No voy a aburriros. Los lectores de este cuaderno sabéis que una de mis bodegas peferidas es la de los Lapierre, en Villié-Morgon (Beaujolais). Recogen ahora mismo cuatro generaciones de viticultura que tienen su punto de inflexión en el encuentro entre Marcel y Jules Chauvet. Marcel toma entonces la decisión que hará que esta bodega produzca vinos que jamás me cansaré de beber. Mejor lo digo con sus propias palabras: "des méthodes de culture douce (Biologique, Biodynamique), et à repratiquer des vinifications non-interventionnistes.". Dejadme proponer algunas traducciones para este adjetivo clave, "douce": se trata de una viticultura suave, ligera, clemente con la tierra, armoniosa, moderada, alternativa, natural (todas ellas acepciones, en francés, para "doux, douce" en Le Petit Robert 2006). "Notre idéal étant de faire du vin 100% jus de raisin." Eso significa el vino de los Lapierre. Gamay 100%. Racimos enteros. Maceración semicarbónica sin SO2. Fermentación sin SO2 añadido ni levaduras seleccionadas. Dura entre 20 y 30 días. Filtración por gravedad de las lías gruesas y reposo del vino en sus lías finas en fudres de entre 3 y 13 años. Este vino, tras nueve meses de reposo, se embotella sin filtrar y sin añadir, de nuevo, SO2. De las tres versiones de cada cosecha (hay otra versión idéntica, pero con sulfitado en todas las operaciones; y la Cuvée Marcel Lapierre), ésta es la que más me gusta. Para mí es la que ofrece el auténtico espíritu de aquello que Marcel y Chauvet hablaron en su momento.Vino sin más, que ofrece las señas de identidad anuales, nunca las mismas, de Villié-Morgon, en el corazón del mejor Beaujolais. Añado que la gamay y la pinot noir son dos de mis variedades preferidas.
2010 ofrece una gran versión del Lapierre Morgon sin sulfitos. Una versión con la que Matthieu se siente muy cómodo, muy en su casa. Una versión con pulpa, con "chicha", con entidad y cuerpo pero, al mismo tiempo, sedosa y ligera. Taninos pequeños y redondos. Pasa como un suspiro y es, cómo no, uno de esos vinos que sirven como pocos para comer casi todo. 13% para tomar sobre los 15-16ºC. No hace falta decantar ahora mismo. Por decirlo en pocas palabras: único. Auténtico. Natural. Pimienta roja en el árbol. Brezo. Ligero. Madroño maduro. Cereza. Brisa. Fermentación. Frescura. Atrevimiento. Lo tomamos con unos spaghetti al dente aderezados con la salsa que véis a continuación. Un suculento "aglio, olio, peperoncino" del que, una vez impregnado de sabores el aceite, retiro todo. Entonces frío en décimas de segundo unas hojas grandes de albahaca casera, que queden "crec-crec". Apago el fuego y en ese rescoldo, sofrío muy ligeramente dados de tomate maduro (los corto a octavos). Y después dejo que se confiten un poco. Vuelvo a poner en la paella los ajos, las guindillas y la albahaca frita. En la mesa, una vez servida la pasta, se añade un poco de albahaca fresca sobre este aderezo. Ese contraste de trigo, tomate maduro, ajo, aceite, guindilla y los dos tipos de albahaca es delicioso. Y el trago del Lapierre Morgon 2010 (sin SO2!: sobre los 14€) te pone en contacto directo con el panteón grecorromano que, en verano, comerá cosas de este estilo, ¿no?