No es cierto que todo sigue igual, por mucho que tu abuelo, tú y yo tengamos el mismo nombre y el primer apellido, y como tampoco lo es la aplicación del derecho natural y su carácter universal como marco supra legal. Hijo, cuando me preguntas si el mundo siempre fue así, un lugar lleno de libros que nadie lee, se me hace difícil decirte que no. Al principio, el libro era un bien tan escaso que todos se quedaban dentro de las paredes de los monasterios. Entonces saber leer y escribir era sinónimo de poder y sabiduría. Pero todo en algún sentido es finito, excepto quizá las letras impresas en las páginas de un libro. No sé cómo explicártelo hijo. Todo es un ciclo. A veces, cuando lees un libro por primera vez crees haberlo entendido todo, pero al volver a releerlo años más tarde te das cuenta de lo equivocado que estabas. El mundo y, nosotros con él, avanzamos y cambiamos. Y eso creo que es lo que nos ha pasado, que no hemos sido capaces de mirar más allá de nuestro resquebrajado caparazón y, un día, de repente, todo se ha venido abajo y lo que antes era importante ahora simplemente ha dejado de existir. Por eso, no debes quemar más libros, porque como te digo, todo es un ciclo. Y quién sabe, a lo mejor el día de mañana todos quieran volver a leer aquello que hoy quemaste en la hoguera de los libros y, de ese modo, les volverás a dar la oportunidad de comprobar cómo eran, además de percibir en lo que se han convertido.Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
Revista Arte
No es cierto que todo sigue igual, por mucho que tu abuelo, tú y yo tengamos el mismo nombre y el primer apellido, y como tampoco lo es la aplicación del derecho natural y su carácter universal como marco supra legal. Hijo, cuando me preguntas si el mundo siempre fue así, un lugar lleno de libros que nadie lee, se me hace difícil decirte que no. Al principio, el libro era un bien tan escaso que todos se quedaban dentro de las paredes de los monasterios. Entonces saber leer y escribir era sinónimo de poder y sabiduría. Pero todo en algún sentido es finito, excepto quizá las letras impresas en las páginas de un libro. No sé cómo explicártelo hijo. Todo es un ciclo. A veces, cuando lees un libro por primera vez crees haberlo entendido todo, pero al volver a releerlo años más tarde te das cuenta de lo equivocado que estabas. El mundo y, nosotros con él, avanzamos y cambiamos. Y eso creo que es lo que nos ha pasado, que no hemos sido capaces de mirar más allá de nuestro resquebrajado caparazón y, un día, de repente, todo se ha venido abajo y lo que antes era importante ahora simplemente ha dejado de existir. Por eso, no debes quemar más libros, porque como te digo, todo es un ciclo. Y quién sabe, a lo mejor el día de mañana todos quieran volver a leer aquello que hoy quemaste en la hoguera de los libros y, de ese modo, les volverás a dar la oportunidad de comprobar cómo eran, además de percibir en lo que se han convertido.Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
Sus últimos artículos
-
Vicente valero, el tiempo de los lirios: la importancia de la contemplación y el silencio
-
Jaume plensa, materia interior en la fundación telefónica: la luz que nace de la oscuridad
-
Peggy guggenheim, confesiones de una adicta al arte: el esqueleto de un trepidante travelling vital
-
Ricardo martínez-conde, va amaneciendo: el silencio, una forma de habitar el mundo