Vuelve el brillo de los setenta con David O. Russell y su soberbio casting.
Película que tiene de todo y todo lo tiene bastante bien. Brillantes actuaciones y la impecable dirección de uno de los mejores cineastas de la actualidad, David O. Russell, quién consiguió resultados similares el año pasado con “Silver Linings Playbook”. Bajo el pretexto de unos estafadores que trabajan para el FBI se esconde un triangulo amoroso sobre el que se soporta los mejores momentos de la película.
Hay amor, pasión, drama, comedia, intriga y cine negro en el entretenido guión que firma el propio Russell y el casi novato Eric Singer. Pero son los actores quienes se llevan las mayores palmas: un irreconocible Christian Bale (¿este es el Batman de Nolan?) con una panza tan enorme como su propia interpretación; una deliciosa Amy Adams con tantos registros que te hacen olvidar, sólo por ratos, sus sensuales escotes; el cada vez más actor, y menos guaperas, Bradley Cooper con unos rizos imposibles –además de ser uno de los productores del film- y completan la lista Jennfier Lawrence como la voluble y voluptousa esposa de Bale, y un relegado Jeremy Renner quien sin embargo tiene uno de los personajes más interesantes: el alcalde de New Jersey que busca siempre lo mejor para su comunidad.
Excelente diseño de producción y una banda sonora precisa y oportuna, que se incorpora al guión como si fuera un personaje más, como el coro que intervenía en las clásicas tragedias griegas. La presentación de Bale bajo las primeras notas de “A horse with no name” de América, el “Does Anybody Really Know What Time It Is?” de Chicago como fondo para el primer encuentro de Bale y Adams, y en especial, la frenética interpretación de “Live and let die” por Lawrence son escenas inolvidables cuyas melodías siguen retumbando en la cabeza varias horas después de haber salido del cine, tal cual lo hizo Russell el año pasado con “My cherie amour” de Stevie Wonder.
Tráiler de la película, aquí