Revista Cocina
Parece que con la llegada del los primeros días del mes de septiembre todos nosotros renovemos nuestras inquietudes y nos emplacemos con nuevos proyectos y retos. Es tiempo para que hagamos examen de conciencia y retomemos las cosas dejadas en el, al parecer, largo letargo del verano y recobremos fuerzas para afrontar un nuevo curso gastronómico. Tras un verano en el que las opiniones van desde las mas optimistas a las más pesimistas, tras unos días en los que nos hemos dejado llevar por las ilusiones frente a las realidades, después de ver las aperturas de macro centros gastronómicos con ofertas de todo tipo o posteriormente ver nuevos negocios llenos de ganas pero con futuros inciertos que solo el tiempo y la voluntad les posicionará o les hará desaparecer, y además constatar cómo las instituciones turísticas y gastronómicas intentan hacer de la gastronomía la panacea de la salvación, llega la hora de la reflexión. Los usos y costumbres del buen comer y el buen beber han cambiado. La cultura gastronómica cada día es mucho mayor por parte del comensal. Las redes sociales hacen que las opiniones primen sobre los conceptos. La crítica fácil y sin ser argumentada ha pasado a ser un signo equivocado de conocimiento. Los grupos gastronómicos han conseguido un pseudo-poder muy peligroso de resultados inciertos. Los prescriptores de nuestra gastronomía hacen uso y desuso de ella. La burbuja gastronómica parece que vuelve a revolotear por nuestros cielos gastronómicos. La apuesta por la formación sigue siendo una asignatura pendiente de nuestros profesionales y principalmente de nuestro empresariado más preocupado por la rentabilidad del momento que del futuro. Las cocinas de muchos de nuestros establecimientos tiran de mano de obra no cualificada simplemente por el ahorro de unos pocos euros y sin creer que éxito pasa por la formación de buenos equipo y buenos desempeñadores de labores. Las instituciones tras años de utilizar a nuestros cocineros para beneficio propio ahora lo limitan y personalizan. Ahora el comensal en vez de recordar lo bien que ha comido, lo genial que ha sido tratado o el recuerdo de un plato, solo comenta lo que ha pagado.
Es hora de empezar el curso y saber las asignaturas y el plan de estudios que debemos seguir. Es hora de hacer los deberes. Y los deberes simplemente, querido lector, son que empieces de nuevo este artículo desde el principio y te los pongas. Reflexionemos.
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