Revista Opinión

La proyección hermética de China

Publicado el 30 noviembre 2011 por Carlosrodriguez @CarlosRguezPrez

Si para la economía clásica, era la “Mano negra” la que movía los mercados, en China esa “mano” tiene un carácter eminentemente nacional. Las autoridades chinas siguen su patrón de una economía planificada para conseguir los fines comunes. Su valor lo refrendan con los datos que publican los organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional. Durante las últimas tres décadas, la economía ha crecido siempre por encima del 10% del PIB. Gracias a ello, ha conseguido colocarse como el primer exportador mundial y el segundo importador internacional. Pero esta planificación no ha conseguido corregir los desequilibrios socio-económicos y territoriales. La contaminación de las aguas afecta a más de la mitad de las zonas urbanas. O el 80% de los campesinos carecen de sanidad porque el gasto estatal sólo supone el 2% del PIB.La proyección hermética de ChinaEl Programa de las Naciones Unidas al desarrollo (PNUD) afirma que la brecha de ingresos entre la población urbana y rural es de 3.3 veces a 1 “una de las más altas del mundo”. La reconversión socio-económica ha provocado el desigual crecimiento entre las zonas urbanas y rurales. La emigración a la ciudad como un fenómeno que ya ocurrió en Europa durante la Revolución industrial en el siglo XVIII-XIX reforzó este planteamiento. Sin embargo, el gobierno chino planteó duros planes quinquenales, anclados en la política tradicional con el registro de hogares, para mantener un sector poblacional rural, que tampoco recibe ayudas para modernizarse. La carencia de estructuras es total, salvo en los núcleos metropolitanos. Las reformas de urbanización, globalización y privatización no se extienden a todas las zonas. Sus esfuerzos se centran en esta línea con la importación de alta tecnología y maquinaria industrial.El aumento de la demanda ha supuesto un ajuste de todo el comercio internacional, sobre todo, a raíz del auge de la demanda de energía, donde China ya consume el 35% del total de barriles de petróleo. Su apertura económica todavía se encuentra estancada en el ámbito continental donde se establecen la mayoría de las inversiones (India, Hong Kong o Vietnam), mientras que a Europa se dedica el 30%. No obstante, el elixir económico no ha espoleado una apertura hacia un régimen político que reconozca más derechos y libertades para una población que sigue sobreviviendo en una burbuja diferente al resto del planeta. El gobierno chino emplea todo tipo de censura para evitar filtraciones que puedan manchar la reputación de su régimen en un hermetismo que se contrapone con unas relaciones internacionales totalmente globalizadas. Como dato relevante, se puede destacar que, frente a una población de 1340 millones, el turismo exterior sólo abarca a 54 millones.Los brazos ejecutores de las autoridades intentan abarcar todos los ámbitos. Su planificación, además de afectar a la estructura económica, afecta a lo social. La controvertida ley sobre la planificación familiar en donde se obliga a tener únicamente un hijo ha provocado gran cantidad de abortos, un comercio ilegal y un tráfico de menores de cantidades incalculables. Ante esta situación, las familias prefieren los hijos varones lo que desemboca en un desequilibrio poblacional en el que la mujer no está valorada y que, lentamente, se va envejeciendo. Los niños menores de 14 años sólo suponen el 16% de la población. La mano de obra carece de cualificación y está sujeta a la precariedad laboral. Carentes de seguros y asistencias y sin mínimas prestaciones garantizadas. A la falta de preparación académica, derivada de una precaria red del sistema educativo, demandan trabajadores con alta cualificación, por lo que ante los problemas económicos de los países desarrollados son muchos los que entran en este país hermético del que poco dejan conocer.

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