por FRANCISCO RUIZ BELTRAN
Los entrenadores que buscamos crecer somos una especie de científicos
en constante evolución buscando métodos, revistas, tesis, documentos e
información para conseguir la mayor calidad en nuestros entrenamientos y
en la preparación de los futbolistas. El camino que se marca cada uno
tiene varias vías, destino desconocido y áreas de servicio cada pocos
kilómetros. Y como siempre, en esas paradas y en esa ruta hay caminos
mejores, peores, paradas de más calidad y de menos, pero siempre,
diferentes.
Muchos colegas se excusan en la edad de sus jugadores para quitarse trabajo y responsabilidades: “Es demasiado pronto para ofrecerles información sobre rivales”, “no hay que entrenar como jugamos porque necesitan conocer más tipos de fútbol…”.
Yo, sin embargo, sí creo en una periodización táctica adaptada a la
edad de los jugadores respetando determinados principios metodológicos
que no harán que el jugador crezca en un determinado hábitat renunciando
a los demás, sino que aumentará su cultura táctica y le hará mejor
jugador. En definitiva, ¡le preparará para el juego!
Además, aquellos que argumentan que la periodización táctica es
incorrecta a esas edades porque si juegan bajo un contexto cerrado no
estarán preparados para jugar en otros suelen ser entrenadores cuyas
sesiones se alejan del juego y, por tanto, ni dominan un modelo ni
dominan el resto. Además, ¿desde cuándo los contextos son cerrados? En
fútbol, no.
La Periodización Táctica en el fútbol base hay que aplicarla desde
una dimensión táctica (la periodización táctica real es más compleja
pero está adaptada a la fisiología de jugadores que no están en edad de
formación).
Siempre que llegamos a un club tenemos que cumplir determinados
objetivos, ¡también en términos de resultados! No debemos crear
jugadores perdedores, personas a las que no les importe el resultado,
porque el fútbol es competición, porque sus actitudes y predisposición
también influyen en su formación y evolución y porque en la base
debemos, también, preparar al jugador para aquello a lo que un día
querrá dedicarse. Pero entre nuestros objetivos prioritarios estará
conocer aquello que es la naturaleza de juego de nuestros futbolistas
para empezar a recorrer un camino no lineal que favorezca a nuestra
plantilla adquiriendo los principios de juego que más puedan dominar y a
partir de los que más pueden crecer.
Los principios metodológicos que deberemos respetar serán, en primer
lugar –aunque es imposible disociarlos completamente–, el principio de
complejidad, teniendo en cuenta el nivel y la edad de nuestros
jugadores. La complejidad de las tareas deberá adaptarse a los jugadores
con los que contamos, empezando de menos a más pero sabiendo que la
evolución no es lineal, que un día puede ser menos, otro más y luego
otra vez menos según el rendimiento y la capacidad de asimilación de
nuestros chicos.
Luego, hay que tener en cuenta el principio de alternancia
horizontal, entendido desde una dimensión táctica, claro. Esto es, cada
día, unas prioridades en los diferentes planos del juego. Sin entrar en
la dimensión física, a nivel táctico muchos entrenadores caen en el
error de entrenar el juego con miedo a empobrecerlo, de forma que sus
entrenamientos son partidos de 8×8, 7×7, 9×9, incluso 11×11… ¡Ok, eso
está muy bien y es muy necesario! Pero entrenando así hay determinadas
facultades de nuestros jugadores que no vamos a explotar. Por eso,
debemos tener en cuenta el plano macro, meso y micro
y entrenar en contextos colectivos, con gran número y espacio, pero
también en espacios por sectores y sin olvidar el plano individual. Las
microsociedades que se forman entre dos jugadores, la mejora en el
desborde de un extremo, el conocimiento de las particularidades de un
determinado jugador… ¡todo esto hará más rico nuestro modelo de juego!
En ese sentido, es indispensable el principio de las propensiones,
manipulando las tareas de forma que se dé muchas veces aquello que
queremos trabajar o sobre lo que queremos incidir. Crear contextos
manejando espacio, tiempo, número, condiciones, etc., en la que los
jugadores descubran aquello que queremos manejar. Crear unos automatismos no mecánicos
que pasen al inconsciente de nuestros jugadores mediante la repetición
sistemática, ¡pero de contextos, no de acciones descontextualizadas!
Respetando estos principios y a nuestros jugadores –con las
particularidades de su edad, el proceso de formación, características,
nivel, etc.– conseguiremos un método basado en el jugar, respetando la
toma de decisión, sin coartar la creatividad de los chicos y generando
una organización y un sentido colectivo que les hará crecer disfrutando y
trabajando.
* Francisco Ruiz Beltrán es entrenador. Autor del libro “Filosofía y manual de un entrenador de fútbol” (Wanceulen Editorial).