Hace unos días os dejaba por aquí mi Carta a los Reyes Magos. Pocos días después, veía un video de IKEA, que seguro habéis visto todos, y que ha despertado opiniones muy diversas.
En un principio, pensé en hacer el experimento con mi hijas mayores. Preguntarles que nos pedían a nosotros, sus padres, para esta Navidad; aunque confieso que mi mayor intriga era saber, al preguntarles que si solo pudiesen enviar una carta, si elegirían la nuestra... Al final no lo hecho, todavía no he encontrado el momento. Tampoco me he planteado que, en caso de que eligiesen la nuestra, eliminar los regalos de la noche de Reyes. No, esa noche es mágica. Hay ilusión por encontrar unos regalos al lado de los zapatos, en ver si los Reyes han pasado por casa y se han tomado los dulces y la copita que les hemos dejado preparada, y si los camellos han metido la lengua en el plato de azúcar.
Y con este post no pretendo hacer una disertación sobre el consumismo y la Navidad, ni en los valores en los que pretendo educar a mis hijas. A mí el video me ha hecho preguntarme a mi misma que es lo que quiero para esta Navidad.
Y esto es lo que quiero, y además está en mi mano conseguirlo. Quiero vivir momentos tranquilos en familia, compartiendo risas, sin prisas, sin mirar el reloj.
Quiero una celebración de Nochebuena con toda la familia, donde compartamos lo que tenemos, donde la etiqueta sea una sonrisa en la cara, donde la decoración de la mesa sea algo divertido preparado entre varios, con un Árbol de Navidad sencillo y un portal de Belén donde el Niño Jesús quiera nacer para quedarse.
Quiero una merienda con amigos, con chocolate y roscón, donde la mayor distinción sea los manchurrones de chocolate en la ropa de los niños (y en las nuestras) y donde brindemos por mil tardes más juntos.
Quiero felicitar el Año Nuevo con la boca llena de uvas, y sentir un pellizco en el corazón por aquellos con los que no lo voy a poder estar esa noche.
Quiero empezar el 2015 con ganas, con ganas de disfrutar de lo bueno y con fuerza para vivir lo que no sea tan bueno.
Quiero pasear por el centro, ver la ciudad iluminada; quiero ver la Cabalgata de Reyes y emocionarme al ver la cara de mis hijas saludando a sus Majestades.
Y hay algo que deseo con más fuerzas que nada, quiero dar besos y abrazos a mis hijas, que sustituyan a mis pérdidas de paciencia. Que sepa gestionar mejor esas pequeñas crisis que minan mi moral y que a ellas no les hacen ningún bien.