Cuando se llega al momento de ser reconocido por tu nombre, ¿vale descuidarlo?
Yo creo que no. Más nombre, más fama, equivalen a más esfuerzo por lograr el mejor producto posible.
La Panadería de Pablo está ubicada en el centro porteño, escapándose apenas del corazón de San Telmo, cerca de muchos oficinistas, que además de ir al lugar por estar cerca de sus trabajos, van por las aclamadas críticas a este reconocido chef.
Fui dos veces en poco tiempo, y la tercera va a ser la vencida... vuelvo o no vuelvo...
La primera vez, after office a tomar el té, con unos jugos riquísimos, un rico olor a panadería y la ilusión de haber descubierto un lugar super reconfortante en medio de cemento, bancos y oficinas.
La atención estuvo correcta, y las recomendaciones que nos hicieron también; aunque no pedimos nada del otro mundo, todo estaba bien. El lugar un poco vacío, y pocas cosas "comeme" a la vista.
La segunda vez, tentadas por el nombre del lugar (panadería...), fuimos a desayunar. Entramos al local aún más vacío que la primera vez, pero la onda y el olorcito a pan recién horneado te hacen olvidar ese detalle.
En el desayuno, uno espera variedad de panes, facturas, dulzuras, sobre todo si estamos en una panadería. Las tres cosas que primero nos tentaron, no había: no hablo de cosas raras, simplemente de básicos para un desayuno: alfajor de maicena, brioche de chocolate y pasta frola.
Nos conformamos con lo que sí había: tostadas de pan de campo, medialunas con jamón y queso y un scon rico, pero raro.
Eran 3 desayunos simples: un té, dos cafés con leche, y estas cositas para acompañar. Tardó un poco más de la cuenta, tanto más que lo único que estaba caliente cuando el servicio llegó a la mesa era el agua para el té, el resto estaba templado, temperatura "deja de hablar y comeme y tomame ya".
Un desayuno que comenzó a las 10, tardó tanto pero tanto, que cuando nos fuimos, el local estaba invadido por olor a las preparaciones del almuerzo. No se que tan óptima sea la cocina abierta si no tiene buena ventilación, al final se lo ve muy lindo, pero arruina el momento. A nadie le gusta tomar un café con leche semi frío en una nube de aroma a bife...
Me parece que aunque el dueño sea famoso y todas las críticas le jueguen a favor, hay cosas que no se pueden descuidar...