Finalmente alcanzas la cima... Y después del esfuerzo que supone el ascenso durísimo de los últimos centenares de metros, de pronto, la tienes ante ti, la cruz de hierro te dice que estás en lo más alto. Que bajo tus pies habita el resto del mundo que te rodea y, además, estás totalmente solo. No hay nadie a tu alrededor en varios km a la redonda... La soledad en la cima es absoluta ...
Es un momento indescriptible, todo lo vivido se manifiesta a flor de piel y aglutina, en los pocos minutos que pasas en la cima, todas las sensaciones acumuladas durante horas de lucha constante.
Es, literalmente, alcanzar plenamente un objetivo que nunca antes te habías fijado. Emociones que te hacen vibrar cuando finalmente eres consciente de que has llegado hasta ahí con tus propios recursos y dependiendo únicamente de tus habilidades.
Y sabes que la finalidad era simplemente alcanzar un sueño en forma de montaña. Te das cuenta de que lo maravilloso de esa montaña era el trayecto hasta llegar aquí, las pendientes escarpadas, las piedras que se deslizan en las laderas, las rocas silentes que señalan las alturas... Ese era el sueño que querías que sucediera convertido en un choque de sensaciones únicas...
La montaña desnuda tu mente, te enfrenta a ti mismo, elimina falsas apariencias y disfraces innecesarios. La montaña te muestra la importancia de estar vivo, te enseña a controlar el riesgo y a no olvidar. Te enseña a valorar la vida, a tener muy presente que un error puede ser irremediable, a establecer un diálogo directo con tu propia realidad y convertirte en alguien más auténtico.
En definitiva, en lo alto de la montaña es donde podemos experimentar algunas de las vivencias más constructivas de nuestra vida.
Las montañas se erigen hacia las alturas, ocultan precipicios verticales escarpados en la ladera, rocas que se deslizan sin previo aviso... La montaña esconde su propio enigma indescifrable,. Es necesario avanzar decenas de kilómetros para llegar a ellas recorriendo largos senderos a través de bosques profundos, atravesando paredes de roca esculpida, descendiendo a profundos desfiladeros, ascendiendo agrestes vertientes que esconden cortantes aristas que se sumergen en un océano de nubes aéreas...
Es, en definitiva, el exponente máximo de la belleza inconmensurable.... Un vértice donde emana la energía sagrada de la Tierra.