joaquintoledo

La Batalla de Cabo Matapan

(27-29 marzo de 1941)

Hacia inicios de marzo de 1941, la presión alemana sobre sus socios aliados italianos era grande. Hitler estaba muy decepcionado con los fascistas pues hasta ese momento lo único que ocasionaban eran nuevos problemas en lugar de soluciones. Mussolini por su parte, hacia inicios de 1941 ya no podía ocultar las humillaciones, y reconocía que los portaaviones de la Mediterranean Fleet, le daban a esta una gran ventaja por sobre la Regia Marina. Por otro lado, las reservas de combustible italianas, tras casi nueve meses de guerra, sumaban sólo 800 mil toneladas, habiéndose consumido ya un millón.

Finalmente, la Regia Aeronáutica había demostrado una mediocridad en aumento para vuelos de reconocimiento, exploración y ataque contra las unidades navales inglesas. En efecto, para los nazis resultaba totalmente sorprendente que a pesar de que los italianos contasen con superioridad aérea, no hayan podido acabar con dos portaaviones británicos y unos cuantos Swordfish. Cuando el frente de los Balcanes se abrió y ante el retroceso de los italianos debido a los buenos soldados griegos, Gran Bretaña apoyó mucho a estos últimos en su lucha contra el Eje. Obviamente, con una inminente intervención alemana sobre Yugoslavia y Grecia, Berlín reclamaba cada vez más a Roma que tratase en lo posible de acabar con todos los convoyes que llegaban a los Balcanes desde Alejandría. A cambio, los nazis ofrecían una plena cobertura aérea mediante su Luftwaffe que trabajaría en plena colaboración con la Regia Marina. El almirante Iachino era el comandante en jefe de la flota, y creyó que había llegado el momento de dejar de evitar a la Mediterranean Fleet y hacerle frente de una vez por todas. Su formación decidió avanzar desde las bases de La Speziala-la historiografía italiana niega que algún barco haya partido de este puerto-, Nápoles, Messina, Tarento y Brindisi en dirección al sureste, rumbo a Creta para avanzar en dirección norte y sur de esta isla. La formación septentrional debía avanzar hasta la parte oriental de la isla, mientras que la meridional hasta la isla de Gavdos, ubicada frente a la parte occidental de Creta. Su fuerza consistía en el acorazado Vittorio Veneto de 35 mil toneladas, reparado, nuevo y armado con nueve cañones de 381 mm; 6 cruceros con cañones de 203 mm, 2 cruceros con cañones de 152 mm, y 9 destructores. Todo parecía muy bien, y sea cual sea las unidades que Cunningham ponga en frente, los italianos creyeron que las cosas se verían igualadas con la participación de la Luftwaffe…pero esta nunca apareció…
La RAF, mediante su hidroavión Sunderland, logró avistar a la formación italiana el 2 de marzo a las 12:30 horas a unas 75 millas al este de Sicilia, si bien sólo identificó a tres cruceros. Cunningham fue pronto alertado de este avance y con ordenó a sus tres acorazados fondeados en Alejandría salir cuanto antes. Sin embargo, y tal vez por primera vez durante la guerra, la Regia Marina se anticipó al enemigo y mediante descifradores de mensaje en clave descubrió que la RAF ya sabía que la formación italiana se acercaba a Creta. Iachino, quién creía aún que la Luftwaffe ofrecería su apoyo, y para evitar posibles reprimendas y rencillas entre Berlín y Roma, decidió no dar marcha atrás. Llegó la orden entonces de modificar la operación. Primero, los cruceros Zara, Pola y Fiume, deberían unirse a los otros cruceros italianos a lo largo de Gavdos. Cunningham mientras tanto, decidió desplegar tres cruceros al mando del vicealmirante Pridham-Wippell, para hacer frente a esta amenaza, incluyendo al Orio, el Ajax, el barco australiano Perth, el Gloucester y cuatro destructores. Sin embargo esta formación aliada era un señuelo, pues al ser inferior a la italiana, lo único que buscaron fue atraer a la Regia Marina hacia los acorazados británicos. En efecto, la batalla dio inicio a las 7:22, cuando los barcos fascistas avistaron esta aparente débil formación aliada y abrieron fuego a una distancia de 13 millas. El enfrentamiento duró unos cuarenta minutos.
Iachino, después de esto ordena a sus barcos unirse al Vittorio Venetto en dirección oeste, temiendo un engaño de los británicos. Pridham-Wippell, entonces empezó a perseguir a los buques fascistas. A eso de las 10:58, el Orion avistó al acorazado italiano. El Vittorio Venetto y sus compañeros, invirtieron los papeles otra vez, y se convirtieron en los perseguidores acercándose a la formación central de Cunningham. Hasta el momento los fascistas tenían la ventaja y atacaron con todas sus fuerzas a los buques de la Royal Navy. Pero los británicos sacaron su as bajo la manga y habiéndose enterado de la situación de sus buques al noroeste de su formación, desde el portaaviones Formidable, varios aeroplanos fueron enviados a atacar a la Armada italiana dirigida por Iachino. Por un momento, parecía que la batalla estaba decidida, pero la defensa de la Regia Marina fue formidable y rígida, lo cual no dio ninguna oportunidad a las unidades de la RAF. Todo acabó sin resultados concluyentes. El Vittorio Venetto, así como el Zara, el Pola y el Fiume, abrieron fuego contra la primera formación de los cruceros británicos, los cuales se retiraron dejando sólo una cortina de humo hacia el sureste para unirse con la Escuadra principal de Cunningham compuesta por el Warspite, el Valiant, el Barham, el Formidable y varios destructores más.
Eran las 11:27 de la mañana, y cuando el Vittorio Venetto se percató que se acercaba el grueso de la formación enemiga, da un giro en 180 grados y cambia su dirección violentamente hacia el noroeste. El resto de sus barcos ubicados a su izquierda, optan por tomar la misma dirección. Ahora otra vez los papeles se habían invertido y era Cunningham quién los perseguía. No hubo enfrentamientos un par de horas, debido a que los barcos italianos eran muy veloces. Es por ello que los británicos hacen despegar torpederos desde el Formidable, los cuales se aproximaron casi rosando el agua para evitar las baterías antiaéreas. El Vittorio Venetto fue el primero en avistarlos casi a las 15:30 horas y por tanto abrió fuego. Casi todos los buques italianos obviaron la presencia de muchos bombarderos que también fueron enviados, para así concentrarse en esquivar los torpedos. Uno de estos alcanzó al Vittorio Venetto en la popa generando que entren unas 4 mil toneladas de agua. Las máquinas del buque insignia italiano se detuvieron de inmediato. Sin embargo sus valientes marinos consiguieron salvar al buque, y se dirigieron en una velocidad que fue en aumento rumbo al puerto de Tarento, junto con el resto de la formación que había logrado zafarse del segundo ataque aéreo británico.
A las 19:30, seis aviones de la RAF Albacore y cuatro Swordfish, provenientes en su mayoría del Formidable y algunos desde Creta, atacaron otra vez a los cruceros y destructores de toda la Regia Marina. Sin embargo, una vez más, los italianos se batieron con un denuedo extraordinario utilizando sus reflectores y un fuego antiaéreo muy eficaz que sorprendió a los mismos británicos pues no estaban acostumbrados a una reacción italiana de tal calibre. Pese a ello, los italianos no pudieron evitar que los aviones torpederos dañaran al Pola, un crucero de 10 mil toneladas, si bien en ese momento los atacantes pensaron que se trataba del Vittorio Venetto. Cunningham dio la orden que la batalla continúe pues si bien era difícil atacar durante la noche también lo era para el enemigo defenderse. A la luz de las estrellas duró toda la persecución iluminando los mares y los cielos oscuros, dando origen a un siniestro y a la vez bello espectáculo nocturno. Los radares británicos detectaron un blanco que se quedó por detrás de la formación italiana y se envío a tres buques los cuales prácticamente lo aniquilaron. Se creyó por un momento que se trataba del premio mayor, el Vittorio Venetto, pero al final sólo se trataba del crucero Fiume. El Zara también fue alcanzado y ambos se terminaron hundiendo, debido al golpe de gracia que la Royal Navy les dio a andanadas en plena noche gracias a la ayuda eficiente de sus potentes reflectores. El resto de la flota italiana había hecho todo lo posible por ayudarlos pero para salvarse a sí misma se vio en la necesidad de alejarse.
Lo que realmente sucedió es que los fascistas ignoraban que se acercaba todo el grueso de la Armada británica, y habían intentado salvar al Pola, y es por eso que parte de la Regia Marina se había quedado atrás. Pero como vemos esta buena voluntad les costó a los fascistas dos naves más-el Fiume y el Zara-. Sólo después de este desastre Iachino se percató que lo perseguían todas las grandes unidades inglesas. Obviamente, se percató que lo que se buscaba era hundir definitivamente al Vittorio Venetto, cuyo destino pendía de un hilo. Empero los británicos entendieron que el buque insignia enemigo ya estaba fuera de su alcance, se tuvieron que conformar, como ya hemos dicho, de dar el golpe de gracia al Zara, además de haberse cobrado la vida de dos destructores, del crucero Fiume que se había hundido y el Pola el cual estaba estático y vulnerable. Este último, con su tripulación ebria pues a través del alcohol los marinos italianos intentaron buscar algo de calor tras haber sido empapados al pretender abandonar la nave una vez, para después reembarcarse, se rindió finalmente ante los británicos.
A propósito de este acontecimiento, la historiografía italiana niega que la tripulación se haya emborrachado alegando que no había cantina en ninguno de sus buques o en todo un exquisito bar para abastecer a tantos marinos. Por tanto alegan que sólo se trató de un “mito británico”, para ocultar su frustración al no haber podido destruir al Vittorio Venetto. El Pola podría haberse remolcado hasta Alejandría como trofeo, pero Cunningham temía que la Luftwaffe atacase y por tanto finalmente se le hundió mediante un torpedo del Nubian. Iachino volvió a Italia registrando las siguientes pérdidas: tres cruceros y dos destructores hundidos, el Alfieri y el Carducci. El Vittorio Venetto aún estaba a salvo pero dañado. Además se contaron más de 2 mil muertos. A cambio, los británicos declararon sólo cuatro cruceros dañados y unos cuantos muertos. Obviamente el radar y la presencia aérea de la RAF habían dado la última palabra otra vez.


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