Revista Cine
El 30 de Julio de 1945, a falta de dos meses para el fin de la Seguda Guerra Mundial, el buque de guerra estadounidense USS Indianápolis navegaba hacia la isla de Guam con casi 1.200 tripulantes. Se desconocía que navegaba por la zona, pues acababa de finalizar una misión secreta: transportar la bomba atómica que destruiría Hiroshima hasta el atolón de Tinian, base de operaciones americana. A la vuelta fue interceptado por un submarino japonés, mandando con dos torpedos al crucero americano a los abismos del Pacífico. El Indianápolis se hundió en apenas doce minutos, ahogándose 300 hombres en el acto. Es entonces cuando comenzó una de las historias más estremecedoras que conozco. Sería medianoche cuando el barco se hundió. Los supervivientes lograron mantenerse a flote gracias a los salvavidas y los restos del naufragio, pero pronto comenzaron a acercarse tiburones, cobrándose las primeras víctimas. La sangre y el ruido de casi mil personas a flote atrajeron a más tiburones, lo que se tradujo en un escenario dantesco, donde los más afortunados asistían a una pesadilla díficil de soportar para cualquier ser humano, ver como los de tu alrededor son devorados uno a uno por los tiburones sin saber si el siguiente puedes ser tu. Sin embargo, no fue hasta tres días después cuando un avión que sobrevolaba la zona descubrió a los supervivientes y pudo dar el aviso para rescatarlos. Sólo sobrevivieron unos 300 hombres. De los fallecidos, 400 fueron pasto de los tiburones.Esta es la terrible historia que cuenta Robert Shaw en Tiburón (1975) en una de mis escenas favoritas de la película. Tal y como la cuenta hace que se nos quede la misma cara de panoli que a Roy Scheider y Richard Dreyfuss. Mientras nos divertimos con la borrachera que se marcan los tres, tan verosímil que apostaría a que un par de copitas cayeron, y acompañada de un pique de "a ver quien tiene la cicatriz más grande", Shaw nos mete el miedo en el cuerpo poniéndose serio y cuenta esta trágica historia que su personaje, Quint, sufrió en sus propias carnes. Al menos, al final de la escena se nos pasa el susto gracias a que se ponen a cantar Linda dama española y rompen un poquito el hielo.La escena no la he conseguido en castellano ni doblada pero hay cosas que se entienden, Shaw acojona incluso a los que no sabemos mucho inglés. De todas formas, se puede ver en castellano en cualquier enlace de megavideo (1h25m).