Revista Cultura y Ocio

La vergüenza del Laconia

Por Grisom_es @JuanjoOrtizCruz
El 12 de septiembre de 1942, el Laconia, un translaticio reconvertido como transporte de tropas que lleva el nombre de otro hundido durante la Primera Guerra Mundial, fue torpedeado en el Atlántico sur por el submarino alemán U-156, al mando del capitán de corbeta Werner Hartenstein. El Laconia transportaba 2732 personas, entre los que se encontraban 1800 prisioneros italianos capturados en el Norte de África y familiares de de funcionarios coloniales británicos. Cuando Hartenstein oyó gritos de ayuda en italiano, y para evitar un mayor número de victimas en una aguas infestadas de tiburones decidió rescatar a los supervivientes.
La vergüenza del Laconia
El Laconia había enviado un SOS y Hartenstein pidió en inglés a través de la radio que todos los barcos que se encontraran por la zona acudieran en auxilio del Laconia. Tambien se puso en contacto con el jefe de la Kriegsmarine, el almirante Dönitz, que ordenó al U-506 y al U-507 que acudieran al rescate. Las autoridades de la Francia colaboracionista de Vichy en Dakar enviaron el crucero Glorie y dos barcos más pequeños.
Mientras acudía la ayuda, Hartenstein rescató 260 supervivientes, de los que pasó la mitad al U-506. 157 más fueron subidos a bordo del U-507, y decenas más en botes salvavidas. Las cubiertas de los submarinos alemanes se encontraban atestadas, y los repletos botes salvavidas eran remolcados cuando apareció un bombardero Liberator norteamericano que hizo un circulo y desapareció de la vista. Algunos minutos después volvió a aparecer y lanzó varias bombas contra el submarino de Hartenstein, a pesar de las señales luminosas y de radio; y la bandera de la cruz roja que ondeaba en la torreta.
La vergüenza del Laconia
En el ataque el U-156 resultó dañado, y Hartenstein tuvo que ordenar que los supervivientes de que llevaba en su submarino fueran devueltos al océano. Aún así, Dönitz ordenó que los U-506 y U-507 siguieran con las operaciones de rescate. El día 18 los submarinos entraron en contacto con los barcos franceses con lo que se logró salvar a 1200 personas.
A consecuencia del fatal ataque del Liberator, Dönitz ordenó a todos los submarinos que para evitar situaciones similares, a partir de ese momento no se rescataran más supervivientes. Cuando, ya finalizada la guerra, en los juicios de Nüremberg, Dönitz fue acusado de asesinato por dar esa orden, aunque el tribunal lo condenó por otros motivos, fue absuelto porque los Aliados, precisamente, habían librado una guerra submarina sin restricciones y en poquísimas ocasiones habían rescatado a los supervivientes.

La vergüenza del Laconia

Capitán Werner Hartenstein

Para saber más:
Wikipedia
Foro Segunda Guerra
U-Historia
La Kriegsmarine
La Gazeta

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