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La Historia Compartida – Jack London

Publicado el 03 febrero 2016 por César César Del Campo De Acuña @Cincodayscom

La Historia Compartida…Por César del Campo de Acuña

Sean bienvenidos una vez más a La Historia Compartida, la sección de www.cincodays.com dedicada a las breves biografías de las más variopintas personalidades de la historia. Hoy les voy a hablar de otro de mis autores literarios preferidos.

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¿De quién hablamos?: De John Griffith Chaney, escritor estadounidense mundialmente conocido como Jack London, nacido el 12 de enero de 1876 en San Francisco, California y fallecido el 22 de noviembre de 1916 en Glen Ellen, California.

¿Por qué paso a la historia?: London ha pasado a la historia de la literatura y de la cultura por sus novelas de aventuras Colmillo blanco, La llamada de lo salvaje y otra gran cantidad de relatos.

¿Sabías que…?: Sus biógrafos dicen que fue hijo de William Chaney, periodista, abogado y astrólogo ambulante al que no llegó a conocer, y de Flora Wellman (una señora un tanto desequilibrada aficionada al espiritismo) que se casó con John London, un droguero, meses después del nacimiento de Jack. En la casa de los London las cosas, en términos económicos, nunca iban muy bien y es por eso que Jack se educó así mismo leyendo todo lo que podía (en su juventud le influencio especialmente la novela Signa de Marie Louise Ramé) en la biblioteca.

A parte de educarse, London nunca tuvo problemas a la hora de buscarse la vida aceptando todo tipo de trabajos (independientemente de lo peligrosos que parecieran). El futuro escritor, con 17 años se embarca en una goleta (Sophia Sutherland) rumbó a Japón como marino. Cuando vuelve trabaja en un molino de yute y en una central eléctrica del ferrocarril. Tras todos aquellos trabajitos, se unió a la Kelly’s industrial army y acusado de vagabundeo pasa 30 días en la penitenciaria de Erie County (aquellos 30 días le marcarían profundamente).

En 1897, arrastrado por la fiebre del oro junto a su cuñado James Shepard, se va a Alaska en busca del preciado metal. En su aventura cae enfermo de escorbuto (pierde cuatro dientes, se le inflama la cara y sufre terribles dolores musculares por la ausencia de vitamina C) y tampoco encuentra oro. Regresó fracasado en su empeño de encontrar oro y enfermo. Fue curado por un sacerdote Jesuita.

Su escasa formación no le impidió acceder a la Universidad. London consiguió entrar en la Universidad de California al mismo tiempo que publicaba sus primeros artículos en una revista educativa. Desafortunadamente para London el sueño universitario duro poco y un año después de ingresar en la Universidad de California se ve forzado a abandonarla por motivos económicos, siendo estos los mismos que le empujaron a un trabajo en una empresa enlatadora donde pasaba 15 horas al día.

Fue un gran aficionado al boxeo. Ya como escritor relevante (tanto por su obra, como por la polémica continua en la que parecía estar sumida su figura) cubrió los más relevantes eventos pugilísticos de la época (como el combate entre Jack Johnson y James Jeffries de 1910 al que la prensa denomino “el combate del siglo”). Su amor por este deporte le llevo a escribir una serie de relatos que recopilo en el libro Knock Out: tres historias de boxeo (Por un bistec, El mexicano y El combate). El comic Versus de Luis Bustos está basado en el relato Por un bistec.

Gracias a las mejoras en las técnicas de impresión, las revistas se popularizaron entre todo tipo de público y en ellas era donde London comenzó a publicar sus primeras historias (a modo de curiosidad, por la primera de ellas le pagaron tan solo 5 dólares y encima tardaron en hacerlo). No tardo en convertirse en uno de los autores más populares y comenzó a hacer fortuna en las letras.

Una vez consagrado y ganando un buen dinero, Jack London se volvo en una nueva pasión: la construcción de su propio rancho. Compro una propiedad de 4 km² (Rancho Hermoso) en 1910 y volcó todas sus energías y esfuerzos en él. Según los críticos, su calidad literaria comenzó a bajar drásticamente cuando adquirió aquel terreno. El propio London llego a decir que seguía escribiendo libros solo para añadir entre 200 y 300 acres a su estupendo rancho.

Fue acusado en varias ocasiones de plagio. London siempre se defendió de dichas acusaciones argumentando que sus obras estaban inspiradas en noticias de prensa y en otros relatos que iba leyendo. Según el autor, utilizaba numerosas historias como fuente, pero nunca plagiaba. El escritor Egerton R. Young dijo que la famosa novela de Jack London La llamada de lo salvaje era un plagio de su obra My Dogs in the Northland. London afirmo positivamente que había utilizado el relato de Egerton como fuente, pero que no la había copiado. Para demostrarlo, London mando una carta a Egerton felicitándole por su obra y agradeciéndole lo mucho que le inspiro.

A pesar de lo dicho por los críticos respecto a sus últimas obras, Jack London era un escritor extraordinariamente disciplinado e independientemente de sui escribía para añadir más acres a su rancho, London escribía al menos seis horas al día desde que se convirtió en uno de los preferidos del público. Su disciplina le llevo a convertirse en un autor extremadamente productivo (publicó más de 50 obras) a pesar de morir joven (a los 40 años de edad).

Su muerte, como su vida, no estuvo exenta de controversia. Hay quien dice que Jack London se suicidó a los 40 años de edad pero en la actualidad es la teoría menos aceptada. Otra de las causas de su muerte pudo ser por Uremia (conjunto de síntomas cerebrales, respiratorios, circulatorios, digestivos, etc., producido por la acumulación en la sangre de los productos tóxicos que, en estado general normal, son eliminados por el riñón y que se hallan retenidos por un trastorno del funcionamiento renal). Otras voces señalan que London pudo morir a causa de una sobredosis de morfina, la cual consumía para paliar los intensos dolores que sufría.

Frase de Jack London:

  • Tirarle el hueso al perro no es caridad. Caridad es compartir el hueso con el perro cuando se está tan hambriento como él.
  • La función del ser humano es vivir, no existir. No voy a gastar mis días tratando de prolongarlos, voy a aprovechar mi tiempo.
  • No vivo de lo que el mundo piensa de mí, sino de lo que yo pienso de mí mismo.
  • No se puede esperar a la inspiración, hay que ir a buscarla.
  • ¡Preferiría ser cenizas que polvo! Preferiría que mi chispa se queme en una brillante hoguera a que sea extinguida por seca desintegración. Preferiría ser un espléndido meteoro, cada átomo en mí en magnífico resplandor, que un soñoliento y permanente planeta.

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