Revista Cultura y Ocio
Este va a ser el post de lecturas encadenadas más breve de toda la historia del blog o puede que no. Como sólo he leído 3 libros en estos últimos 30 días (tengo uno a medias ahora empezado en septiembre pero según mis absurdas normas computará para octubre) puedo despachar el post en tres párrafos o dedicar 6 párrafos a cada libro.
Europa En Ruinas de Hans Magnus Enzesberger. Lunes 1 de septiembre de 2014, estoy sentada en el antiguo comedor de gala del Palacio Miramar de San Sebastián asistiendo a una estupenda charla de Fernando Cossio. Estoy concentrada y al mismo tiempo miro por la ventana y veo el mar y el increíble día de playa que hace. Pienso en que pasaré la tarde tumbada en la arena y empezaré el libro que llevo en la bolsa, "Europa en ruinas". Segundos después Cossio nombra a Enzesberger y alucino con estas casualidades cósmicas.
Europa en Ruinas es una recopilación de artículos e informes de periodistas y agregados a los ejércitos aliados (no aparece nada de los rusos por la censura) que recorrieron Europa entre 1944 y 1948 dejando testimonio del estado de ruina económica, social, cultural, emocional y sentimental del continente.
"Todos tienen en común que provenían de un mundo similar al nuestro: ordenado, normal, caracterizado por las miles de obviedades de una sociedad civil en funcionamiento."
Venían de una vida y una seguridad como la nuestra, hecha de pequeñas cosas que no apreciamos, que ni vemos. El orden y la normalidad arrasados por una guerra y por una paz. Lo más estremecedor no es la debacle económica, la pobreza, el vivir entre las ruinas o el hambre, cosas todas ellas de por sí terroríficas. Lo más horroroso es la ruina de valores, de referentes, de esperanza, de expectativas, de ilusión. La devastación más absoluta ha puesto fin a una guerra terrible pero ese final no es un sitio ni agradable ni esperanzador para vivir. Mientras había guerra, la gente soñaba con la paz... la paz, la victoria sobre los alemanes o incluso la derrota para los propios alemanes era una esperanza, una ilusión, una meta.
La paz termina con esa esperanza. No queda nada que esperar ni nada por lo que luchar.
Los italianos, retratados por Norman Lewis, con su peculiar carácter y manera de ver la vida, aparecen trapicheando con todo lo que pueden, incluso prostituyen a sus hijas de 13 años para tener con qué comer. Los franceses aparecen recuperando la vida en París tras la defensa heroica de la ciudad. Los polacos se ponen a reconstruir Varsovia desde cero tras haber sido diezmados por los nazis y haber terminado convertidos en un estado dependiente de Moscú. Holandeses, belgas...todos caminan sin rumbo en una especie de limbo gris y sin luz que no saben a dónde les lleva, ni siquiera saben si les lleva a algún sitio.
Lo peor sin embargo son los alemanes. Sus ciudades arrasadas, ellos destruidos como pueblo por ellos mismos. Todos niegan haber sido nazis y no haber querido la guerra... pero obviamente no es cierto y los periodistas que hablan de Alemania escriben con rabia sobre esta negación colectiva. La paz destruye a los alemanes como país y tienen que construirse desde cero intentando no ver el pasado pero ¿cómo no ver 15 millones de muertos? ¿Cómo no ver los hornos, las torturas, los campos de concentración? Es inevitable pensar que se merecían esa destrucción, esa desesperanza, esa ruina absoluta o pensar que no se lo merecían igual que tampoco lo merecían ninguno de los muertos y asesinados por los nazis durante la guerra. Pero estos testimonios de gente de a pié, me hacen ponerme en su piel y pensar en cómo sobreviviría yo a todo eso, a esa desolación, al hambre, al frío, a ver sufrir a mis hijas sin poder hacer nada.
"Hay refugiados tendidos en todos los escalones y uno tiene la impresión de que no levantarían la vista ni aunque sucediera un milagro en medio de la plaza; tan seguros están de que no sucederá ninguno. Se les podía decir que más allá del Caúcaso hay un país que los acogerá y entonces ellos reunirían sus pertenencias sin fe ninguna. Su vida es sólo una ilusión, algo ficticio, una espera sin esperanza, ya no sienten ningún apego por ella; sólo la vida continúa adherida a ellos, como un espectro, como un criminal invisible y famélico que los arrastra por las estaciones de tren tiroteadas, noche y día, bajo el sol y la lluvia; respira en los niños dormidos que yacen sobre los escombros, con la cabeza entre los bracitos consumidos, acurrucados como embriones en el seno materno, como si quisieran retornar a él." Max Frisch, Frankfurt mayo de 1946.
Peste y Cólera de Patrick Deville. Sobre este libro ( y algún otro que ya irá saliendo más adelante) también habló Cossio en su charla.
Es la biografía de Alexandre Yersin, un personaje del que desconocía por completo su existencia y que sin embargo tuvo una vida como para protagonizar varias películas de éxito y lo que es más importante todavía fue un gran científico al que debemos entre otras cosas el descubrimiento del bacilo de la peste.
Yersin era suizo y se quedó huérfano de padre, una celebridad de los insectos, muy joven. Cuando llega el momento de elegir dónde continuar sus estudios, marcha primero a Berlín y después a París, donde conoce a Pasteur. Yersin se cansará pronto de Paris y el mundo del laboratorio y consigue plaza como médico de a bordo en un paquebote que cubre la línea Saigon-Manila. Allí encontrará su lugar en el mundo. Explora, investiga, acaba instalándose, cultiva plantas que se hace traer de todo el mundo, cría animales encargados a Europa, tiene el primer coche de Vietnam, la primera avioneta. Todo le interesa: todas las plantas, los insectos, las costumbres de las tribus de la zona, descubrir nuevas rutas, nuevos parajes, explorar la astronomía. Pasa de una idea a otra, de un propósito a otro invirtiendo en todas ellas el mismo entusiasmo.
El estilo de Deville, como el de casi todos los franceses, es frío, cortante, quirúrgico. Es justo el estilo que le pega a una personalidad como la de Yersin.
De este libro y de Yersin he escrito un post en el Cuaderno de Cultura Científica de la EHU/UPV por si alguno tiene interés en profundizar en su historia.
Y en este libro tan interesante he descubierto una tontería de esas que sé que no se me van a olvidar, el origen del término "posh", pijo en inglés.
"En las líneas marítimas se inventa este año la palabra "posh", que más o menos significa dandy o alguien que está muy a la moda a partir de la frase "port out, starboard home" ("babor ida, estribor vuelta"), porque queda muy chic cambiar la borda en la que se ha reservado plaza en función de la dirección que sigue el navío, con el fin de disfrutar siempre a través del ojo de buey del camarote, tanto a la ida como al regreso, del paisaje cambiante de las cosas, cuando los otros, los que no son posh y no han previsto el truco, no ven más que agua."
"Como todos, Yersin procura hacer de su vida una bella y armoniosa composición.
Sólo que él lo consigue."
Saga de Tonino Benacquista. Hablamos de este libro en el viaje a Francia y, a la vuelta, Juan me lo dio junto con un montón de documentales y películas de la II Guerra Mundial que iremos viendo poco a poco.
Saga es una novela muy entretenida y parte de una premisa tan loca que es completamente cierta. Un directivo de una cadena de tv francesa se encuentra con la obligación de cumplir un mínimo de emisión de "producto nacional". Para solucionar este problemilla con el mínimo coste posible, contrata a 4 guionistas "mataos", cada uno de su padre y de su madre, para que escriban lo que les de la gana. Los únicos condicionantes son: que sea muy barato, 10 personajes y 4 decorados. Tienen que escribir 80 episodios de una hora de duración que se emitirán a las 4 de la mañana.
No voy a destripar la novela. Lo mejor es que las ideas alocadas que a Benacquista se le ocurrieron en 1997, ahora mismo, esas mismas ideas, nos parecen completamente aceptables en casi cualquier serie. Un profesor de química que se convierte en un mega traficante de metanfetamina cuando le diagnostican un cáncer, un avión que se estrella y sobreviven casi todos sus pasajeros en una isla dónde hay osos polares, números, chinos y humo; una agente de la CIA completamente loca enamorada de un marine absurdo. Ahora nos venden esas ideas envueltas en una producción maravillosa y espectacular, pero las ideas originales son igual de absurdas que las manejadas por los guionistas de Saga.
Ninguna idea es demasiado absurda si sabes contarla.
Saga es una novela muy divertida y refleja muy bien el mundo de la televisión y el maravilloso mundo de los guionistas y la "producción propia" pero de eso ya hablaré en otro post.
Un mes con sólo tres lecturas pero las tres muy recomendables. Y con esto y un bizcocho hasta las lecturas encadenadas del mes que viene.