Aranda / Agroalimentación
Dos empresas impulsan la creación de la marca de garantía ‘Torta de Aranda’
Rebajar la ambición. La falta de interés del sector lleva a aparcar la Indicación Geográfica Protegida. Potencialidad. Un centenar de panificadoras de cuatro provincias podrían acogerse al nuevo marchamo
DIARIODEBURGOS.ES 7-12-2010
J.C.O. / ARANDA
La Federación de Organizaciones de Panadería de Castilla y León ha aparcado la creación de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) ‘Torta de Aranda’ ante el desinterés de los panaderos afectados que «lamentablemente -indica su secretario, Miguel Ángel Santos- la mayoría no cree en el proyecto».
Desde esta agrupación se iniciaron los trámites hace dos años y medio para lograr una marchamo diferenciado de este tipo de pan para competir con el arma de la calidad con las grandes multinacionales que copan cada vez más cuota de mercado con una oferta basada casi en exclusiva en la baguette congelada e impedir que utilicen esa denominación empresas foráneas, como es el caso de una importante multinacional, para un producto que no es artesanal y se oferta mucho más barato.
En colaboración con el Centro Tecnológico de los Cereales y cofinanciados por la Administración regional se hicieron los estudios para determinar los antecedentes históricos de este alimento y la zona en la que se producción está generalizada. Unos informes que, sin que aún se haya pronunciado la Junta, según Santos son «muy positivos» y totalmente favorables para obtener la calificación.
La propuesta establecía una amplia zona amparada con el corredor del Duero como eje central y que abarcaba 180 municipios de cuatro provincias, con la capital ribereña como centro y un radio de acción de unos 40 kilómetros en sentido Norte, Este y Oeste, duplicándolo hacia el Sur. Un área que abarca alrededor de un centenar de panaderías, 37 en la provincia de Burgos y de ella 22 en Aranda, tras el cierre de Panadería Cebas, una de las históricas e importantes en la fabricación este característico pan.
Sin embargo, el hecho de que solo dos panificadoras -Panadería Castellana y obrador Tudanca- hayan respaldado el proyecto, ha llevado a reconsiderarlo y plantear una protección más modesta ya que, según Jesús Tudanca, con los gastos que implica un Consejo Regulador serían necesarias un mínimo de seis empresas implicadas. «Vamos a ir, en lugar de a una IGP, que es bastante más laboriosa y costosa de mantener, a una marca de garantía», explica Santos, sin descartar en un futuro ampliar, subir un escalón y reivindicar la IGP.
En opinión de Tudanca, el problema reside en que se trata de un sector muy atomizado y tradicional, en su mayoría integrado por pequeñas panaderías, reacio a dar el salto. «La gente no quiere complicaciones, el mundo de los panaderos es muy endógeno, marcados quizás por los horarios, sacrificios, no quieren complicarse más la vida... les va relativamente bien y se conforman», lamenta.
Para Antonio de Santiago, de Panadería Castellana, quien reclama una mayor implicación de la administraciones, sus colegas del sector no son conscientes de las oportunidades de negocio que se pueden abrir con la marca de garantía, ya que estaría amparada por el marchamo Tierra de Sabor que distribuyen El Árbol y Carrefour, e incide en que «lejos de ser una competencia nos necesitamos unos a otros».
Santos ratifica estos datos informando que si el Pan de Valladolid tenía un consumo residual de entre el 4 y el 6% con la marca de garantía está cerca del 12%. En su opinión la producción estimada de entre 10.000 y 12.000 tortas diarias en la zona amparada podría duplicarse muy fácil.
En los antecedentes históricos, elaborados por los catedráticos Cayetano Cascos Maraña y Fernando Molinero, se evidencia que el origen de la torta es residual. ««Era ‘el desecho’ del pan. Era un trozo de masa que se cogía, se aplanaba y se pegaba al techo del h orno, que era de barro, para ver la temperatura. Era un termómetro, y ese producto en lugar de tirarlo se lo comían. Y le daban un poco de aceite para que no se pegara tanto», explica Santos.