Hace ya meses que me llegó esta novela y tenía muchas ganas de leerla, pero ya se sabe lo que pasa con los libros de cierto volumen: que siempre se van retrasando. Finalmente lo empecé unas semanas antes de mi examen de inglés y, pese a que me estaba gustando muchísimo, tuve que retrasarlo porque de repente no podía leer una palabra en español: todo tenía que ser en inglés, so pena de sentirme inmensamente culpable. Sí, mis nervios me traicionan cuando hay un examen a la vista, como si no hubiera hecho ninguno en toda mi vida. Y ya, una vez superado el examen, pude terminar el libro.
Y la verdad es que me alegro de haberlo pospuesto, porque tanto por la portada, como por el título, y ya la historia misma, me parece un libro más “de otoño-invierno”. ¿Por qué? Porque Las horas oscuras se desarrolla en Irlanda, con lluvias, vientos y oscuridad…

Estamos ya cerca del año 1000 y muchos auguran el fin del milenio. En las remotas costas irlandesas aún creen en sus antiguos dioses y tradiciones paganas, pero también aceptan de buen grado las creencias cristianas, de tal manera que druidas y sacerdotes conviven en armonía. Y en el punto más occidental de la costa, lejos de todo, nos encontramos un monasterio derruido que un joven monje benedictino, Brian de Liébana, se dispone a ocupar y reformar; al principio él solo, aunque más adelante vendrán sus hermanos en la fe para instalarse y acondicionar el lugar para el culto al Señor. Pero Brian y sus monjes no son unos monjes normales, sino que tienen una misión muy especial: preservar el saber, tanto el aceptado por la Santa Madre Iglesia, como el que se encuentra en los libros paganos, para que las generaciones venideras no se vean privados de él, creando así una gran biblioteca como una vez hubo en Alejandría y en otros tantos lugares. Y puede parecer una tarea sencilla, esto de abastecer y mantener una gran biblioteca, pero ciertos volúmenes se enfrentan a algo más que el paso del tiempo y la humedad.
Brian irá descubriendo poco a poco la historia de este monasterio derruido y los secretos que guarda en su interior, que no son pocos. Primero le acompañará Dana, una muchacha del lugar que no tiene familia y había sido acogida por los druidas del bosque, y luego sus hermanos en la fe, personajes de todo el globo, cada uno con habilidades diferentes y que, en conjunto, contribuirán a llevar adelante esa gran misión.
La historia me ha llamado mucho la atención, aunque la narración me ha parecido lenta (lo cual no digo que sea ni bueno ni malo; simplemente se lee más despacio que otras novelas de ficción histórica). Desde el principio, el autor nos deja con la miel en los labios, porque no entendemos a qué se enfrentan estos monjes que llegan a San Columbano en el mayor de los sigilos y que, además de rezar y adorar al Señor, también son formidables guerreros. Y es que su misión requiere fuerza física, además de la del espíritu. Enseguida empatizaremos con Brian y con Dana, que durante varias páginas serán los únicos protagonistas de la historia, estableciéndose una extraña relación (¿tensión sexual?) entre ellos que, pese a no ser nada del otro mundo en las lejanas tierras irlandesas, Brian rechaza en favor de su misión. Esta parte del principio fue la que más me gustó y la que hizo que me enganchara a la historia.
Avanzarán los monjes en las obras, y avanzará el lector en el conocimiento del “mal” al que se ven irremediablemente enfrentados; al principio pensé que iba a decepcionarme la naturaleza de dicho mal, pero no: el lector quedará suficientemente satisfecho en este punto. Hay problemas con el obispo y con el rey del lugar que hacen más emocionante la lectura, aunque también me pareció que había algunas carencias, sobre todo porque hay personajes que no están suficientemente desarrollados, en mi opinión. Por ejemplo, el caso de Bright, una chica que acogen en el monasterio: en un determinado momento un personaje habla de ella diciendo que “echará de menos su jovialidad”, cuando lo cierto es que el lector solo la ha visto o dormida o poseída y en trance, con lo cual muy jovial no me había parecido… Asimismo eché de menos algo -lo que fuera- de los druidas: ya que se habla de ellos y aparecen en varias ocasiones, me hubiera gustado saber mucho más.
Pero he de reconocer que, generalizando, me ha gustado mucho la historia. Las sorpresas del final no me las esperaba y le dan varios giros a la historia principal, sorprendiendo al lector, que pensaba que ya lo sabía todo. El desenlace, pese a ser bastante cerrado, deja un hilo colgando para, sospecho, una segunda parte. Y pese a que el principio me pareció mejor que el resto de la novela, no puedo negar que es entretenida y que le hace a una sentirse identificada con la misión de estos monjes de crear una grandísima biblioteca, allá a finales del siglo X.

