Revista Cultura y Ocio

La llevo en la sangre

Por Humbertodib
La llevo en la sangre

Veamos cómo este breve relato -que viene del pasado- intenta abrirse paso por los largos y oscuros pasillos de la indiferencia, porque -a pesar de todo- él todavía quiere ser algo, algo para alguien, quiere ser algo que le llegue a alguien. Observemos cómo unas palabras deslustradas por el uso cotidiano buscan adquirir un poco de luz bajo la mirada creadora de un nuevo Lector.

Después de conducir varias horas por diferentes carreteras secundarias, sin un rumbo fijo, pero siempre tratando de mantener un patrón que no nos alejara mucho de la ciudad, con mucha expectativa, detuve el auto en el estacionamiento de un motel. El vehículo exhaló un bufido de animal hastiado, luego el silencio se hizo tan notorio que podía oírse el gorgoteo de los distintos fluidos mecánicos deslizándose por tubos y cavidades. No sé por qué me pareció que hay cosas que no tendrían que ser percibidas, que si bien el coche es una máquina, las máquinas también tienen derecho a guardar sus secretos, su intimidad. Suspiré profundamente y largué el volante, entonces puse mi mano al lado de su pierna, sin tocarla, después levanté la vista y busqué sus ojos, esperando una mirada de complicidad y asentimiento, pero ella me devolvió un gesto torcido y desagradable que hizo que volviera a poner el coche en marcha y apretase el acelerador a fondo, arrojando gravilla sobre los otros vehículos aparcados, salimos escapando de allí como si fuéramos dos delincuentes. Desde hace unos meses nuestra relación se ha vuelto insostenible, ella no consigue superar todas esas barreras impuestas hace tantos años. Para qué seguir escondiéndonos, carajo -quiero convencerla-, si mi esposa nunca me importó y a ella su marido tampoco le interesa demasiado. Me dice que no es por ellos, que es porque no puede olvidarse de los gritos de papá aquella tarde -bestias, engendros, monstruos- cuando nos encontró besándonos en la cama. No sé lo que pueda suceder, pero ya estoy harto de esta situación: sí, nos amamos, creo que ya es hora de que todo el mundo lo sepa, complicidad no nos falta, después de todo somos hermanos.
En homenaje a Claude Lévi-Strauss.

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