Revista Cultura y Ocio

La leyenda negra, de Arlet Hinojosa

Por Eltiramilla

Elaia y Zumar son dos hermanas gemelas que han tenido vidas muy diferentes: si la primera ha gozado de libertad, amor y amistad, la segunda ha tenido que crecer recluida en casa por culpa de una endiablada marca de nacimiento que no ha hecho otra cosa que convertirla en lo que se temía: La leyenda negra, de Arlet Hinojosaun ser rencoroso y cruel capaz de todo por obtener su venganza. Que tiemble Elaia, que tiemble la casa y que tiemble todo el pueblo de Zugarramurdi.

Desde luego, si esta novela la ha escrito realmente quien la firma, una joven de quince años, me quito la boina y aplaudo que ganara el Premio Jordi Sierra i Fabra 2011, aunque mucho me temo que habrá quien la considere tan bien escrita y tan bien construida que dude de su autoría, sobre todo teniendo en cuenta que la madre es Arlette Geneve, también escritora. Yo, como no he leído nada de Geneve, no me voy a mojar, pero me atrevo a decir que, teorías aparte, ha nacido una promesa mozartiana, precisamente por lo que comentaba antes, porque hay gente que escribe bien y gente que escribe bien y además sabe construir novelas, que no es lo mismo, y Arlet demuestra contar con ambas habilidades, algo de lo que no pueden presumir algunos más mayorcitos y experimentados. La narración es algo más que correcta, amiga de la belleza y la armonía en sus descripciones, delicada, empática y profunda a la hora de trabajar la psicología del personaje, y poco adicta al ritmo frenético de las novelas juveniles de hoy en día. No, Arlet no pretende con trucos narrativos fáciles, o al menos no deja que se note, tan sólo cuenta lo que quiere y como quiere, sin prisa y sin grandes alborotos, logrando la tensión que reprime el narrador omnisciente con recursos tan sutiles como perversos y complejos son los pensamientos de la desgraciada Zumar. ¿Y qué es lo que cuenta la novela? Agárrate que vienen curvas. Lo que cuenta es una mentira detrás de otra (lógico, dirás, es una escritora. Pero no, me refiero a la documentación): el libro se vende como una historia “basada en un hecho real” y, después de haberlo leído, afirmo que podrá ser muchas cosas, pero no precisamente eso. Lo que aconteció en el pueblo de Zugarramurdi nada tiene que ver con lo que se nos cuenta en esta novela, pero nada. De hecho, las únicas verdades que dice Arlet son “Zugarramurdi”, “inquisidor Del Valle” y “quema de brujas en Logroño”. Lo demás es pura invención, todo de su cosecha, con la salvedad de algún nombre y apellido que sí constan en los archivos pero que en la novela aparecen por casualidad, porque no se corresponden con las personas reales que participaron en todo aquello. Bueno, entonces la chica tiene imaginación, pensarás, pero tampoco, porque la historia, por muy bien escrita y construida que esté, no cuenta nada nuevo, nada sorprendente, nada que llame la atención por su originalidad, simplemente toma prestada la manida trama de la hermana buena y la hermana mala y la pone a jugar por la vía fácil: como son iguales, una usurpa a la otra. ¡Qué poca personalidad! No obstante, cuidado, no digo que sea un mal libro. Ya he dicho cuáles son los puntos positivos y creo de verdad que estamos ante una novela entretenida, que puede enseñar algo a los jóvenes lectores, bien escrita y muy digna del premio que ha recibido. También es cierto que el desenlace podría haber estado más trabajado, aunque se puede excusar en los propósitos aleccionadores de la novela. Pero claro, le das este libro a alguien que ha leído un poco y que además conoce la historia en la que dice basarse, y no, no cuela, es más, indigna, porque la libertad creativa del autor no contempla el uso del engaño. Arlet podría haber ambientado su idea en un pueblo y en una época tan ficticios como la historia que cuenta y no pasaría nada, todo estaría bien, pero lo que hace es apoyarse sin acierto en un hecho histórico y terrible para contar lo que no es vendiéndolo como lo que tampoco es (la nota al término de la lectura es de chiste). Por otra parte, también me gustaría señalar que, en contra de lo que muchos piensan, en España no se ajustició ni a la cuarta parte de la cuarta parte de lo que se ajustició en otros países. Es lo que se conoce como ‘La leyenda negra’ y que curiosamente el título y el contenido de esta novela alimentan por puro desconocimiento. Ah, y hubiera agradecido un poco de información básica sobre Zugarramurdi, porque la autora lo pinta como un pueblo grande cuando ni lo es ni lo ha sido nunca (tiene cuatro casas y las famosas cuevas del aquelarre están muy cerca de la plaza, en el mismo camino en el que ahora han levantado un museo estupendo). Y concluyo con un pequeño apunte sobre esta crítica: sea quien sea su autora y tenga la edad que tenga, he valorado esta lectura como una más de todas las realizadas este año. Creo que es lo justo. Y ahora sí, y como quiero terminar con algo agradable, cito a mi yo de hace medio minuto: una novela entretenida, que puede enseñar algo a los jóvenes lectores (ni caso a Casa del Libro, añado ahora, que la cataloga dentro de la franja 9-12), bien escrita y muy digna del premio que ha recibido. Enhorabuena por lo conseguido, Arlet, y que la próxima sea mejor, ¡y con una cubierta de verdad! Porque habrá próxima, estoy seguro.


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