Mucho se ha escrito acerca del origen de nuestros miedos. En el caso de las fobias, comúnmente suele aceptarse que una experiencia traumática con un determinado “objeto” (animales, tormentas, ascensores…) puede habernos creado casi de por vida un miedo a través del condicionamiento.
Sin embargo, esto no siempre es así. Son muchos los casos en los que no son necesarias dichas experiencias negativas para que esto ocurra, y además en caso de existir éstas, no siempre conllevan a la aparición de una fobia.
Según el psicoanalista Sigmund Freud, el proceso de adquisición de una fobia es algo más complejo. Dicho autor afirma que las fobias aparecerían de un modo casi reflejo, existiendo un conflicto interno que estaría en el origen del problema.
Para que lo entendamos mejor, haremos uso de un ejemplo. Imaginemos que alguien experimenta cierto afecto (p.ej. miedo) hacia determinada representación (p.ej. su padre). Dicha unión entre ambos factores, afecto y representación recibiría el nombre de catexia.
Pues bien, dado que dicha catexia resulta intolerable para la persona (a nadie le resulta agradable sentir miedo hacia su padre), ésta realizaría inconscientemente una separación entre la representación y el afecto (descatexia). De este modo, el afecto (miedo) quedaría como “flotando” en el aire en busca de una nueva representación más tolerable a la que unirse (p.ej. los perros). Esta nueva unión sería la contracatexia, y resultaría en la adquisición por parte del individuo de una fobia a estos animales.
Esta explicación puede resultar bastante teórica y no cuenta con una demostración científica objetiva, aunque sería bueno que al menos nos detuviésemos a reflexionar sobre ella. Quizá haya algo de cierto en esta idea…
foto|Arvind Balaraman