Revista Cultura y Ocio
Animales Nocturnos, de Tom Ford es una película que inquieta, seduce y enfrenta al espectador con lo que está viendo, incluso haciéndolo olvidar cuál es la historia principal que se cuenta: la de Susan Morrow (Amy Adams), una mujer que lee la novela que le envió su ex marido (Jake Gyllenhall).
Lo anterior, resulta tan sorprendente como disfrutable, ya que pone dos historias como si fueran una misma, además de jugar con los personajes interpretados por Jake Gyllenhall -quien desde Donnie Darko nada como pez en el agua en estas historias raras- y sugerir que lo que sucede en la historia de la novela -titulada juguetonamente "Animales Nocturnos"-, podría pasar también en la vida de Susan.
Lo cierto es que la película es un verdadero espectáculo, que aumenta su gozo al terminar de verla -en algún momento podría volverse lenta y repetitiva, al insistir en la trama de la misma novela-, pero su final abierto que permite teorizar lo que sucede con la historia de la película, no es más que una muestra de la riqueza de su guion, diseccionado y deslumbrante hasta el detalle más mínimo.
Justo lo más atractivo de la película es cómo a través de la ficción de la novela "Animales Nocturnos", la cual atrapa y engaña al creer que ese es el punto principal, siendo en realidad la base para crear la historia de la película Animales Nocturnos. Sin duda la cinta de Tom Ford goza de una metaficción exquisita que permite jugar con estas historias y mostrarlas como si en verdad sólo fueran una.
Con una Amy Adams que consigue mostrar dos personalidades distintas, entre el arrepentimiento y el resentimiento, complicando su personaje, y un Jake Gyllenhall que así como se muestra torpe, explota, aderezados con una banda sonora que estremece, se completa Animales Nocturnos, una seductora y provocadora película que lleva a admirarla pero también a diseccionarla.