El sector camina hacia un modelo de gestión más caro y que exige más dedicación
OSCAR VAZQUEZFLOR ROBLEDAVIGO / LA VOZ 01/04/2018 05:00 HLa avispa velutina es un vecino incómodo al que va a ser muy difícil expulsar y con el que toca convivir intentando minimizar su impacto. Eso es algo que han asumido los apicultores gallegos, especialmente los que tienen colmenas en las zonas del litoral y su entorno, donde las temperaturas agradables generan un hábitat cómodo para esta especie invasora. Por ello, al margen de los métodos habituales para disminuir la población de avispa asiática, los productores de miel están dando un giro al modelo de gestión de sus colmenas.La velutina es una depredadora de abejas, a las que captura al vuelo y aniquila. Pero la abeja produce la miel entre los meses de febrero y junio, época en la que la avispa asiática no ejerce presión sobre ellas. De esta forma, la presencia de esta plaga no afecta directamente al volumen de miel que recolecta el apicultor en cada campaña.La amenaza llega a partir de los meses de verano, cuando la avispa asiática inicia su actividad y con ella el acoso a las abejas, que siguen saliendo al exterior para recolectar nutrientes. En ese viaje muchas son devoradas, situación que pone en jaque la supervivencia de la colmena y el relevo de abejas viejas en favor de las más jóvenes, las únicas que podrán afrontar la producción de miel en la siguiente campaña. El antídoto pasa por evitar que estos insectos salgan de las colmenas aportándoles comida, lo que convierte el negocio de la miel en una actividad más dependiente y más costosa. «Si las abejas no pueden conseguir alimento tendrá que dárselo el apicultor. Podemos darle polen o si no, sustitutivos como harina de soja o leche en polvo» explica José María Seijo, técnico de la directiva de la Asociación de Apicultores de Pontevedra y presidente de la Agrupación Apícola de Galicia.Ese gasto extra en alimentación supone hasta 12 euros más por colmena. De esta forma, si un apicultor medio del área de Vigo tiene unas 25 colmenas, tendrá que invertir 300 euros más en los meses de máxima presión de la avispa asiática. A ello hay que añadir el coste del desplazamiento y el tiempo dedicado, ya que esa alimentación adicional debe hacerse cada dos semanas como mínimo, según el presidente de los apicultores gallegos. «Antes nos costaba tres euros producir un kilo de miel. Ahora ese importe va a subir», reconoce José María Seijo. Una subida que no se está repercutiendo en el precio de venta, aunque desconoce si se aplicará en un futuro.Seijo, que también es el vicepresidente del Consello Regulador Mel de Galicia, destaca la dificultad que existe para encontrar la dosis exacta. «La alimentación de las abejas no es como dar un bocadillo. Depende del tipo de sustancia, y también hay que tener cuidado con la cantidad, no pasarnos pero tampoco quedarnos cortos». Por ello la asociación está impartiendo cursos a los productores para que aprendan a alimentar a sus abejas con las dosis exactas. Con la alimentación manual no existe la garantía de que la población de abejas sobreviva al 100 %, pero «por lo menos nos aseguramos de que la incidencia de las velutinas sobre las colmenas va a ser menor», explica Seijo. Este nuevo modelo «no implica que nos olvidemos de las avispas asiáticas», y recuerda que es importante que se sigan colocando trampas, «y no solo los apicultores, porque este es un problema que nos afecta a todos».