Revista Cine
Una familia en descomposición. Una casa invadida por la humedad, por las moscas y por las sombras. Un padre ausente. Una madre incapaz de soportar su realidad. Un hijo ante la difícil disyuntiva de salvar a su madre o salvarse a sí mismo.
El tema, clásico en el cine, es narrado aquí de una manera bastante atípica. Los contraluces, los primeros planos y los planos detalle, como principales recursos usados impecablemente, centran la atención sobre lo que aparenta ser intrascendente. La historia se construye, entonces, en los márgenes de su marco y allí, casi inadvertida hasta para los láconicos personjaes, intenta desenvolverse la trama.
¿Cuál es el resultado de esta apuesta? Aventuro mi propia respuesta: La madre, que como poesía visual fue un deleite para mis sentidos, no logró conmoverme con su relato. El énfasis puesto en la belleza estética parece marginar la profundización en la historia y sus personajes que, por eso mismo, terminaron volviéndoseme aburridos, irrelevantes y algo inverosímiles (¿de qué se supone que vivía esa familia en crisis?).
La película, en última instancia, plantea y sienta posición sobre uno de los principales debates estéticos de nuestro tiempo: el cine, ¿puede dejar de ser un género narrativo para ser simplemente un género lírico? Yo creo que no, pero si usted cree que sí, le recomiendo ver esta película.
Dirección: Gustavo Fontán
Guión: Gustavo Fontán, con la colaboración de Alicia Silva Rey
Elenco: Gloria Stingo, Federico Fontán, Marisol Martínez