Hoy es 8 de marzo , Día Internacional de la Mujer según el calendario de efemérides con los que continuamente nos bombardean los medios de comunicación mediante distintos actos y eventos. Independientemente de la afinidad que se tenga en esta despensa por estas actos puntuales e institucionalizados, en todo caso es una buena excusa para reflexionar ( o volver a hacerlo una y otra vez y año tras año, por desgracia) sobre el desigual, injusto y asimétrico papel de la mujer en la historia, la ciencia, la literatura, el deporte y por supuesto, en el campo de las artes plásticas y visuales, entre otros muchos campos profesionales y sociales. Ya lo hicimos para concienciar nuestro alumnado cuando estudiamos -por ejemplo en Cultura Audiovisual- los estereotipos publicitarios y especialmente a través de El cuerpo como territorio uno de los temas incluidos en la asignatura de Dibujo Artístico II dentro del contexto más general del estudio y representación de la figura humana en el arte. Lo que sigue son, mayoritariamente, imágenes, citas y textos extraídos de dicho tema.
Persistencia de la “mirada” masculina de la mujer a través del arte y la publicidad
La cuestión del género puede abordarse desde dos puntos de vista interrelacionados: el de la acción y el de la representación. La acción se refiere al desigual número de hombres o mujeres que se dedican profesionalmente al arte en sus distintas facetas (artistas, galeristas, gestión de museos, etc.) y la representación hace referencia a la imagen que uno y otro sexo da del otro. En este último campo, el de la representación, no deja de ser curioso que la mayor parte de las representaciones femeninas provengan del otro sexo, del masculino. El combativo colectivo neoyorquino Guerrilla Girls lo evidenciaba así hace ya algunas décadas con un llamativo cartel que rezaba
¿Tienen las mujeres que estar desnudas para entrar en los museos americanos? Menos del 3 % de los artistas en el Metropolitan Museum son mujeres, pero un 83 % de los desnudos son femeninos
En todo caso hay una evidencia y es que han sido pocas las mujeres que, a lo largo de la historia, se hayan podido dedicar profesionalmente al arte, para así dar una visión más objetiva y menos estereotipada de su cuerpo y de propia feminidad y si las hubo, hasta muy recientemente no se les ha adjudicado el lugar que les correspondía en la Historia y en los libros de Arte. Nombres como Artemisia Gentileschi, Tamara de Lempicka o Frida Kahlo afortunadamente hoy son consideradas grandes artistas a las que se les dedican exposiciones y retrospectivas, aunque en algunos casos como el de Frida, llegan a ser más conocidas popularmente por sus atormentadas obras y biografías (llevadas al cine en muchos casos) que por la relevancia artística de sus propias obras.
Frida Kahlo, en su taller ante su lienzo “Las dos Fridas”
En la actualidad esta balanza se equilibra un poco, aunque no lo suficiente. Podemos encontrar en el panorama nacional e internacional un importante elenco de mujeres artistas que han conseguido, a través de su trabajo y calidad, abrirse hueco en un mundo aún predominantemente masculino ( especialmente en el campo del mercado del arte o el coleccionismo) siendo cada vez más relevante su presencia en museos, galerías de arte y grandes exposiciones, esta vez como activas productoras y no como meras representaciones. También han sido muchos los estudios y ensayos, que desde una perspectiva crítica y feminista, cuestionan muchas de las representaciones de la mujer en el arte y reivindican el papel activo de éstas como artistas en distintas épocas.
El vídeo con tecnología morphing que cierra el post , aunque hermoso, viene a evidenciar lo que dijimos al principio: la gran mayoría de las más conocidas representaciones femeninas en el arte ( rostros y retratos en este caso) son obra de artistas masculinos. 500 años de retratos femeninos…