Revista Opinión

Las películas de quinceañeras son una basura

Publicado el 05 octubre 2015 por Vigilis @vigilis
En los estantes dedicados a la fantasía y la ciencia ficción encontramos un sub-subgénero llamado «young-adult» al que me referiré como «películas de quinceañeras» (aunque sean libros les llamo así). Creo que no sólo hace daño a los géneros mezclarlos (fantasía y ci-fi suelen presentarse juntas por razones que se me escapan: es como poner novela romántica y novela de espías juntas, no tiene mucho sentido), sino inventarse nuevos géneros simplemente por el público al que van dedicados. Este es el primer pecado de las películas de quinceañeras: no se trata de literatura, no se trata de cine, se trata de publicidad, target y mcdonald's.

Las películas de quinceañeras son una basura

La protagonista y sus novios. Ella parece que le da al vodka y ellos entre ellos hacen buena pareja. Lo cierto es que en la historia el de la derecha se enamora del bebé de los otros dos, en un giro pederasta de la historia bastante sorprendente, la verdad.

Algunos problemas importantes que plantea este pseudo-género son su falta de originalidad, su baja calidad, sus problemas de continuidad y la insistencia con que las editoriales y productoras de cine riegan de dinero a esta basura. Si se dedica esfuerzo y dinero a la promoción de esta basura, hay esfuerzo y dinero que no se dedica a nuevas historias realmente originales y de mejor calidad. Eh, es su dinero y son libres de hacer lo que quieran, nosotros también somos libres de llamar a eso basura.

Las películas de quinceañeras son una basura

La protagonista y sus dos novios estereotipo.

Siempre la misma historia
La falta de originalidad se ve muy bien si comparamos los argumentos de estas basuras. Todas siguen el mismo patrón. Es cierto que repetir una fórmula de ficción no implica necesariamente encontrar una obra de pésima calidad: la primera película de La Guerra de las Galaxias repite la fórmula de ficción conocida del héroe que crece en un camino de descubrimiento mientras lucha contra las fuerzas del mal y por el camino reúne a un grupo de acción. El problema de las películas de quinceañeras es que el bombardeo es muy intenso en muy poco tiempo. Hemos llegado al punto en que ninguna historia de estas nos importa, en que las cosas que suceden son cada vez más pretenciosas y al mismo tiempo menos sorprendentes.

Las películas de quinceañeras son una basura

Los dos de la izquierda no van a ser novios de la chica. El penúltimo probablemente es malo. Los dos restantes seguro que son los elegidos para dejarla embarazada.

Cualquier idiota sin escrúpulos puede escribir una película de estas. Independientemente de su calidad basta con elegir a los modelos adecuados y regarla de publicidad para transformar esa basura en un buen negocio.
Teoría canónica de las películas de quinceañeras
La protagonista, proyección de la adolescencia que nunca tuvo su obesa autora, es una adolescente normal que en un momento dado descubre por azar que ella es la persona más especial del mundo. Entonces se suelta el pelo, se maquilla, se pone ropa ajustada y todos los chicos de pronto se fijan en ella. Pero ella no tiene tiempo para los aburridos chicos que en la vida real le dieron calabazas a la autora, sino que prefiere al modelo varonil y al mismo tiempo afeminado (siempre algo mayor que ella) que la llevará de la mano en su lucha contra las fuerzas del mal.
Las películas de quinceañeras son una basura
Las películas de quinceañeras son una basura

El problema o reto que hay que solventar es gigantesco y parece imposible de solucionar en un primer momento, pero con la simple voluntad y un entrenamiento en técnicas de jiu jitsu de quince minutos, la protagonista ya está lista para afrontarlo. Cuando todo se va a resolver, la protagonista encuentra a otro modelo (puede que sin camiseta) que da la casualidad que también está enamorado de ella. Una vez solucionado el gigantesco problema, la historia acaba en que el malo o la mala principal tiene otro plan todavía más grande y se acaba el primer libro.

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¡Gryffindor!

Repetición
Crepúsculo, Los juegos del hambre, La Selección, Divergente, Cazadores de sombras, El no se qué del laberinto, Percy Jackson... todas siguen la fórmula que hizo millonaria a la autora de Harry Potter. Un niño que vive una vida miserable en la que nadie se da cuenta de lo especial que es. La historia de ese niño la adaptan a una adolescente que es invisible para el capitán del equipo de lacrosse del instituto y tate, ya tienes a un millón de tontainas consumiendo auténtica basura. Si es verdad que las niñas de hoy en día hacen dieta para no engordar, hay que empezar a decirles que consumir estos engendros argumentales son el equivalente literario a consumir hamburguesas de gordura con extra de gofres. Si les preocupa lo que comen, debería preocuparles lo que leen. Y por las mismas razones: estamos de acuerdo en que a esa edad el físico es importante, pero también lo es no tener la cabeza llena de pájaros y de historias estúpidas. El cerebro es más sensible que las cartucheras.

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Cazadores de sombras.

Hay otras historias dirigidas al público adolescente, protagonizadas por adolescentes y que no insultan tanto la inteligencia del lector. ET, Los Goonies y Súper 8 son historias dirigidas al «young-adult» en las que suceden cosas extraordinarias pero en las que al mismo tiempo los protagonistas hacen cosas de su edad y se comportan como personas de su edad. Son historias más sinceras y que no parecen salir de la unholly alliance de publicistas cocainómanos y autoras con problemas de baja estima.

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¡Gryffindor!

La manipulación de la distopía

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Los juegos del hambre.

Tradicionalmente el escenario distópico fue empleado por los autores de ciencia ficción para enviar un mensaje sobre los problemas de moda en su época. La fuga de Logan y Soylent Green denunciaron la superpoblación y la contaminación. Fahrenheit 451, 1984, V de Vendetta y Un mundo feliz denunciaron el socialismo. Robocop y THX 1138 denunciaron el capitalismo.
Las películas de quinceañeras son una basura

En las películas de quinceañeras el escenario distópico no sirve a un fin moralizante sino a la inutilidad de la autora para hacer creíble que su protagonista no vaya a clase ni tenga que aceptar la autoridad de sus padres. Así es común ver que la sociedad distópica que plantea este canon divide a la sociedad en castas igual que hace el cerebrito atolondrado de un adolescente con sus compañeros de colegio: están los deportistas, los del club de ciencias, las animadoras y... las chicas que no encajan y están destinadas a salvar el mundo, romper el sistema de castas y que todos los chicos acaben invitándolas a helados sin gluten.
El disparador argumental de muchas de estas películas de quinceañeras es el fallo del sistema de castas al determinar el objetivo vital de la especialísima protagonista. Si la protagonista no encaja, tendrá que hacer cosas para que acabe encajando, revelando así la gran mentira en que se basa el sistema de castas y reformando la sociedad. Es curioso que ningún adulto con más experiencia y sabiduría llegara antes a la conclusión de que el sistema de castas tiene fallos.

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¡Gryffindor!

Estos mundos distópicos carecen de sentido, sus sociedades funcionan con la complicidad de todos los que supuestamente viven esclavizados y todos sin excepción están dirigidos por una figura paterna a la que hay que quebrar.
En no pocas ocasiones toda la sociedad se reúne en una ciudad amurallada. Tras los muros hay una zona prohibida que será revelada en la siguiente entrega de la saga. Desconozco si hay una forma más gandul de escribir una historia. Robarle al lector las respuestas que explican por qué esa sociedad es de esa manera y tener la zanahoria dispuesta para una continuación me parece mezquino.
Y no me hagáis hablar de los trenes. Siempre hay trenes porque si fueran en avión la película no podría enseñar el paisaje.
Me despido dejando la imagen de una compresa con un vampiro dibujado:
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