Ganó el Globo de Oro pero no el Oscar, mucha gente habló de ella pero mucha menos la acabó viendo, "Vals con Bashir" era un documental de animación llamado a hacer historia que, al menos en nuestro país, pasó más desapercibido de lo que sin duda merecía. Su actor, director, productor y guionista, Ari Folman, ha decido repetir la experiencia con un renovado y arrojado patrón formal en busca de resultados superiores. Eso sí, en esta ocasión la memoria histórica ha dado paso a una abrumadora y melancólica distopía socio-meta-cinéfila. No lo duden, la extravagante, agotadora, delirante, errática, pero igualmente fascinante "The Congress", es carne de Sitges...y una futura mastodóntica obra de culto.
Tenemos infinidad de ejemplos, de directores que tras emerger con una triunfante ópera prima quedan sumidos en el más absoluto olvido con su segunda obra, aquella que no solo se enfrenta al público, si no también a las inevitables expectativas infundadas por su anterior éxito. Pues bien, a grandes males, grandes remedios. El realizador israelí arriesga, innova y nos propone una extravagante obra que comienza planteando un live-action para adentrarse finalmente en la desatada animación. En total, 70 minutos de reflexiva 'vida real' y 50 minutos de enfermizo y desgarrador dibujo para una obra de discurso grandilocuente que se percibe tan fascinante como agotadora, en cuyo hermoso paisaje yace una melancólica reflexión sobre la identidad y la imagen articulada sobre un corrosivo metalenguaje que le permite soltar bilis contra Hollywood (y todo lo que pilla por delante) con estimulante sorna y escacharrante fantasí. "The Congress" se siente imperfecta, errática, repetitiva y desproporcionada, pero no se equivoquen, lo que podría resultar una catástorfe con delirios de grandeza acabará por convertirse en una futura y mastodóntica obra de culto. Y si no, tiempo al tiempo.
Con su participación confirmada para Sitges 2013, "The Congress" llegará a nuestras salas de la mano de Golem. Una espera que aguardamos (y ansiamos) a base de pequeños lujos como los que vienen a continuación. Y es que, además de Robin Wright Penn haciendo de Robin Wright Penn, Harvey Keitel, Paul Giamatti y Danny Huston aparecen en escena. Pero ninguno de ellos brilla tanto como lo hace la maravillosa banda sonora de Max Richter, que además, tiene el arrojo de obsequiarnos con la mejor versión posible de Forever Young y encima, interpretada por la propia Penn. Un reagalo para vuestros oídos (y ojos). A volar.