Víctor Alvarado (publicado en www.diarioya.es)
En los últimos meses, el género del espionaje se ha centrado en explicarnos el drama de los personajes, aunque La deuda (2011) consigue guardar el equilibrio entre la intriga y las historias personales de los protagonistas con lo que, tanto el público más joven como el adulto, se quedarán atrapados por la trama.
El argumento se desarrolla a través de dos líneas temporales (1966 y 1997) de los mismos personajes. Versa sobre tres agentes del Mossad Israelí, que preparaban una misión para capturar a un criminal de guerra nazi, Dieter Vogel, el terrible “cirujano de Birkenau”. Treinta años más tarde, tendrán que remover su pasado para explicar a la sociedad israelí que pasó realmente, pues son considerados auténticos héroes en su país, pero hay algo que no cuadra.
El buen director, John Madden, que nos hizo disfrutar con la oscarizada Shakespeare in love (1998), maneja a los actores a la perfección, consiguiendo exprimirlos al máximo para que expresen una amplia gama de registros que la película requiere. De todas formas, nos gustaría destacar la intervención de Jessica Chastain y Helen Mirren. Como dato curioso, ambas actrices tuvieron que aprender el Krav maga, que es un arte marcial del servicio secreto israelí.
La cinta goza de gran dinamismo. Las transiciones entre escena y escena rozan la genialidad con lo que nunca pierdes el hilo. A pesar de la complejidad de la trama diseñada en dos épocas distintas, se sigue sin dificultad, consiguiendo que te introduzcas en la mente de los personajes para entender su modus operandi o conocer las bases de su pensamiento. Además, la ambientación da mucha credibilidad a la historia, pues se apoya en escenarios naturales, localizados en Tel Aviv, Reino Unido y Budapest.
Por otra parte, La deuda (2011) es un remake israelí, Ha Hov (2007). Sin embargo, los guionistas como Mathew Vaugh, que ya ha trabajado como director (X men: Primera generación) y, por cierto, muy bien o Peter Straughan (Los hombres que miraban fijamente a las cabras) han cambiado algunos diálogos con el objetivo de distanciarse de la original.
Cambiando de tema, el inquietante personaje de Jesper Christensen sirve para hacernos reflexionar sobre los límites de la ciencia, puesto que muestra lo que ocurre cuando la ciencia renuncia a la ética o la moral para conseguir sus propósitos. Por otro lado, el cineasta ha pretendido que nos hagamos las siguientes preguntas: ¿Qué puede ocurrir cuando construimos nuestra vida sobre una mentira? y ¿Qué repercusiones puede presentar el actuar de esta manera y no de otra en la familia?