Libro independiente
Clasificación: Novela realista
Nuestra edición: La Galera, 2011, 17’95€
Valoración: 4 sobre 5
Irene tiene una vida con la que muchas hemos soñado cuando éramos adolescentes: estudia en un internado para chicas y chicos que se encuentra muy lejos de casa, en un pueblecito perdido de Inglaterra. Sin embargo, no todo es tan emocionante y fabuloso como podría parecer, sobre todo cuando tus padres están recién divorciados y todo es un drama, en tu nueva escuela te llaman con poco cariño “la extranjera” y el chico que parecía quererte ha resultado ser un ligón sin causa que te ha humillado delante de todo el mundo. Menos mal que en ese lugar donde nunca sale el sol y las olas rompen con fiereza contra los acantilados existe un profesor como ninguno. Se llama Peter Hugues y enseña gramática del amor, una asignatura extra-curricular que gracias a clásicos como Jane Austen o García Márquez va a sanar las heridas del corazón de Irene. Bueno, la gramática… y alguien más. Al final la vida en el internado no pintará tan gris como al principio.
Rocío Carmona es una de las nuevas caras de la literatura juvenil de nuestro país. Cuenta con una escritura más que correcta que tinta las páginas del libro con tremenda suavidad, lo suyo no es echarse a correr y cabalgar a trompicones. Hace avanzar la historia sin prisa, como si estuviese paseando durante una tarde de domingo por la campiña inglesa, y ese ambiente calmo envuelve la novela, convirtiéndola en una lectura sencilla, tranquila y muy agradable. El tono inocente y poco agresivo del libro, sus escenarios y la poca malicia del trío protagonista, tan amable y juicioso, han hecho que mi memoria lectora viaje hasta las aventuras de Los Cinco, de Enid Blyton, y obritas similares. Un buen recuerdo metaliterario al que se une el juego que nos propone la autora con su nueva asignatura, la gramática del amor, para la que el profesor Hugues, al que apodan Byron por sus aires tan literarios y melancólicos, se sirve de clásicos de ayer y hoy. Así, Rocío Carmona enriquece su obra a través de las letras de literatos como Haruki Murakami, Goethe, Jane Austen, Gabriel García Márquez, Charlotte Brontë o Tolstoi; emplea fragmentos y argumentos resabidos para conectar con la historia de Irene sin que nada sepa a rayos ni un segundo, porque entrelaza muy bien lo que ella quiere contar y lo que otros antes ya han dicho al mundo. Además, se permite desvelar algunas curiosidades de estos escritores. A pesar de estos buenos detalles que no hacen sino sumar puntos, si hay algo que cojea un poco en la novela son los personajes. Se les coge infinito cariño, pero no resultan todo lo redondos que podrían ser, o al menos tan profundos y madurados como me hubiera gustado,
porque son de personalidades tan correctas y agradables que se quedan en un plano relativamente superficial, muchas veces sin escarbar un poco e ir más allá.La gramática del amor son pequeñas lecciones de este sentimiento, aptas y recomendadas para todos los públicos, porque todos quieren, lloran, ríen y pierden. Una obra que sin grandes artificios ni emociones fuertes consigue ser nuestra mejor amiga mientras dura su lectura. Y al acabar, espero que vuestra biblioteca más cercana esté abierta, tiramillotes, porque uno cierra las páginas del libro con ganas de lanzarse a por esas otras de las que habla: Murakami, Austen o Márquez.