Permítanle a servidor que les cuente una historia:
Este hacedor de cuentos y unidor de palabras oficia
el arduo trabajo de ser cronista de emociones,
contador de experiencias o simplemente, bufón de la
vida. Hoy quien les escribe, servidor, disfruta y alegra
el alma con lo que hace. Hoy su fiel amigo, yo
mismo, tiene el inmenso placer de poder compartir
alegrías en esta publicación tan especial. Hoy simplemente,
los recuerdos de unas gentes, unas amistades,
unas vivencias únicas o el sonido atronador
del corazón palpitar al escuchar la música y la pólvora,
hacen de este su humilde servidor un torrente
de emociones.
Yo no tenía barrio. Amigos, si, y muchos. Pero a servidor
el destino le iba a deparar encontrar dos de
sus mayores pasiones juntas: las gentes y la gastronomía,
Y ellas dos conviven y se unen en placentera
y sabrosa armonía en mí ya barrio de San Blas. Parecerá
utópico o halagador pero les confieso queridos
lectores que este escribidor solo les trasmite lo que
siente y desde que disfrutó de sus fiestas, ya se considera
uno más de los buenos festeros de San Blas.
Sin condiciones, sin nada a cambio, sin hipocresías
y sin falsas tonterías, en San Blas todo el mundo, incluso
el imperfecto masculino y singular que escribe
estas líneas, es bien recibido. Después de reflexionar
me he dado cuenta de algo: al principio pensaba
que la culpa la tenía un gran amigo, gracias Paco,
pero al final servidor se dio perfecta cuenta que la
verdadera culpa o razón la tiene el carácter de unas
buenas gentes que hacen de las fiestas algo propio,
que consiguen con sus comidas o cenas, con sus almuerzos
o paellas, que todos, y digo todos en alto,
se sientan uno más de los festeros de San Blas. Bravo.
Y como servidor es quien debería haberles escrito de
gastronomía y fiestas y se ha perdido en amistades
y sensaciones, permítanme que les diga que en San
Blas se come y se disfruta de la gastronomía como
en pocos sitios de la urbe festero nacional. Quítenme
cocidos o paellas gigantes, no me hablen de
grandes fabadas para cinco mil personas o de malo
marisco en ferias populares, a servidor denle unas
estupendísimas tapas festeras, un buen embutido de
los comercios del barrio, una olleta preparada desde
la ilusión o un pedazo caldereta del mar elaborada
con paciencia y tino en cualquier Kabila o cuartel
y le habrán alegrado el espíritu para que el año que
viene, si me lo permite, les vuelva pedir que le lean y
que vivan con él su nueva pasión festera y su nuevo
barrio. Y además servidor alucinó con el compromiso
de sus comercios o establecimientos de Hosteleria…
y llegó a la conclusión de que están aquí porque
se lo merecen. Ellos no han elegido tener un negocio
en San Blas, es San Blas quien les ha elegido para
quedarse. De nuevo, bravo!!!
Servidor se despide y les promete que será el delgadito
con gafas que durante sus fiestas les preguntará
mil y una cuestiones sobre lo que comen y disfrutará
de su charla, de su amistad, de su inmensa acogida y
de sus fiestas. Disfruten señores que se lo merecen!!!.
Revista Cocina
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