Revista Cultura y Ocio

“La suerte del enano”, de César Pérez Gellida

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

«…Las cosas se pueden hacer igual de bien sonriendo que no sonriendo, pero cada día que no sonríes es un día tirado a la basura… a veces no hay demasiados motivos para ser feliz, pero eso no quita para que se deje de sonreír… ser libres, amigo mío, es razón suficiente para sonreír cada día…»

MaudyReseña escrita por Maudy Ventosa.

“La suerte del enano”, de César Pérez Gellida

Cubierta de: ‘La suerte del enano’

Empezamos por la sencilla, pero profunda, filosofía de la buena gente castellana –seguramente descendiente de vacceos–; esas personas humildes que han aprendido a vivir viviendo, ahora que nuestro autor vuelve a la tierra que lo vio nacer y en la que ha situado buena parte de su obra –la que durante cinco años llegó a ser capital del Imperio y por la que se pasearon Góngora, Quevedo y el mismo Cervantes–: Valladolid, que llegó a denominarse Pucela gracias al comercio que mantenía en la Edad Media con Pozzuoli. Y ahora siempre en boca de los aficionados al futbol. Empezamos pues, de manera suave, porque los muertos y la mafia vendrán después. Y es que este autor mata mucho, y lo hace muy bien; sin anestesia.

“Si detectan tu miedo serás vulnerable, si muestras
y demuestras tu ira serás indestructible”

Salta a la vista que César Pérez Gellida ama y admira profundamente su tierra, su patrimonio cultural y gastronómico, y como no, su gente. Acaba de publicar su última novela, La suerte del enanoEditorial SUMA–; si, ese enano en el que está usted pensando, aquel que fue… y se… Pues ese. Y como hace siempre antes de enfrentarse al folio en blanco, comienza conociendo y realizando una vasta documentación de los lugares en los que se va a desarrollar la trama. Ese trabajo previo, unido a su excelente pluma, consigue que le acompañemos, sin quejarnos ni dudarlo, en este recorrido impresionante que nos propone. Unas veces nos dejará absortos imaginando la belleza que describe, y otras a punto del vómito por el recorrido nauseabundo al que nos somete por el inframundo. Gajes del buen oficio, porque –cuenta al final de la novela– él lo recorrió primero.

En esta zona oscura, bajamos al subsuelo acompañados por un minero y un pocero; la descripción del itinerario por las alcantarillas que recorren la ciudad es tan vívida que el hedor te inunda la pituitaria amarilla mientras caminas, con dificultad, entre ratas y aguas fecales. Son los problemas de los buenos narradores; que te hacen vivir las historias… Pero no hay nada que no se cure con las delicias que se degustan en el Gastrobar Pasión o acabando la noche con unas copas en Zero Café, es decir, de café cero.

Robaba para sentirme vivo… Un robo será el eje sobre el que se construya la novela. La pieza elegida es una escultura del S. XVI de Berruguete, El Martirio de San Sebastián, la pieza de más valor del retablo de San Benito, en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, situado en una de las joyas más significativas del arte hispanoflamenco, el colegio de San Gregorio. El museo se sitúa en estos dos edificios civiles, la Capilla del Colegio y el Palacio del Marqués de Villena. Y puestos a seguir presumiendo de obras de arte, nos lleva a un convento en cuya iglesia hay tres lienzos originales de Goya, es el Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, los únicos que se conservan en Castilla y León.

“Cada vez tengo más claro que lo de encontrar piezas robadas depende más de la ineptitud del ladrón que de las aptitudes del guardia.”

Los personajes de La suerte del enano son antiguos conocidos y queridos por los lectores de Gellida. Sancho, y sin duda, la protagonista, la Jefa de Homicidios, Sara Robles, que aún no es capaz de gestionar sus emociones correctamente. Además de sentir que tiene ‘la suerte del enano’, no ha superado su adicción al sexo. Su doctora, sugiere una dialéctica conductual para controlar la ansiedad cuando tiene una “crisis”. Imagino la terapia seguida por algún actor famoso –y confeso de idéntica adicción– escuchando en su cabeza esas dos voces opuestas: Charlie “El Cachondo” y “Charlie El Puritano”. En la Comisaría, el equipo de siempre. El que da seguridad.

“Relativizar las consecuencias no disminuye la responsabilidad de quien toma las decisiones…”

Gellida hace un alarde, que siempre me sorprende gratamente, de sus conocimiento de fisiología; en concreto del sistema nervioso central, el periférico y el límbico… la causa y el efecto; la información que llega al cerebro para actuar en función de los mensajes que recibe; sin obviar lo que supone dar un golpe preciso y fracturar un hueso determinado provocando el efecto deseado y definido. O definitivo. Un lujo para el lector por los detalles y el aprendizaje que proporciona. A pesar de la dureza. Y por supuesto, la mafia rusa no tiene secretos para él, el entramado de jerarquías, alianzas, negocios… Un infiltrado no sabría más.

“Lo primero es neutralizar la amenaza inminente, y, si no hay amenaza inminente que neutralizar, se ataca antes de que lo haga tu oponente: neutralizar, aturdir, definir”

El guiño a Hanna Barbera me retrotrae a épocas añoradas –no por la incultura de la ministra de turno, sino por recuerdos agradables–, con los ratones –¿de alcantarilla?– Dixie y Pixie y el gato Jinks. Y si César se llamara Woody, veríamos su imagen al final del libro. Me encanta el cameo.

Ritmo trepidante, diálogos inteligentes y con retranca –únicos, diría yo–, descripciones precisas –recrea, más bien–, trama increíble… ¡Sigues siendo único! Como siempre, atrapada entre las páginas de esta novela negra apasionante de Gellida, ¡incondicional y hasta la próxima!

PERSONAJES:

  • Sara Robles, la de la lengua afilada, la de la broma sutil pero directa, la que se defendía atacando y moría matando. Se pregunta cómo es posible que se sienta atraída por un fulano que, a pesar de sus cuarenta y muchos años, lleva una camiseta de los Héroes del Silencio. Inspectora Jefa del Grupo de Homicidios de Valladolid. No cree en la suerte.
  • Ramiro Sancho, el pelirrojo, tuvo algo fuerte con Sara. Ahora está en la Unidad de la Interpol contra el tráfico de personas; persigue a la mafia rusa afincada en Marbella.  
  • Herranz-Alfageme, el comisario. Copito por su nívea tonalidad cutánea.
  • Patricio Matesanz es el que viene con el cuento del enano.
  • Álvaro Peteira, gallego, el más veterano. Subinspector; Sara es su jefa. Y Alex Botello, también del equipo.
  • Santiago Salcedo, inspector jefe de la Policía Científica.
  • Villamil, el forense al que su nieta ha cambiado la vida.
  • Mauro Craviotto, inspector jefe de la Brigada de Patrimonio Histórico; complexión ectomorfa, edad ambigua, facciones angulosas y pelo castaño intencionadamente despeinado. Aprendió del mejor, Antonio Ojeda. Se da un aire a Matthew McConaughey. En los pasillos de la UDEV le llaman el “Cortabragas”.
  • Nacho Garcia Llanes, 63 años jefe de Unidad del Subsuelo. Aficionado al teatro.
  • María Bolaños, directora del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Lo sabe todo.
  • Jesús del Río, gerente del Monasterio de San Joaquín y Santa Ana.
  • Alfonso Lezcano, Director de Seguridad del Museo nacional de Escultura; había sido Jefe del Servicio de Noche en Valladolid, del Cuerpo Nacional de Policía. Constitución atlética y buena talla.
  • Carlos Antonio Belmonte Camargo, tiene cincuenta y seis, soltero, natural de Madrid, pocero. Hace butrones en sus ratos libres.
  • Raimundo Trapiello Díaz, Rai, de Langreo. Ex minero del carbón, guaje, pinche, picador, cargador, caballista, vagonero o ayudante de asentista si era necesario. También rampero y barrenero. Él se considera picador de primera. Sin familia.
  • Nikita Chikalkin, es un pakhan de la Tambovskaya  Bratvá y jefe de Samir. Vive en una lujosa casa en Estepona. Tiene cincuenta y tres años y nació en San Petersburgo.
  • Vladimir Kumarin, es el pkhan, el jefe de los jefes de la Tambovskaya Bratvá –organización criminal de la mafia rusa-. Le nombran vor v zakone…
  • Tinus van der Dyke, El Espantapájaros, por extremada delgadez y desproporción morfológica; de facciones alargadas y estrechas, dentadura apiñada. Racional y analítico, capaz de enfrentarse a situaciones límites; experto en krav magá; padece el síndrome de Marfán. Nació en Zimbabue.
  • Samir Qabbani, brigadier de Vladimir Kumarin. Impone su formidable aspecto físico y su expresión indescifrable, diseñada para no transmitir emociones.
  • Émile Qabbani es su primo. El libanés. Odia a la gente que le hace sentir pequeño.

Y Azubuike Malika, Inspector de General del Grupo Estratégico contra el Tráfico de Personas; y José María Sanz, vigilante de seguridad del museo Nacional de Escultura de Valladolid; y Eduardo Martínez, el otro vigilante; y Teresa Gabarri Ferreduela, doña Teresa, la madre gitana… y José Antonio García Lesmes, anciano bien educado y bien vestido. Buen conversador. Ha trabajado casi cuarenta años en Parques y Jardines del Ayuntamiento, con cuyas palabras comenzaba la reseña. Todos estos, y más, en La suerte del enano. ¿A qué esperas para empezar a leer?

‘Gellidismo extremo en estado puro’

Sinopsis de La suerte del enano.
Un gran golpe al Museo Nacional de Escultura de Valladolid, un asesinato repleto de incógnitas y una inspectora poco social y adicta al sexo empeñada en librar todas las batallas: así es la nueva novela de César Pérez Gellida.

¿Se puede capturar al criminal perfecto?
Valladolid, 2019. Sara Robles es una inspectora singular. Encargada de resolver un macabro crimen, además tiene que lidiar con sus problemas cotidianos, estrechamente relacionados con la adicción al sexo y con un pasado que no termina de curar. Mientras tanto, El Espantapájaros, una misteriosa cabeza pensante, ha orquestado el robo perfecto junto a un exminero, un pocero y un sicario, y está a punto de llevarlo a cabo a través del alcantarillado de la ciudad.
La suerte del enano es una brillante novela con altas dosis de investigación policial, sexo y violencia en la que el lector profundizará en el complejo mundo de los robos de obras de arte y sus extensas ramificaciones que los relacionan con grupos de delincuencia organizada.
‘Gellidismo extremo en estado puro’.

Lee y disfruta de un fragmento de la novela.

“La suerte del enano”, de César Pérez Gellida

Cesar Pérez Gellida con Maudy Ventosa (foto de archivo)

El autor:
César Pérez Gellida nació en Valladolid en 1974. Es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que en 2011 decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor. 
Cesar Pérez Gellida irrumpió con fuerza en el mundo editorial con Memento mori, que cosechó grandes éxitos tanto de ventas como de crítica y obtuvo el premio Racimo de literatura 2012. Constituía la primera parte de la trilogía «Versos, canciones y trocitos de carne», que continuó con Dies irae y se cerró con Consummatum est y por la cual le fue otorgada la Medalla de Honor de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses 2014 y el Premio Piñón de Oro como vallisoletano ilustre. En 2015 publicó Khimera, su cuarta novela, y en 2016 inició su segunda trilogía, «Refranes, canciones y rastros de sangre», compuesta por las novelas Sarna con gustoCuchillo de palo y A grandes males.
Actualmente sigue escribiendo novelas y colabora como columnista en El Norte de Castilla.

El libro:
La suerte del enano ha sido publicado por la Editorial Suma de Letras en su Colección Tinta Negra. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 592 páginas.

Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.

Como complemento pongo el booktrailer de La suerte del enano, de César Pérez Gellida.


Para saber más:
https://perezgellida.es/

ó

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