Revista Arte

La Última Cena, Leonardo da Vinci,

Por Baluarte
La Última Cena, Leonardo da Vinci,
La última Cena de Leonardo Da Vinci es un óleo sobre yeso de 4,60 x 8,80 metros, pintado entre 1495 y 1498 en la pared del refectorio de la iglesia de Santa Maria delle Grazie (Milán), elegida por el duque Ludovico Sforza como capilla y mausoleo de familia, y cuyo tribuna y presbiterio había hecho renovar por Bramante en 1492.
Desgraciadamente, su empleo experimental del óleo sobre yeso seco provocó problemas técnicos que condujeron a su rápido deterioro hacia el año 1500. Desde 1726 se llevaron a cabo intentos fallidos de restauración y conservación y en 1977 se inició un programa haciendo uso de las más modernas tecnologías, como consecuencia del cual se han experimentado algunas mejoras. Aunque la mayor parte de la superficie original se ha perdido, la grandiosidad de la composición y la penetración fisonómica y psicológica de los personajes dan una vaga visión de su pasado esplendor. Leonardo realizó este mural con una técnica no convencional como era utilizar temple y óleo en lugar de fresco porque en este último se precisa una cierta rapidez en la ejecución, cosa impensable en el toscano. La consecuencia es que a los pocos años ya se estaba deteriorando, cuarteando y desprendiéndose. Varias inundaciones acaecidas en Milán contribuyeron al deterioro de la obra. La incorporación de una puerta en la sala en 1652, cercenó los pies de varios personajes del mural. En 1797 un ejército francés utilizó la sala como establo deteriorando la obra aún más. En 1943 los bombardeos aliados pusieron su grano de arena en el progresivo deterioro de la obra.
Iconografía:
A la izquierda de Jesús está el grupo encabezado por Santiago el mayor; al se le identifica por los brazos extendidos en forma de cruz. Está en una actitud de sorpresa indignada, como quien dice: “pero ¡cómo puede ser Señor!” Este es el discípulo que un día dijo a Jesús que estaba dispuesto a tomar el trago amargo que Jesús iba a tomar, con tal, claro está, de que Jesús le permitiera sentarse a la derecha de su trono (ver: Mateo 20, 20-24) Con él están Tomás y Felipe. Tomás con su dedo levantado parece recordar a Jesús que él prometió ir con él a la muerte si a la muerte tenía que ir (ver: Juan 11, 16) Fuera de estos dos que parecen estar seguros de que no son traidores, vemos a Felipe, representado con una cara de niño ingenuo enclavada en un cuerpo robusto, tiene la actitud de alguien que está horrorizado de sólo pensar que podría ser él el traidor. Realmente, él no conoce bien a Jesús. Grupo 3
A la extrema izquierda de Jesús, vemos otro grupo de tres discípulos: Mateo, Tadeo y Simón. Dos de ellos, Mateo y Tadeo, dan la espalda a Jesús. Parecen más interesados en hablar con Simón, quizás porque, apodado el zelota (ver, Lucas 6, 15), lo tienen por sospechoso de ser el traidor. Judas Tadeo y Mateo estarían cerciorándose de ello. Grupo 4
En el otro extremo de la mesa, a la derecha de Jesús, encontramos el grupo de Bartolomé, Santiago el menor y Andrés. Están realmente consternados. Santiago, pintado por Da Vinci con enorme parecido a Jesús, fiel a la tradición oral que lo llamaba “el hermano de Jesús”, tiene su mano puesta sobre el hombro de Pedro, como instándole a que le diga lo que Juan le podría revelar. Natanael, el hombre sin dobles, está de pie, firme como la justicia, delante de una traición inadmisible. Andrés parece recibir de Santiago un susurro al oído, como quien le pregunta si sospechaba de alguien. Con sus manos abiertas y levantadas delante de su pecho, Andrés parece decir a Santiago que él no sabe nada de nada. El asombro se nota en su rostro. Grupo 1
Siempre a la derecha de Jesús, pero mucho más cerca de él, encontramos los tres discípulos que Da Vinci ha querido poner de relieve en esta representación pictórica del anuncio de la traición que hace en el contexto de la Última Cena. Este grupo está conformado por Pedro, Juan y Judas Iscariote.
Pedro es el discípulo que enfadó a Jesús, por más de una vez; por ejemplo, cuando se opuso a que Jesús marchara a Jerusalén, habiendo anunciado Jesús que debía ir para morir y cumplir así la voluntad de su Padre celestial. Jesús reprendió fuertemente a Pedro delante de los demás. “Apártate de mí Satanás” le dijo. Y añadió: “tú me estorbas en el camino” (Marcos 8,33) En el mural de la Última Cena reconocemos a Pedro por dos señales: la primera, porque está susurrando al oído de Juan para que indague con el Maestro quién es el traidor; en segundo lugar, porque su mano derecha, escondida detrás de la espalda de Judas Iscariote, empuña la espada que sacará en el Huerto de Olivos para defender a Jesús de sus raptores. Lo vemos ansioso por saber quién es el traidor. Su ansiedad se explica porque ya varias veces él había cometido errores, casi involuntarios.
Judas Iscariote aparece integrando este grupo de tres. En realidad no lo integra. Está allí para guardar las proporciones del orden y del equilibrio que Da Vinci inyecta a su mural. De hecho, la actitud como lo ha pintado Da Vinci proyecta la imagen de alguien que está aislado, seguro de sí mismo. Es el único que no parece inmutado. Su brazo derecho se apoya en la mesa, como proyectando la imagen de que él es dueño de la situación. Su mano derecha empuña firmemente la bolsa. Su mano izquierda, suavemente encrespada hacia arriba como la cabeza de una serpiente que se dispone a cazar su presa, se adelanta hacia la mano de Jesús. Su cara airosamen1te levantada, su mentón en alto, proyecta una actitud desafiante.
Juan es el discípulo “preferido de Jesús” (Juan 13, 23) Entre los que Jesús llamó, es el más joven. Apenas tenía dieciocho años. Prácticamente está en el séquito de Jesús gracias a que su hermano mayor escuchó el llamado de Jesús y lo siguió. Siguiendo a su hermano, Juan termina por seguir a Jesús. Ambos, Santiago y Juan, eran hijos del Zebedeo. Da Vinci lo pinta con un rostro todavía por definirse en la masculinidad. Además, lo agracia con un rostro de ángel. La tradición sostiene que este apóstol fue casto y puro. Juan se siente fuertemente jalado por Pedro que le pone la mano en el hombro para que acerque su oído a su boca. Teniendo en cuenta de que el mismo Pedro es jalado por Santiago el Alfeo porque él mismo querría saber qué es lo que le dice Juan, se comprende la fuerte inclinación del cuerpo de Juan hacia su derecha Grupo 2
Características
Usando la horizontalidad teatral pinta una gran mesa cuadrada, los apóstoles sentados alineados a ella con Jesucristo en el medio y detrás una sala grande con ventanas al exterior, viéndose un paisaje montañoso en ellas todo bajo un techo de madera (con visibles vigas de madera) todo elaborado con formas cuadradas (las ventanas, la mesa, la caída del mantel en la mesa, el techo, los bárrales rectangulares... no hay ni un arco.
Leonardo ilumina la escena con luz artificial a su conveniencia también; prescinde de la iluminación natural que suministrarían las ventanas traseras y solo la usa para difusamente aureolar la cabeza de Cristo durante este momento que anuncia la traición de Judas, para dar un contraluz.
La visión desde las ventanas aporta perspectiva y una visión hasta la lejanía por el paisaje que desde ellas se aprecia.
La composición está muy calculada para que, siendo muy estricta en el orden y las jerarquías, parezca, sin embargo, algo casual. Los doce apóstoles se sitúan seis a cada lado de Jesús y repartidos por grupos de tres, grupos más o menos cerrados. La figura de Jesús aparece en el centro, con una forma triangular o piramidal propia del pleno clasicismo renacentista y muy usada por Leonardo en otras obras. Su figura forma como un paréntesis cerrado, como la almendra mística del Pantócrator románico. Los apóstoles no lo tocan, ni siquiera se acercan, permanece sólo. Detalle de Jesús
Todas las líneas arquitectónicas juegan a su favor. En realidad toda la habitación está diseñada para Él. Las líneas de fuga que forman los cuadros de las dos paredes laterales terminan en su cabeza, al igual que las líneas del techo. El frontón circular que remata la ventana del centro en realidad lo corona a él. Su rostro es el único que se recorta enteramente sobre el paisaje del fondo. Está rodeado por sus apóstoles pero está sólo. Si unimos el espacio que dejan los apóstoles con su figura triangular nos da una W, una V entre él y San Juan, una Λ que forma Jesús y otra V entre él y Santiago.
En esta obra, como en otras de Leonardo, aplica la técnica del Sfumato diluyendo todos los contornos y prescindiendo del uso de la línea. Se aprecia perfectamente esta técnica en el rostro de Jesús, así como en todo el baile gestual de las manos, las muchas manos leonardescas, redondas y carnosas, que se convierten en protagonistas de los diálogos en la cena.
El Autor
Leonardo da Vinci es uno de los grandes genios del Renacimiento (Cinquecento), destacando como artista, inventor y descubridor. Nació en 1452 en Vinci, siendo hijo ilegítimo de un notario florentino. Se crió en Florencia y aprendió en el taller de Verrocchio (orfebre y escultor protegido de los mecenas Medici) en donde se codeó con Boticelli y el Perugino. Con 20 años ya es maestro independiente, interesándose mucho por descubrir nuevas técnicas para trabajar al óleo. Sin embargo, continuó ligado al taller de Verrocchio hasta prácticamente su marcha de Florencia. Su reputación crecía y los encargos aumentaban. En 1482 se traslada a Milán, ofreciendo sus servicios a Ludovico Sforza, Duque de Milán; había marchado a Milán como embajador de Florencia, dentro del plan de los Medici de difusión del arte florentino como motivo de prestigio e instrumento de propaganda cultural. Tras la invasión de Milán por las tropas francesas, regresa a Florencia y realiza múltiples disecciones, mejorando y perfeccionando su conocimiento de la anatomía.En 1507 entró al servicio de Luis XIII de Francia, para quien trabajó como pintor e ingeniero. Entre 1513 y 1516 está en Roma, pero consciente de que no puede competir con Miguel Ángel acepta la invitación de Francisco I de Francia y se traslada allí, falleciendo en el castillo de Cloux, cerca de Amboise, en 1519.
Su producción estuvo marcada por el interés hacia el claroscuro y el sfumato, la técnica con la que difumina los contornos, consiguiendo una excelente sensación atmosférica como se aprecia en su obras más famosas, la Gioconda y esta. Su faceta como dibujante también es destacable, conservándose una gran cantidad de apuntes.
Leonardo representó una ruptura con los modelos universales establecidos durante el Quattrocento. Se opuso al concepto de "belleza" ideal, defendiendo la imitación de la naturaleza con fidelidad, sin tratar de mejorarla. Y así contempla la fealdad y lo grotesco, como en sus dibujos de personajes deformes y cómicos, considerados las primeras caricaturas de la historia del arte. Su dominio del color y la atmósfera le hace también el primero en ser capaz de pintar el aire. La perspectiva aérea o atmosférica, como hoy se conoce, es una característica inconfundible de su obra, en especial de los paisajes. Leonardo fue el primero en considerar que la distancia se llenaba con aire y que éste hacía que los objetos lejanos perdiesen nitidez y se viesen azulados. Trató de demostrar el carácter científico de la pintura y tuvo mucho interés por las proporciones del cuerpo humano, del caballo y de la arquitectura.
Proyectó un Tratado sobre pintura y sobre proporciones que no llegó a publicar.
Los enigmas de la obra
La Cena de Leonardo está sembrada de detalles desconcertantes y para los amantes de la criptología la obra esconde un mensaje oculto sobrecogedor: no muestra el cáliz, ni a Cristo instaurando el sacramento de la eucaristía. Los discípulos son en realidad retratos de importantes heterodoxos de su época, los apóstoles, no tienen halo de santidad, los pintó deliberadamente humanos; Leonardo se autoretrató en la cena dando la espalda a Jesús, como posicionándose contra la versión oficial de la Iglesia; no es una cena pascual, como dicen los evangelios, no hay carne en la mesa, sólo hay pescado y algunos otros alimentos.
Vamos al misterio: ¿qué hace un amenazante cuchillo en la zona izquierda y quien lo empuña?. ¿Por qué el segundo apóstol por la izquierda es idéntico a Jesús incluso en el atuendo? ¿Alude esto a la creencia de que Jesús tenía un hermano gemelo?. ¿Quién es realmente el personaje a la izquierda de Jesús? ¿No es demasiado femenino para ser un apóstol ?, ¿Es María Magdalena o el Joven apóstol Juan?.
A Leonardo Da Vinci le llevó siete años completar su famosa obra titulada " La Última Cena". Las figuras que representan a los 12 apóstoles y a Jesús fueron tomadas de personas reales. La persona que sería el modelo para ser Cristo fue la primera en ser seleccionada. Cuando se supo que Da Vinci pintaría esta obra, cientos de jóvenes se presentaron ante Leonardo Da Vinci para ser seleccionados. Da Vinci buscaba un rostro que mostrara una personalidad inocente, pacífica y a la vez bella. Buscaba un rostro libre de las cicatrices y los rasgos duros que deja la vida intranquila del pecado. Finalmente, después de algunos meses de búsqueda seleccionó a un joven de 19 años de edad como su modelo para pintar la figura de Jesús. Por 6 meses Leonardo da Vinci trabajó para lograr pintar al personaje principal de esta magnánima obra.
Durante los 6 siguientes años, Da Vinci continuó su obra buscando a las personas que representarían a 11 apóstoles; dejando para el final a aquel que representaría a Judas, el apóstol que traicionó a Cristo por 30 monedas de plata. Por semanas estuvo Da Vinci buscando a un hombre con una expresión dura y fría. Un rostro marcado por cicatrices de avaricia, decepción, traición, hipocresía y crimen. Un rostro que identificaría a una persona que sin duda alguna traicionaría a su mejor amigo. Después de muchos fallidos intentos en la búsqueda de este modelo llegó a los oídos de Leonardo Da Vinci que existía un hombre con estas características en el calabozo de Roma.
Este hombre estaba sentenciado a muerte por haber llevado una vida de robo y asesinatos. Da Vinci viajó a Roma en cuanto supo esto. Este hombre fue llevado ante Da Vinci a la luz del sol. Leonardo Da Vinci vio ante él a un hombre sin vida, un hombre cuyo maltratado cabello largo caía sobre su rostro escondiendo dos ojos llenos de rencor, odio y ruina. Al fin Leonardo Da Vinci había encontrado a quien modelaría a Judas en su obra. Por medio de un permiso del rey, este prisionero fue trasladado a Milán al estudio de Leonardo Da Vinci. Por varios meses este hombre se sentó silenciosamente frente a Da Vinci mientras el artista continuaba con la ardua tarea de plasmar en su obra al personaje que había traicionado a Jesús. Cuando Leonardo dio el último trazo a su obra se volvió a los guardias del prisionero y les dio la orden de que se lo llevaran. Mientras salían del recinto de Da Vinci el prisionero se soltó y corrió hacia Leonardo Da Vinci gritándole: "¡Da Vinci!! ¡Obsérvame!! ¿No reconoces quién soy?" Leonardo Da Vinci lo estudió cuidadosamente y le respondió: "Nunca te había visto en mi vida, hasta aquella tarde fuera del calabozo de Roma." El prisionero levantó sus ojos al cielo, cayó de rodillas al suelo y gritó desesperadamente: "¡Oh Dios! Tan bajo he caído!" Después volvió nuevamente su rostro al artista y le gritó: "Leonardo Da Vinci!! Mírame nuevamente, pues, yo soy aquel joven cuyo rostro escogiste para representar a Cristo hace siete años!!!".

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