Revista Opinión

La venganza de Cassandra

Publicado el 09 julio 2011 por Carmentxu

Al no acceder a sus deseos, Cassandra fue castigada por el dios Apolo a mantener el don de la videncia, pero no el de la persuasión. Así, aunque sus oráculos fueron siempre ciertos, el castigo de no ser creída multiplicó la tragedia. Cassandra pronosticó que la llegada de Paris a Troya, con su amada Helena, traería la desgracia a la ciudad y supondría la pérdida de la capital, y se opuso a introducir el caballo que habían dejado los griegos (¡los griegos!) a las puertas de la ciudad porque, dijo, estaba lleno de soldados que destruirían Troya, como así fue. Sólo la creyó Lacoonte, que fue devorado por serpientes enviadas por Apolo.

Cassandra, olvidada y relegada en la mitología, devuelve la afrenta trayendo a las agencias de clasificación, dotadas con el don de la persuasión pero no de la videncia. Pero Cassandra no ha tenido en cuenta que los tiempos son otros. Ahora la persuasión lo es todo. No basta con ser bueno, hay que parecerlo. Incluso se puede ser muy maquiavélico: sólo hay que persuadir de que no se es. Vivimos en la época de las palabras, de la tergiversación, de los dobles y triples sentidos, de los globos sonda que estallan y se desinflan, tanto da: el resultado es idéntico tanto si la amenaza es real como si no, sólo hay que persuadir.

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Moody’s, que estos días triunfa en Twitter, junto a Fitch y Standard&Poors son estos nuevos oráculos que nos envía Cassandra en venganza: dotados con el don de la persuasión, no así de la videncia. Pero tanto da. Basta una advertencia suya, infundada o no (¿quién se para a analizar esas nimiedades?) para hundir un país e hipotecar su futuro, devaluar una moneda o elevar hasta los cielos chiringuitos de estafa piramidal en beneficio de los mismos especuladores que financian sus pronósticos. No creo que la solución sea controlar la labor de estas agencias, ya incontrolables con tantas grutas secretas en sus sótanos, ni crear otras europeas que nos favorezcan a nosotros en detrimento de otros. Creo que la solución sería relegarlas al ostracismo como le ocurrió a Cassandra y enviar a sus analistas a una isla desierta donde se den de bruces con la economía real y tengan que construir sus casas, cazar, pescar y cultivar la tierra para comer y vestirse. Creo que la solución sería que pasaran frío en invierno y calor en verano, lejos de la temperatura de confort. Se les quitarían las ganas de especular.


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