Revista Cine
y Julen Alonso
Heisenberg, Netflix y el resto
Si hace un par de días, en el top cinematográfico, nos quejábamos de que 2013 había sido un año con escasez de obras maestras, en la televisión la historia es bien diferente. Y es que llevamos años viendo cómo, temporada a temporada, las series que desataron la fiebre catódica que vivimos hoy en día van desapareciendo. Pero casi como si se tratara de una Hidra mitológica, las ficciones se reproducen y multiplican, sirviéndose de nuevos caminos y fórmulas -como la plataforma Netflix-, hasta saturar el panorama como nunca antes habíamos visto.
Por supuesto, aún es pronto para atestiguar si las recién llegadas The Americans, Hannibal, Orange is the New Black, House of Cards o Masters of Sex son capaces de llenar el hueco que han dejado The Office, 30 Rock, Spartacus y, sobre todo, Breaking Bad en nuestra ración de risas, tensión y emoción en dosis semanales de 40 minutos, pero sus primeras temporadas sí han sido lo suficientemente contundentes como para entrar en nuestro ranking, confeccionando un listado dominado por las novedades y que representa ese cambio de nombres propios en el panorama televisivo de 2013 en adelante.
El listado completo, así como las finalistas y alguna mención especial, tras el salto.
Las 10 mejores series de 2013:
10- The Americans (temporada 1)
The Americans (crítica aquí) no es sólo uno de los mejores estrenos del año, sino que supone todo un soplo de viento fresco a un género, el espionaje, del que creíamos saberlo todo. Una dinámica basada en la rutina de un matrimonio norteamericano, una afable pareja por el día y espías de la KGB de noche, produce un marco narrativo riquísimo a caballo entre el clásico thriller y el drama familiar. Porque si a algo nos tiene acostumbrados la cadena de FX, es a mostrar series de fuerte carga familiar (The Shield, Sons of Anarchy), y es lo que convierte a The Americans en una obra con sello propio.
Los Jennings no se reflejan como agentes de fe ciega ante las órdenes del Kremlin, de ahí el conflicto de la serie, centrado en la evolución de unos personajes que, a medida que sus hijos norteamericanos crecen, van perdiendo su identidad y se cuestionan a sí mismos y a sus complejos lazos emocionales, ya no sólo como americanos o soviéticos, sino como marido, mujer, padre o madre. Con un piloto estratosférico, la temporada se mantiene a un nivel sensacional, sostenida sobre un perfecto ritmo carente de pirotecnia o tópicos hasta llegar a un final cargado de tensión donde no vimos ningún giro de guión imposible, pero que nos sirve para comprobar que The Americans se apoya sobre un argumento más sostenible y terrenal. Porque la Guerra Fría no ha hecho más que comenzar y tenemos agentes dobles para rato.
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9- Person of Interest (Vigilados) (temporada 3)
Vigilados quizás sea la serie que más alegrías nos ha dado capítulo a capítulo en 2013. Con un piloto sencillamente interesante, Person of Interest (crítica aquí) nos regaló en 2011 una primera temporada muy entretenida y con muchas posibilidades. El segundo año fue de hecho la confirmación del buen hacer de los guionistas, otorgando a la serie producida por J.J.Abrams y el pequeño de los Nolan un marco narrativo mucho más rico y dinámico, escondido bajo una estructura procedimental que en esta tercera entrega se ha mostrado más como una excusa que nunca. La organización HR, Elías, el pasado de sus protagonistas y, por supuesto, la máquina, por fin con conciencia propia, han logrado que Person of Interest deje atrás de una vez por todas la sensación de déjà vu que producían unas entregas bastante similares entre sí hasta diseñar un universo propio, tan rico como para no tener nada que envidiarle a Expediente X, con la que comparte más formulación de la que parece en un principio.
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8- Behind the Candelabra (telefilme)
Aunque no es estrictamente una serie, el sorprendente recital en el que se tradujo el telefilme Behind the Candelabra, emitido en HBO, no podía faltar en nuestro ranking. Su inclusión no sólo se debe a la resurrección para la carrera de Michael Douglas que ha supuesto el proyecto, ni a la tan cachonda como atrevida interpretación de Matt Damon -como el amante del primero-, sino, principalmente, a que supone el adiós artístico del realizador Steven Soderbergh (Ocean´s Eleven, Traffic), que a comienzos de año se confesaba cansado de su profesión, consciente de que guardaba todo un número estrella para su despedida. No hace falta ser fan acérrimo del cantante y pianista Liberace para quedarse embelesado con el trabajo de un Douglas tan creíble como divertido, así como por una puesta en escena por todo lo alto. Behind the Candelabra no es sólo una de las mejores propuestas televisivas de 2013, sino uno de los mejores biopics centrados en un cantante que hemos visto en mucho tiempo.
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7- Utopía (miniserie)
Si Behind the Candelabra nos servía para homenajear a un año lleno de grandiosos telefilmes, Utopía hace lo propio en el apartado de las mini series, donde tanto Parade´s End como The Hollow Crown, The White Queen y muchas otras podrían ocupar un puesto destacado en nuestra selección. La ficción de Channel 4 nos proponía un puzzle basado en la pura "conspiranoia", centrado en la búsqueda por parte de cuatro desconocidos de un manuscrito que esconde las claves para la destrucción de la humanidad.
Lo que puede parecer una propuesta algo críptica al principio no tarda en ir cobrando sentido mientras el espectador desgrana progresivamente la conspiración y descubre las terribles intenciones de sus artífices. Además, el villano interpretado por Neil Maskell es una mezcla de lo más aterradora entre el Anton Chigurth de Bardem en No Es País Para Viejos y el Alex de Malcolm McDowell en La Naranja Mecánica. Por la función también se pasea el gran Stephen Rea.
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6- Orange is the New Black (temporada 1)
Después de conocer las sombras de la vida en prisión gracias a la tan cruenta como imprescindible Oz, en 2013 nos ha tocado descubrir la luz que también alberga el mismo universo. De la mano de la creadora de Weeds, ya con los entrañables Botwin en el recuerdo, nos adentramos desde el piloto de Orange is the New Black en los entresijos de una cárcel de mujeres, acompañando a su protagonista, Piper (Taylor Schilling), que cumple condena por un delito menor. Las jerarquías establecidas, los roles adjudicados y la lucha por la supervivencia y el respeto en la convivencia diaria de un presidio femenino se convierten en las piedras angulares de esta comedia de Netflix, que no por basar sus cimientos en el humor negro está exenta de drama. Además, también sirve para comprobar que Jason Biggs sigue vivo.
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5- House of Cards (temporada 1)
Tras la desaparición de El Ala Oeste de la Casa Blanca, seguramente muchos amantes del género se quedaron huérfanos de tejemanejes y chanchullos políticos. Si bien es cierto que Boss, estrenada en 2011, nos devolvía la temática en mejor forma que nunca, aún lloramos su inevitable cancelación por parte de Starz tan solo un año después. Con House of Cards, sin embargo, Netflix ha conseguido encontrar un equilibrio entre el acercamiento concienzudo a los personajes, la formulación clásica y una apariencia atractiva y seductora, resultado de unos valores de producción no ya parecidos a los del cine, sino completamente equivalentes.
Gracias a Netflix, House of Cards se ha convertido además en la primera serie en la que la totalidad de sus episodios han sido publicados el mismo día, estrategia que se repetirá con la segunda temporada. Sus dos primeros capítulos, dirigidos por el genial David Fincher, son desde luego todo un envite de lo que la serie de Kevin Spacey ambiciona. Sin embargo y a pesar de que a mitad de temporada existe una pérdida de ritmo importante -pese al trabajo de realizadores como James Foley o Joel Schumacher-, los últimos capítulos acaban resultando frenéticos en su empeño por retratar al mayor hijo de puta que sigue en activo en la pequeña pantalla: Frank Underwood. Porque no podemos evitar simpatizar con el carismático congresista cuando se dirige a la cámara en una de sus frecuentes charlas con el espectador, ya sea para explicar los entresijos de la política estadounidense o para planificar un asesinato. Y su carrera por la conquista de Washington no ha hecho más que comenzar.
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4- Hannibal (temporada 1)
Hannibal no lo tenia fácil. Muchos han intentado antes emular al genial Jonathan Demme y, sin embargo, todos han acabado en fracaso por una simple razón: El silencio de los Corderos es única. El mayor acierto que han tenido con la serie del Doctor Lecter radica en un tono completamente distinto a lo que nos tenía acostumbrados el personaje en sus apariciones en la gran pantalla. Pocas o ninguna faceta en común podemos encontrar en la película del director de Philadelphia con esta producción y eso es lo que hace de Hannibal (crítica aquí) una serie única y con sello propio, muy alejada de los clásicos productos spin off que nunca llegan a ser más que la sombra de una idea antaño original
Tampoco se puede negar que Hannibal se ha mostrado como una serie algo infranqueable y no por el clásico defecto de las producciones de HBO, cuya densidad en la presentación de personajes y tramas puede ser desesperante, sino en la crudeza de su puesta en escena, sumada a un argumento que transcurría tanto fuera como dentro de la mente del protagonista. A lo largo de sus 13 episodios, el creador Bryan Fuller ha sabido no desgastar al célebre caníbal, otorgándole al detective Will Graham y a su salud mental el protagonismo de esta primera temporada. La locura de Graham, causada supuestamente por su poderosa empatía hacia los psicópatas, es la piedra sobre la que se sustenta la perspectiva de la serie, manteniendo al espectador tan confuso y desorientado como se encuentra el propio Graham. Por su parte, el Lecter del magistral Mads Mikkelsen se mantiene en un discreto segundo plano, a la espera de revelarse como el auténtico monstruo que es.
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3- Masters of Sex (temporada 1)
De la misma forma que la primera temporada de Homeland lograba en 2011 colarse en el podio de nuestro ranking, la nueva serie de Showtime ha conquistado exactamente el mismo puesto en su año de debut. Pero Masters of Sex no podía estar más lejos de la ficción protagonizada por Claire Danes y Damian Lewis, ya que su goce y disfrute no procede de la tensión y los vuelcos de corazón, sino de la complicidad extrema que se llega a alcanzar con sus personajes, en un baile tan sutil como seductor que puede producirse tras varios visionados.
Lo que comienza como un drama científico, centrado en la pareja de investigadores del sexo más célebre de la historia (espléndidos Michael Sheen y Lizzie Caplan), no tarda en convertirse en un paseo cargado de emociones por los prejuicios, suspersticiones y mitos que existían a mediados del siglo XX sobre el sexo, en una época en la que ni siquiera Don Draper lo sabía todo. De la mano de la pareja protagonista, así como de un creciente elenco de secundarios, el espectador asiste a las múltiples formas y variantes del acto sexual, tanto por amor, diversión, obligación o mero interés científico, hasta elaborar una enciclopedia didáctica, tierna y descorazonadora al mismo tiempo.
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2- Boardwalk Empire (temporada 4)
La serie de Steve Buscemi es ya una joya consagrada. Suena hasta antiguo decir que la cuarta entrega ha supuesto la confirmación de que las aspiraciones de la HBO pasan por erigir a la serie del prohibicionismo de los anos 20 a lo más alto de la historia televisiva. Actualmente y con la reciente desaparición de Breaking Bad, nos encontramos con la mejor serie que permanece en antena gracias a un cuarto año que ha vuelto a demostrar la capacidad de los chicos de Terence Winter por innovar el marco narrativo que NUNCA se acomoda.
Durante esta cuarta temporada hemos podido disfrutar especialmente del lucimiento de los secundarios. Tanto Chalky como Harrow -en menor medida pero no con menor impacto dramático- han soportado gran peso del protagonismo junto con el delicioso personaje revelación, el Doctor Narcisse (Jeffrey Wright). Sin embargo, por muy cerca que estén del sol, jamás brillarán tanto como el incombustible Nucky Thompson, un rol que a pesar de no haber lucido tanto este temporada, agazapado entre sus viajes a Tampa y la sombra del retiro, sigue siendo el Rey. Una temporada sobresaliente (crítica aquí) donde el marco narrativo ha crecido exponencialmente y del que aún no se divisan signos de desgaste para nuestra suerte.
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1- Breaking Bad (temporada 5 y final)
Este año ha supuesto el adiós a un fenómeno que ha ido creciendo como lo hacen las leyendas y los mitos, gracias sobre todo al boca a boca. A medida que el final de Breaking Bad (crítica aquí) iba acercándose, cada vez eran más y más los espectadores pegados a la televisión, siguiendo con el corazón en la mano cómo el alter-ego de Walter White iba consumiendo al moribundo profesor de química. A pesar de que sus primeros pasos fueron tímidos, flirteando sobradamente con el humor negro mientras el Sr. White y su ex-alumno de instituto Pickman jugaban a convertirse en los reyes de la metánfetamina, Breaking Bad supo crecer y desarrollarse en torno a unos cimientos firmes: la evolución de su protagonista.
Walter White tiene todas las papeletas para ser, a día de hoy y en pugna con Homer Simpson y Tony Soprano, el personaje más grande que haya dado la televisión. La serie de Vince Gilligan ha ido creciendo al mismo ritmo en el que Heisenberg iba siendo más consciente de sí mismo. Su despertar ha condenado al propio profesor como si del sueño de Cassandra se tratase, capaz de predecir el futuro como una vez deseó y condenada a no poder alterarlo. Walter lo consiguió, Walter venció y, sin embargó, perdió lo que más amaba, con su vida consumida por la vanidad que antaño impulsaba al genio de la tabla periódica. Sobrevivió al bruto Tuco, a los imperturbables gemelos y al metódico Gus Fring, pero nunca podría haber sobrevivido al coste de sus propios actos, a un final destinado a acentuar la leyenda con justa tragedia.
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Finalistas:
Parade´s End (miniserie), Juego de Tronos (temporada 3), Ray Donovan (temporada 1), Mad Men (temporada 5), The Big Bang Theory (temporadas 6 y 7), Orphan Black (temporada 1), Peaky Blinders (temporada 1) y Vikings (temporada 1).
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Menciones especiales:
Spartacus: War of the Damned
Nunca será recordada como una serie notable del género y, sin embargo, aquellos que hayan disfrutado de su recorrido completo serán incapaces de olvidar Spartacus. Tras un piloto desastroso, la serie de la cadena Starz fue creciendo a pasos agigantados hasta redondear una primera temporada sensacional. Spartacus (crítica aquí) cogió el testigo de la popularidad de 300 y supo moldear las virtudes de la película de Snyder hasta crear una identidad propia. A pesar de su pirotecnia, con tanto sexo como violencia y sangre, la serie de la cadena Starz siempre mostró más fondo del que cabría esperar en su retrato del histórico Tracio, empeñado en reclamar la cabeza de sus opresores romanos.
Su última temporada, sin llegar a estar al mismo nivel que el primer año o incluso su precuela, ha supuesto un digno adiós para uno de los personajes históricos más relevantes de todos los tiempos. Históricamente sabíamos que la lucha de los esclavos llegaría a su punto final a manos de Marco Licinio Craso, pero no existe la misma certeza en torno a lo que pasó con el cuerpo de Espartaco -la crucifixión fue una de las licencias de Kubrik-, por lo que muchos nos manteníamos esperanzados de que quizás el batallador tracio lograra salir con vida, pero muy a nuestro pesar, el gigante de Capua no lo consiguió y cayó en un apoteósico final en el que los más nostálgicos no pudimos contener las lágrimas. Spartacus se despedía en 2013 prestando un legado que no por irregular dejamos de recomendar como el complemento ideal a otras propuestas más sesudas.
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The Office (temporada 9 y final)
Tampoco podíamos pasar por alto la despedida de los chicos de Dunder Mifflin. Pese a que la ficción de NBC, antaño liderada por el gran Steve Carell, mostraba signos de desgaste desde hacía demasiadas temporadas, en su año de despedida sabíamos que no nos iban a decepcionar. Puede que dotar de su propio protagonismo a los cámaras del show y al documental que se supone que es la serie haya sido una decisión cuestionable, al igual que utilizar el recurso fácil de una boda para reunir en el último episodio a todos los personajes que han pasado por la ficción, pero todo se le perdona a una televisiva que ha sido capaz de nutrirnos de carcajadas durante tantos años y cuyo mayor pecado ha sido apelar a la emotividad en su último acto. Michael, Pam, Dwight, Jim y Angela se han ganado a pulso su lugar en el salón de la fama de las comedias televisivas y sólo las décadas confirmarán hasta que punto también ha supuesto un retrato no exento de surrealismo a la sociedad trabajadora de nuestros días.
Heisenberg, Netflix y el resto
Si hace un par de días, en el top cinematográfico, nos quejábamos de que 2013 había sido un año con escasez de obras maestras, en la televisión la historia es bien diferente. Y es que llevamos años viendo cómo, temporada a temporada, las series que desataron la fiebre catódica que vivimos hoy en día van desapareciendo. Pero casi como si se tratara de una Hidra mitológica, las ficciones se reproducen y multiplican, sirviéndose de nuevos caminos y fórmulas -como la plataforma Netflix-, hasta saturar el panorama como nunca antes habíamos visto.
Por supuesto, aún es pronto para atestiguar si las recién llegadas The Americans, Hannibal, Orange is the New Black, House of Cards o Masters of Sex son capaces de llenar el hueco que han dejado The Office, 30 Rock, Spartacus y, sobre todo, Breaking Bad en nuestra ración de risas, tensión y emoción en dosis semanales de 40 minutos, pero sus primeras temporadas sí han sido lo suficientemente contundentes como para entrar en nuestro ranking, confeccionando un listado dominado por las novedades y que representa ese cambio de nombres propios en el panorama televisivo de 2013 en adelante.
El listado completo, así como las finalistas y alguna mención especial, tras el salto.
Las 10 mejores series de 2013:
10- The Americans (temporada 1)
The Americans (crítica aquí) no es sólo uno de los mejores estrenos del año, sino que supone todo un soplo de viento fresco a un género, el espionaje, del que creíamos saberlo todo. Una dinámica basada en la rutina de un matrimonio norteamericano, una afable pareja por el día y espías de la KGB de noche, produce un marco narrativo riquísimo a caballo entre el clásico thriller y el drama familiar. Porque si a algo nos tiene acostumbrados la cadena de FX, es a mostrar series de fuerte carga familiar (The Shield, Sons of Anarchy), y es lo que convierte a The Americans en una obra con sello propio.
Los Jennings no se reflejan como agentes de fe ciega ante las órdenes del Kremlin, de ahí el conflicto de la serie, centrado en la evolución de unos personajes que, a medida que sus hijos norteamericanos crecen, van perdiendo su identidad y se cuestionan a sí mismos y a sus complejos lazos emocionales, ya no sólo como americanos o soviéticos, sino como marido, mujer, padre o madre. Con un piloto estratosférico, la temporada se mantiene a un nivel sensacional, sostenida sobre un perfecto ritmo carente de pirotecnia o tópicos hasta llegar a un final cargado de tensión donde no vimos ningún giro de guión imposible, pero que nos sirve para comprobar que The Americans se apoya sobre un argumento más sostenible y terrenal. Porque la Guerra Fría no ha hecho más que comenzar y tenemos agentes dobles para rato.
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9- Person of Interest (Vigilados) (temporada 3)
Vigilados quizás sea la serie que más alegrías nos ha dado capítulo a capítulo en 2013. Con un piloto sencillamente interesante, Person of Interest (crítica aquí) nos regaló en 2011 una primera temporada muy entretenida y con muchas posibilidades. El segundo año fue de hecho la confirmación del buen hacer de los guionistas, otorgando a la serie producida por J.J.Abrams y el pequeño de los Nolan un marco narrativo mucho más rico y dinámico, escondido bajo una estructura procedimental que en esta tercera entrega se ha mostrado más como una excusa que nunca. La organización HR, Elías, el pasado de sus protagonistas y, por supuesto, la máquina, por fin con conciencia propia, han logrado que Person of Interest deje atrás de una vez por todas la sensación de déjà vu que producían unas entregas bastante similares entre sí hasta diseñar un universo propio, tan rico como para no tener nada que envidiarle a Expediente X, con la que comparte más formulación de la que parece en un principio.
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8- Behind the Candelabra (telefilme)
Aunque no es estrictamente una serie, el sorprendente recital en el que se tradujo el telefilme Behind the Candelabra, emitido en HBO, no podía faltar en nuestro ranking. Su inclusión no sólo se debe a la resurrección para la carrera de Michael Douglas que ha supuesto el proyecto, ni a la tan cachonda como atrevida interpretación de Matt Damon -como el amante del primero-, sino, principalmente, a que supone el adiós artístico del realizador Steven Soderbergh (Ocean´s Eleven, Traffic), que a comienzos de año se confesaba cansado de su profesión, consciente de que guardaba todo un número estrella para su despedida. No hace falta ser fan acérrimo del cantante y pianista Liberace para quedarse embelesado con el trabajo de un Douglas tan creíble como divertido, así como por una puesta en escena por todo lo alto. Behind the Candelabra no es sólo una de las mejores propuestas televisivas de 2013, sino uno de los mejores biopics centrados en un cantante que hemos visto en mucho tiempo.
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7- Utopía (miniserie)
Si Behind the Candelabra nos servía para homenajear a un año lleno de grandiosos telefilmes, Utopía hace lo propio en el apartado de las mini series, donde tanto Parade´s End como The Hollow Crown, The White Queen y muchas otras podrían ocupar un puesto destacado en nuestra selección. La ficción de Channel 4 nos proponía un puzzle basado en la pura "conspiranoia", centrado en la búsqueda por parte de cuatro desconocidos de un manuscrito que esconde las claves para la destrucción de la humanidad.
Lo que puede parecer una propuesta algo críptica al principio no tarda en ir cobrando sentido mientras el espectador desgrana progresivamente la conspiración y descubre las terribles intenciones de sus artífices. Además, el villano interpretado por Neil Maskell es una mezcla de lo más aterradora entre el Anton Chigurth de Bardem en No Es País Para Viejos y el Alex de Malcolm McDowell en La Naranja Mecánica. Por la función también se pasea el gran Stephen Rea.
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6- Orange is the New Black (temporada 1)
Después de conocer las sombras de la vida en prisión gracias a la tan cruenta como imprescindible Oz, en 2013 nos ha tocado descubrir la luz que también alberga el mismo universo. De la mano de la creadora de Weeds, ya con los entrañables Botwin en el recuerdo, nos adentramos desde el piloto de Orange is the New Black en los entresijos de una cárcel de mujeres, acompañando a su protagonista, Piper (Taylor Schilling), que cumple condena por un delito menor. Las jerarquías establecidas, los roles adjudicados y la lucha por la supervivencia y el respeto en la convivencia diaria de un presidio femenino se convierten en las piedras angulares de esta comedia de Netflix, que no por basar sus cimientos en el humor negro está exenta de drama. Además, también sirve para comprobar que Jason Biggs sigue vivo.
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5- House of Cards (temporada 1)
Tras la desaparición de El Ala Oeste de la Casa Blanca, seguramente muchos amantes del género se quedaron huérfanos de tejemanejes y chanchullos políticos. Si bien es cierto que Boss, estrenada en 2011, nos devolvía la temática en mejor forma que nunca, aún lloramos su inevitable cancelación por parte de Starz tan solo un año después. Con House of Cards, sin embargo, Netflix ha conseguido encontrar un equilibrio entre el acercamiento concienzudo a los personajes, la formulación clásica y una apariencia atractiva y seductora, resultado de unos valores de producción no ya parecidos a los del cine, sino completamente equivalentes.
Gracias a Netflix, House of Cards se ha convertido además en la primera serie en la que la totalidad de sus episodios han sido publicados el mismo día, estrategia que se repetirá con la segunda temporada. Sus dos primeros capítulos, dirigidos por el genial David Fincher, son desde luego todo un envite de lo que la serie de Kevin Spacey ambiciona. Sin embargo y a pesar de que a mitad de temporada existe una pérdida de ritmo importante -pese al trabajo de realizadores como James Foley o Joel Schumacher-, los últimos capítulos acaban resultando frenéticos en su empeño por retratar al mayor hijo de puta que sigue en activo en la pequeña pantalla: Frank Underwood. Porque no podemos evitar simpatizar con el carismático congresista cuando se dirige a la cámara en una de sus frecuentes charlas con el espectador, ya sea para explicar los entresijos de la política estadounidense o para planificar un asesinato. Y su carrera por la conquista de Washington no ha hecho más que comenzar.
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4- Hannibal (temporada 1)
Hannibal no lo tenia fácil. Muchos han intentado antes emular al genial Jonathan Demme y, sin embargo, todos han acabado en fracaso por una simple razón: El silencio de los Corderos es única. El mayor acierto que han tenido con la serie del Doctor Lecter radica en un tono completamente distinto a lo que nos tenía acostumbrados el personaje en sus apariciones en la gran pantalla. Pocas o ninguna faceta en común podemos encontrar en la película del director de Philadelphia con esta producción y eso es lo que hace de Hannibal (crítica aquí) una serie única y con sello propio, muy alejada de los clásicos productos spin off que nunca llegan a ser más que la sombra de una idea antaño original
Tampoco se puede negar que Hannibal se ha mostrado como una serie algo infranqueable y no por el clásico defecto de las producciones de HBO, cuya densidad en la presentación de personajes y tramas puede ser desesperante, sino en la crudeza de su puesta en escena, sumada a un argumento que transcurría tanto fuera como dentro de la mente del protagonista. A lo largo de sus 13 episodios, el creador Bryan Fuller ha sabido no desgastar al célebre caníbal, otorgándole al detective Will Graham y a su salud mental el protagonismo de esta primera temporada. La locura de Graham, causada supuestamente por su poderosa empatía hacia los psicópatas, es la piedra sobre la que se sustenta la perspectiva de la serie, manteniendo al espectador tan confuso y desorientado como se encuentra el propio Graham. Por su parte, el Lecter del magistral Mads Mikkelsen se mantiene en un discreto segundo plano, a la espera de revelarse como el auténtico monstruo que es.
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3- Masters of Sex (temporada 1)
De la misma forma que la primera temporada de Homeland lograba en 2011 colarse en el podio de nuestro ranking, la nueva serie de Showtime ha conquistado exactamente el mismo puesto en su año de debut. Pero Masters of Sex no podía estar más lejos de la ficción protagonizada por Claire Danes y Damian Lewis, ya que su goce y disfrute no procede de la tensión y los vuelcos de corazón, sino de la complicidad extrema que se llega a alcanzar con sus personajes, en un baile tan sutil como seductor que puede producirse tras varios visionados.
Lo que comienza como un drama científico, centrado en la pareja de investigadores del sexo más célebre de la historia (espléndidos Michael Sheen y Lizzie Caplan), no tarda en convertirse en un paseo cargado de emociones por los prejuicios, suspersticiones y mitos que existían a mediados del siglo XX sobre el sexo, en una época en la que ni siquiera Don Draper lo sabía todo. De la mano de la pareja protagonista, así como de un creciente elenco de secundarios, el espectador asiste a las múltiples formas y variantes del acto sexual, tanto por amor, diversión, obligación o mero interés científico, hasta elaborar una enciclopedia didáctica, tierna y descorazonadora al mismo tiempo.
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2- Boardwalk Empire (temporada 4)
La serie de Steve Buscemi es ya una joya consagrada. Suena hasta antiguo decir que la cuarta entrega ha supuesto la confirmación de que las aspiraciones de la HBO pasan por erigir a la serie del prohibicionismo de los anos 20 a lo más alto de la historia televisiva. Actualmente y con la reciente desaparición de Breaking Bad, nos encontramos con la mejor serie que permanece en antena gracias a un cuarto año que ha vuelto a demostrar la capacidad de los chicos de Terence Winter por innovar el marco narrativo que NUNCA se acomoda.
Durante esta cuarta temporada hemos podido disfrutar especialmente del lucimiento de los secundarios. Tanto Chalky como Harrow -en menor medida pero no con menor impacto dramático- han soportado gran peso del protagonismo junto con el delicioso personaje revelación, el Doctor Narcisse (Jeffrey Wright). Sin embargo, por muy cerca que estén del sol, jamás brillarán tanto como el incombustible Nucky Thompson, un rol que a pesar de no haber lucido tanto este temporada, agazapado entre sus viajes a Tampa y la sombra del retiro, sigue siendo el Rey. Una temporada sobresaliente (crítica aquí) donde el marco narrativo ha crecido exponencialmente y del que aún no se divisan signos de desgaste para nuestra suerte.
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1- Breaking Bad (temporada 5 y final)
Este año ha supuesto el adiós a un fenómeno que ha ido creciendo como lo hacen las leyendas y los mitos, gracias sobre todo al boca a boca. A medida que el final de Breaking Bad (crítica aquí) iba acercándose, cada vez eran más y más los espectadores pegados a la televisión, siguiendo con el corazón en la mano cómo el alter-ego de Walter White iba consumiendo al moribundo profesor de química. A pesar de que sus primeros pasos fueron tímidos, flirteando sobradamente con el humor negro mientras el Sr. White y su ex-alumno de instituto Pickman jugaban a convertirse en los reyes de la metánfetamina, Breaking Bad supo crecer y desarrollarse en torno a unos cimientos firmes: la evolución de su protagonista.
Walter White tiene todas las papeletas para ser, a día de hoy y en pugna con Homer Simpson y Tony Soprano, el personaje más grande que haya dado la televisión. La serie de Vince Gilligan ha ido creciendo al mismo ritmo en el que Heisenberg iba siendo más consciente de sí mismo. Su despertar ha condenado al propio profesor como si del sueño de Cassandra se tratase, capaz de predecir el futuro como una vez deseó y condenada a no poder alterarlo. Walter lo consiguió, Walter venció y, sin embargó, perdió lo que más amaba, con su vida consumida por la vanidad que antaño impulsaba al genio de la tabla periódica. Sobrevivió al bruto Tuco, a los imperturbables gemelos y al metódico Gus Fring, pero nunca podría haber sobrevivido al coste de sus propios actos, a un final destinado a acentuar la leyenda con justa tragedia.
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Finalistas:
Parade´s End (miniserie), Juego de Tronos (temporada 3), Ray Donovan (temporada 1), Mad Men (temporada 5), The Big Bang Theory (temporadas 6 y 7), Orphan Black (temporada 1), Peaky Blinders (temporada 1) y Vikings (temporada 1).
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Menciones especiales:
Spartacus: War of the Damned
Nunca será recordada como una serie notable del género y, sin embargo, aquellos que hayan disfrutado de su recorrido completo serán incapaces de olvidar Spartacus. Tras un piloto desastroso, la serie de la cadena Starz fue creciendo a pasos agigantados hasta redondear una primera temporada sensacional. Spartacus (crítica aquí) cogió el testigo de la popularidad de 300 y supo moldear las virtudes de la película de Snyder hasta crear una identidad propia. A pesar de su pirotecnia, con tanto sexo como violencia y sangre, la serie de la cadena Starz siempre mostró más fondo del que cabría esperar en su retrato del histórico Tracio, empeñado en reclamar la cabeza de sus opresores romanos.
Su última temporada, sin llegar a estar al mismo nivel que el primer año o incluso su precuela, ha supuesto un digno adiós para uno de los personajes históricos más relevantes de todos los tiempos. Históricamente sabíamos que la lucha de los esclavos llegaría a su punto final a manos de Marco Licinio Craso, pero no existe la misma certeza en torno a lo que pasó con el cuerpo de Espartaco -la crucifixión fue una de las licencias de Kubrik-, por lo que muchos nos manteníamos esperanzados de que quizás el batallador tracio lograra salir con vida, pero muy a nuestro pesar, el gigante de Capua no lo consiguió y cayó en un apoteósico final en el que los más nostálgicos no pudimos contener las lágrimas. Spartacus se despedía en 2013 prestando un legado que no por irregular dejamos de recomendar como el complemento ideal a otras propuestas más sesudas.
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The Office (temporada 9 y final)
Tampoco podíamos pasar por alto la despedida de los chicos de Dunder Mifflin. Pese a que la ficción de NBC, antaño liderada por el gran Steve Carell, mostraba signos de desgaste desde hacía demasiadas temporadas, en su año de despedida sabíamos que no nos iban a decepcionar. Puede que dotar de su propio protagonismo a los cámaras del show y al documental que se supone que es la serie haya sido una decisión cuestionable, al igual que utilizar el recurso fácil de una boda para reunir en el último episodio a todos los personajes que han pasado por la ficción, pero todo se le perdona a una televisiva que ha sido capaz de nutrirnos de carcajadas durante tantos años y cuyo mayor pecado ha sido apelar a la emotividad en su último acto. Michael, Pam, Dwight, Jim y Angela se han ganado a pulso su lugar en el salón de la fama de las comedias televisivas y sólo las décadas confirmarán hasta que punto también ha supuesto un retrato no exento de surrealismo a la sociedad trabajadora de nuestros días.