(DIEZ AÑOS DE THE SONGS WE LOVE: 1006 ENTRADAS, CANCIÓN Nº 991)
El 14 de diciembre de 2002, justo al final del bis final de «Common People«, el cantante Jarvis Cocker se quedó en el escenario del Rotherham Magna Center y se dirigió al público con estas palabras: «Esta será la última vez que nos veáis por un tiempo. Pero quizás podamos encontrarnos de nuevo… ¿quién sabe?«. Se ponía así fin (hay algo profundamente jarviscockesiano en esa despedida, en la que ni acaba de cerrarse la puerta ni parece que se atreva a admitir que se acabado: podría ser una de sus letras sobre parejas abocadas a la rutina) a una de las trayectorias más singulares y brillantes de la historia del pop reciente.
La noticia había sido anticipada, de forma no oficial pero sí oficiosa, por todo lo acontecido desde la publicación de «We Love Life«, un disco claramente crepuscular (alguno/a se me va enfadar por esto que voy a decir, pero inferior a los geniales «Different Class» y «This Is Hardcore«) cuyo rendimiento en las listas británicas había sido menor del esperado. Por si eso no fuera suficiente, Jarvis y Steve parecían más centrados en sus propios proyectos (el primero de ellos ya se había aliado con Jason Buckle para el dúo de electroclash Relaxed Muscle, y en septiembre del mismo año se había prestado a colaborar en vivo con el nunca suficientemente ponderado Lee Hazlewood), y la teclista Candida Doyle se había ido a vivir a Maine.
Tampoco había tenido «Last Day Of The Miners’ Strike«, la canción inédita incluida en el recopilatorio «Pulp: Hits«, mayor repercusión que la estrictamente esperable entre la masa de devotos de Cocker y los suyos, pero sí que vale la pena detener la mirada sobre esta canción que se convertiría durante mucho tiempo (hasta la inesperada publicación de «After You«, ya en 2013) en el canto de cisne oficial de la banda. El origen, desde luego, es bastante singular: el grupo descubrió que estaban obligados contractualmente a aportar una canción nueva para el recopilatorio con el que Island quería reunir las canciones más brillantes de los británicos, y una vez asumida esa obligación, Jarvis se propuso componer una canción de la que pudiera sentirse orgulloso, y que desde luego no desentonara al lado de la infalible colección de hits que reunía el recopilatorio. En ese sentido, puede considerarse un objetivo fallido, y no porque la canción esté mal, sino porque después de un tracklist como aquel, cualquier canción de cierre estaba condenada a ser percibida como mero cebo para completistas. Además, el grupo se había propuesto cerrar el disco con una balada más calmada después de tanto hit pirotécnico, y a partir de un sample aportado por Candida de «South American Getaway«, una canción de Burt Bacharach (acabaría acreditado entre los autores del tema), desarrollaron este tema de contenido social y poso agridulce.
Vamos con la historia, pues: parece ser que una noche Jarvis soñó que había estado escuchando una canción de John Lennon sobre la huelga de mineros de 1984-85 que sacudió el norte de Inglaterra y las Midlands, en pleno thatcherismo. Lennon había sido asesinado en 1980, mucho antes de la huelga, así que aquello no tenía mucho sentido, pero aún y cuando en aquel momento Cocker estaba profundamente desencantado con la política, y le daba algo de reparo que sus canciones se interpretaran como un posicionamiento a favor de tal o cual, intuyó que aquella podía ser la canción que andaban buscando para cerrar la compilación de Island.
«Kids are spitting on the Town Hall steps and frightening old ladies.
I dreamt that I was living back in the mid 1980s,
People marching, people shouting, people wearing pastel leather.
The future’s ours for the taking now, if we just stick together«
Hay algo de nostalgia, curiosamente, por esa (dura) Gran Bretaña de la década de los 80, y la canción incluso consigue dibujar algunos rayos de esperanza sobre una huelga que, a menos en los términos de lo logrado frente a las políticas de Thatcher, fracasó en sus objetivos; quizás lo más interesante sea el modo en que Jarvis escribe sobre sí mismo, imbricando su propio itinerario personal con la historia reciente de su país.
«Well by 1985 I was as cold a cold could be,
But no-one was underground to dig me out and set me free.
87 socialism gave way to socialising,
So put your hands up in the air once more, the north is rising…«
Y ojo que aunque ese ritmo elegiaco como de himno de puño en alto (pero combustión lenta) podría llevarnos a pensar que se trata de una canción algo deprimente, el Jarvis de siempre sigue ahí: no hay más que prestar atención a versos como ese «en 1987 el socialismo dio paso a la vida social», o «Some joker in a headband was still getting chicks for free / And Big Brother was still watching you, back in the days of ’83«, un dardo que apuntaba a Mark Knopfler, ahí es nada. Con seguridad, no es la mejor canción de los Sheffield, pero un giro al final del tema aún aportará un elemento extra de interés: una invitación a vivir el presente y dejar atrás el pasado; al menos en ese aspecto, sí que podemos decir que esta canción funciona bien como una despedida…
«By now I’m sick & tired of just living in this hole,
So I took the ancient tablets, blew off the dust,
Swallowed them whole.
Oh come on, let’s get together,
Oh come on, the past is gone,
Well the very first Commandment:
Come on, come on,
Let’s get it on, come on let’s get it on.
Get it on. Get it on.«
*
Publicado en: Canciones EscondidasEtiquetado: 2002, Hits, Island, Pop, PulpEnlace permanente2 comentarios