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La fiesta ha terminado

Publicado el 19 junio 2014 por Icreadas @icreadas

“A rey muerto, rey puesto” dice el refrán. Sucede tanto en la vida política, cultural, sentimental y, cómo no, deportiva. Se van unos y le sustituyen otros a los que volvemos a colocar encima de un pedestal o dentro de una vitrina de triunfos. Y de repente volvemos a tener sensaciones únicas y descubrimos nuevos conceptos, nuevas tendencias, nuevos rostros del poder, el éxito o la felicidad. Pulimos rápidamente un espejo donde queremos ver reflejadas esas ilusiones que nos creamos para volcar en ellas esa vía de escape de la realidad que a veces nos puede abrumar, decepcionar o, simplemente, aburrir. Y nos parece normal ese continuo y pausado desfile de rostros que van cambiando en ese altar. Entonces creamos nuevos ídolos, posters en la habitación, fotos en la carpeta, libros en esa estantería de referencias y organizamos ponencias sobre esa nueva manera de entender ese juego, ese arte, esta vida.

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Pero esa vida, y esa monarquía de ilusiones, está marcada por una fecha de caducidad. Y casi siempre nos pilla desprevenidos. “Uno vale lo que su última película” dijo el director Neil Jordan, y muchos otros. Eres tu último éxito en taquilla. Tu película o disco premiada/o. Tu último triunfo deportivo. Y tras ese, los resultados posteriores siempre se compararán con aquella cima más alta a la que llegaste. Y cuanto más se avanza, más se exige, y a la vez, menos oxígeno queda en esa escalada por una montaña sin fin. Pretendemos que la juventud y el éxito sean eternos hasta que un día te encienden las luces del local y apagan la música. La fiesta ha terminado. La película llegó a su fin. Abandonen en local. Salgan a la calle. Y ahí encuentras una la luz cegadora de realidad, y sientes amargamente que lo que has vivido fue un bonito sueño en el que formaste parte voluntariamente durante un tiempo determinado y que ahora simplemente te encuentras pisando ese charco embarrado de un final al que todo, desde un libro hasta un tormenta, está abocado. Sin excusas.

Western crepuscular

Western crepuscular

Ayer se consumó en el Mundial de Brasil el fin de una etapa dorada en el fútbol español. Seis años donde se conquistaron dos Eurocopas y un Mundial. Donde se mantuvo un estilo estudiado por todo el mundo, admirado y evidenciado por propios y extraños. De Viena a Kiev, con esa (ya olvidada, por supuesto) victoria ante Italia por 4-0. Ayer se consumó en Maracaná ese fin al que está destinado cualquier sueño y el despertar fue trágico. La imagen de una selección triunfadora se queda ahora en una débil figura de hielo justo antes de derretirse y desaparecer. Sólo queda el recuerdo de momentos inolvidables de ese reinado, de protagonistas únicos que hicieron historia en el deporte y una ingenua sensación de caminar por encima del suelo durante un tiempo. Y, por supuesto, todas esas ilusiones.

Por eso si aceptamos que, sobre todo en el deporte, la derrota está ligada inexorablemente al campeón y que cualquier etapa tiene un final, feliz o no, podremos entender el punto en el que nos encontramos. De nada sirve exigirle a nuestra ilusión más de lo que no podemos exigirnos a nosotros mismos en esta realidad. No podemos competir hasta desfallecer como los protagonistas de ‘Danzad, danzad malditos’ (Sydney Pollack, 1969)  o comer hasta morir como en ‘La gran comilona’ (Marco Ferreri, 1973). Los placeres y las alegrías se viven mejor sabiendo que son perecederas.

Además, este Mundial, en lo poco que llevamos, está generando grandes titulares y momentos increíbles. Y goles, muchos goles. También muchas estrellas están brillando (Neymar, Benzema, Robben, Pirlo) que pronostica una competición inolvidable. Un espectáculo que, pese a la decadencia política del país organizador y sus medidas chapuceras, crueles y desproporcionadas entre bastidores, se antoja único e inigualable para los amantes del fútbol. Creo que merece la pena seguir este espectáculo, que para eso se celebra cada cuatro años, porque además nos va a brindar (y ya lo está haciendo, aunque sea para desgracia de La Roja) momentos históricos en un gran escenario donde seguir volcando nuestras ilusiones creadas.


La fiesta ha terminado
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