El cementerio de las estrellas, novela escrita por el contable e informático madrileño Manuel Nonídez, es una novela juvenil de 284 páginas tras la que hay un trabajo de edición, como bien señala el título de esta sección, muy singular. Empecemos con la cubierta, la cara del libro, esa de tapa dura donde los rostros de dos jóvenes se funden entre copos de nieve, símbolos de la Edad Media y palabras casi ilegibles en latín. Ella, de mirada altiva, y él, a quien bien podríamos confundir con el hermano gemelo del protagonista de la portada de The Giver (serie publicada por la misma editorial). La imagen es rara y bonita a la vez; y dentro del conjunto destaca la cruz escarlata que también se aprecia en el lomo.
Según avanzamos en la lectura seguimos la investigación que llevan a cabo Kenia y Roberto, los protagonistas, y para complementar la aventura lectora nos encontramos con un montón de detalles de lujo, como mapas, juegos y puzzles. También se nos obsequia con cuadros de tema religioso, como la Virgen de la Leche, de Pedro Brunete, o una pintura de Rubens que representa la formación de la Vía Láctea. Fotografías de frisos, Cristos de Iglesias y otros símbolos tallados en piedra completan la amplia galería de elementos que adornan la trama; todas ellas aparecen en el libro en blanco y negro, y a una resolución lo bastante amplia para apreciar cada detalle con claridad, pero lo suficientemente pequeña como para no restarle protagonismo al texto. También encontramos croquis y apuntes que parecen trazados con bolígrafo.