Revista Arquitectura

Leendert van der Vlugt: casa Sonneveld

Por Jaumep

Leendert van der Vlugt: casa Sonneveld

Hay quien oye hablar de Racionalismo y saca lapistola. Este periodo de la Arquitectura Moderna se ha usado demasiadas vecescomo reacción contra todo lo que sucede hoy en día. Quien lo hace tiene unproblema. Un problema grave de ignorancia. Quien lo hace es, directamente, uncavernícola sin ningún tipo de perspectiva histórica: ni los arquitectos de esaépoca eran mejores que los actuales, ni ese tiempo era demasiado diferente delnuestro. Cosa que debería de hacernos sufrir, teniendo en cuenta que ese estiloestalla en un periodo convulso entre las dos peores guerras que ha conocido lavieja Europa en toda su historia.

De entrada, el Racionalismo no es un corrientepropositivo: es reactivo. Contra una arquitectura que se pretendíaexcesivamente elitista, aunque eso fuese mentida. Contra el periodo anterior auna guerra que representó el primer paso de nuestro paradigma actual. Contra,mal les pese, un estilo identificado con los antiguos regímenes. Sólo lastoneladas de post-teoría (glosas a las primeras teorías) convierten elRacionalismo en un movimiento propositivo. A través de dogmas, claro. Sólo lanecesidad absoluta, imperiosa, de construir una Europa completamente devastadapor los primeros bombardeos a gran escala de ciudades lo consolidan. Antes, ycomo mucho, se constituye como un movimiento burgués que busca laidentificación con un estilo concreto de una nueva intelectualidad. Un nuevoestilo, sin rupturas efectivas con el pasado, excepto por cuatro fotosdemasiado publicadas. Ninguno de los cinco puntos de la nueva arquitectura esnuevo. No hay inventos. Y sí toneladas y toneladas de propaganda.
Dicho esto, los años 30 son un periodoemocionante en toda Europa.
Nos situamos en Rotterdam, en el primer lustrode la década de los 30. Cinco años antes, en 1925, ha muerto prematuramenteMichiel Brinkman, arquitecto responsable de una firma potente de la ciudad, queha legado edificios excepcionales. Tiene un hijo, Johannes, de veintitrés años,ingeniero de la edificación de formación, que, por juventud, por inexperienciapersonal, es incapaz de ponerse delante del estudio. Se lo asocia a unarquitecto llamado Leendert van der Vlugt, de tan sólo treinta y un años,y la firmaBrinkman & van der Vlugt queda constituida. Uno de los mayores equívocos dela arquitectura del momento. Jamás existió tal firma, sino un Leendert van derVlugt proyectando casi en solitario con un Johannes Brinkman que, en el mejorde los casos, intenta hacerse un hueco con escaso éxito. Prueba de esto es quedespués de la muerte del primero, el segundo no hizo nada destacable.
Leendert van der Vlugt tiene tan sólo treinta ytres años cuando, en 1927, le llega el encargo de su vida: la fábrica vanNelle. Como no pude visitarla (tan sólo mirarla superficialmente por fuera)rehusaré decir nada sobre ella, de momento. Excepto que es una genialidad comopocas, afortunadamente en un estado de conservación perfecto. Brinkman notendrá ninguna contribución en ella, de modo que sólo puede ser atribuida a vander Vlugt en solitario… pero no del todo: para la ocasión va a fichar a uncolaborador de lujo. Mart Stam, con tan sólo veintisiete años, se incorpora alestudio para ayudarle. Ya ha viajado a la URSS y entrado en contacto con lasvanguardias locales: ya sabemos, entonces, de dónde salen las rampas. Y, através de ellas, buena parte de la arquitectura de OMA.

Leendert van der Vlugt: casa Sonneveld

Fábrica van Nelle. Leender van der Vluglt y Mart Stam, ayudante. Foto: Tomeu Ramis

 Las obras de la fábrica se alargarán tres años.Establecidas las bases del proyecto, uno de los dos directores de la fábrica,llamado H.A Sonneveld (ignoro a qué nombre pertenecen las siglas) le encarga sucasa, a ubicar en un pequeño barrio de viviendas unifamiliares situado al oestedel Westersingel, un canal perpendicular a la directriz del puerto que llegahasta casi la estación central de la ciudad y que, por tanto, organiza buenaparte del centro. El barrio y el canal están bajo el nivel del mar. La parcela limita al norte con laRochussenstraat, una arteria principal de la ciudad, y al oeste con una callesecundaria que le servirá de acceso. A este y a sur limita con otras parcelasque recibirán más vivienda unifamiliar de lujo. Tiene diversos centenares demetros cuadrados y es totalmente plana.
Van der Vlugt pegará la casa a laRochusenstraat, al norte, y dispondrá un cuerpo de dos plantas paralelo a ella,que contiene el garaje y algunas depencias de servicio. La vivienda de lafamilia Sonneveld se dispondrá mayoritariamente en dos plantas piso y unaterraza-jardín, con la sola excepción del recibidor y uno de los dos despachosdel cabeza de familia, que quedan en planta baja, en contacto con el jardín. La vivienda se abre a tres vientos y es casiciega a norte, tanto por el clima como por la propia Rochussenstraat y suintensidad de tráfico. La planta primera contiene la cocina, diversoscomedores y una gradación de espacios de estar que van del propio comedor a unpar de salitas y un segundo despacho abierto para el cabeza de familia. Unabiblioteca, algún baño, un office. Una ventana corrida a sur-oeste los organizacasi todos. A sureste una escalera de caracol conecta este sistema con eljardín de la planta baja. La cocina se dispone a norte, en el ala paralela a laRochussenstraat. En planta segunda:dormitorios para hijos a este, en el testero sur y parte del oeste, el de lospadres (en casas tan burguesas como esta podríamos llamarlo “el de matrimonio”,nombre que puede ser exacto pero que prefiero evitar porque las etiquetas sóloevitan que sigamos pensando). Los baños son aquí de lujo. No hay ventanascorridas: no serían cómodas. Más arriba, unaterraza-jardín.
Leendert van der Vlugt: casa Sonneveld

Y poco más. Estamos hablando no de un buen arquitecto, sinode un arquitecto excepcional. De un arquitecto desgraciado: se habla tan pocode él porque no tuvo tiempo de mucho más; el año 1936, a los 42 años, muere dela enfermedad de Hodkin. Es decir, de un cáncer de los ganglios linfáticos. 42 años es la edad que tenía Le Corbusiercuando inauguró la Ville Savoye. Son tres años menos de los que tenía EnricMiralles cuando muere. Apenas tres años más de la edad que tenía Terragnicuando, desencantado y asqueado, muere en alguna trinchera del norte de Italia(sólo sobrevive cinco años a van der Vlugt y el paradigma ya ha cambiado). Van der Vlugt no tuvo tiempo de casi nada. Y, aun así, nos legó el estadio del Feyenoord,algunas casas interesantes y la fábrica van Nelle. Más de lo que el 99% de losarquitectos hará en tres vidas. Celebrémoslo.  

La casa Sonneveld está en un estado deconservación óptimo. Casi obsceno. Parece como si, en cualquier momento, elpatriarca tuviese que llegar de su fábrica y pedir la cena. Una cena sobria,protestante, en familia, quizá en silencio después de haber bendecido la mesa.
Leendert van der Vlugt: casa Sonneveld

Este estado de conservación tan perfectopermite desmentir muchos tópicos respecto lo que hemos considerado que es elracionalismo. De entrada, el estilo no es internacional. Esperfectamente local. Y tiene que ver, sobretodo, con la cultura del país. La planta libre, una de las joyitas delMovimiento Moderno, tiene un origen religioso. Toda la pirotecnia técnica vienea posteriori. En efecto, el calvinismo se encuentra en la raíz de la sociedadholandesa. El “nada a esconder”. Las cristaleras de muchos metros cuadrados. Laausencia de cortinas. La transparencia física asociada a la transparencia decarácter. Un reflejo de lo que se quiere que sea su interior. La plasmación física de la transparencia, delnada a esconder, es la planta libre. No hay paredes portantes: tan sólo unospilaritos mínimos tras los cuales no es posible esconderse. La iluminaciónubicua, lámparas potentes colocadas en medio de las salas. Ninguna sombra. Pero van der Vlugt, y su cliente, Sonneveld, noson unos fanáticos: tan sólo unos hijos de su cultura. Por tanto, todo estemanifiesto se traduce en un sistema de espacios fuertemente interconectados enplanta piso. Pero no promiscuamente en contacto. Por tanto, aparecerá unasegunda planta de dormitorios… y aparecerán puertas. Puertas abatibles que sepueden cerrar cuando queramos intimidad. Y ¿Por qué dos plantas yno, pongamos, una planta baja binuclear con una zona de día y una zona de nocheperfectamente separadas, como cualquier buen arquitecto sabía hacer ya en esaépoca? La respuesta la encontramos en la culturaholandesa. Ésta propone casas compactas en ciudades compactas: todo Ámsterdamlo es. Las casas de Rotterdam también. Volved a Ámsterdam y mirad el centro conojos de arquiteco y no de turista: ¿por qué las casas están retorcidas? ¿Porqué muchas de ellas aparecen desplomadas, con ese aspecto tan pintoresco, apunto de caerse sobre el canal? La respuesta es curiosa: los almacenes debienes siempre estaban en la buhardilla, bajo la cubierta. Así el propietario dela casa fuese un comerciante de plomo. Y muchas de ellas quedaban retorcidaspor un centro de gravedad tan alto. La casa holandesa siempre ha tenido undesarrollo vertical: cuestión cultural, de nuevo. La casa Sonneveld también. Notiene una planta baja: tiene dos; la planta noble de la casa baja hasta elsuelo con la escalera de caracol exterior del jardín. Porque toca. Y lahabilidad del arquitecto la volverá bonita. Las habitaciones, arriba. Y, másarriba, la terraza-jardín: nada a perder. Máxima compacidad. Terreno liberado.Hedonismo. La casa no es un manifiesto. No se adscribeclaramente a una corriente teórica. No queda retorcida para encajar tal o cualestilema extraño. Van der Vlugt se limita a hacer una buena casa para alguienque la necesita. Y punto. Hijo de su tiempo, de sus circunstancias. Demasiadoocupado llevando un estudio que va a toda mecha, con obras grandes, con unprestigio a mantener. Alejado de corrientes teóricos que se están desarrollandoen su misma ciudad. A pocos metros de esta casa: no hay que olvidar que el Caféde Uniet, motivo de ruptura de Theo van Doesburg con Pieter Oud, está a menosde cinco minutos a pie. No hay que olvidar que de Stijl es un corrientelimpiamente holandés. No imagino, pero, a van Doesburg enfadándosecon van der Vlugt: no con alguien que se limitaba a ser un buen arquitecto. Nocon alguien que tan sólo quería producir casas extraordinarias.
Vamos al interior. Como en el caso de lasvillas de Le Corbusier, éste no es blanco. Ni neutro. Es, en este caso, unacaja lujuriante policromada con colores suaves, pacíficos, pensada para lacomodidad. No una máquina: un artefacto burgués. Una especie de mundo secreto,protegido por cuatro paredes blancas donde sólo destacan los huecos recortadossegún la lógica interior. Nueva contradicción respecto de los postulados delMovimiento Moderno: no se puede hablar de interior. Hay que hablar deinteriores. Los diversos espacios de la casa (habitaciones, de hecho) sedecorarán episódicamente. Los pavimentos de las plantas superiores serán demoqueta. Los colores de las moquetas cambian. Hay moquetas sobre moquetas. Perono en los baños ni en la cocina, por suerte. Las baldosas de los baños sondiferentes de las de la cocina. Las paredes se pintan de un blanco roto. Y notodas del mismo color. Ni tan sólo de una paleta de colores armónica yconsistente en ella misma. Cuando, en el estudio de la planta baja, elpropietario pidió un espacio para que las mujeres de la casa pudiesen bailar,se aceptó un pavimento de parquet que no está puesto en ningún otro sitio. Lacabecera de la cama principal está pintada en color oro. Las baldosas de losrevestimientos húmedos tampoco son las del suelo. Pero en la cocina sí. Quedamás mono. Y no pasa nada. 

Leendert van der Vlugt: casa Sonneveld

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Vistas del estudio en planta baja del cabeza de familia. Suelo de parquet para la danza. Los colores no tienen nada que ver con los del resto de la casa. 

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El comedor.

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La cocina con el office detrás.

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Uno de los estares con el despacho del primer piso al fondo. 

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El baño de los niños. 

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El baño principal.

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La habitación principal con la cabecera de la cama pintada de color oro.

No se puede pensar que esta descohesiónaparente es por culpa de un proyecto descontrolado. La casa se dibuja entera endetalle, con secciones y plantas constructivas de todas las estancias, aescalas grandes: 1/20 mínimo. El arquitecto lo ha controlado todo, y, deacuerdo con el propietario, lo ha querido así. La cohesión, lo que nosotrosentendemos por arquitectura, no se realiza por medios visuales. Estilísticos,en el fondo. Es narrativa. Tiene que ver con los diagramas de movimiento de lacasa.
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Diversos planos de detalle de algunas estancias de la casa.

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Detalles técnicos originales de la casa mostrando su altísimo nivel de control.

Vamos a la Ville Savoye: ¿todavía hay alguienque se crea el paseo arquitectónico? Donde Le Corbusier y sus seguidores hablande paseo yo digo “recibidor grande”. No hay movimiento continuo: hay un pedazode casa sobredimensionado para poderlo mostrar. Y nada más. Pensad en ello.Paseo arquitectónico es el Kunsthal, enseñado hace dos artículos: una sala deexposiciones temporales donde el movimiento es consubstancial al funcionamientodel edificio. En una vivienda no es así. En una vivienda losdesplazamientos son vectores. Cuando más cortos mejor. Estar-baño.Recibidor-estar. Estar-dormitorio. Jardín-cocina. Etcétera. Y estosdesplazamientos están personalizados: los hijos no entran en las habitacionesde los padres y viceversa. Diversos estares tienen diversos usuarios. En unacultura tan machista como esa, la cocina era patrimonio de las mujeres. El alade servicio, para el servicio. Etcétera. De modo que la cohesión en ladecoración, en los diversos elementos, no es realmente importante. Sí lo es elcontraste: un baño no es una cocina. Un estar no es una habitación. Unahabitación de hijos no es una de padres. Insisto: en esa vivienda. Y en muchasotras de esa época y de la nuestra. No dogmatizo: constato la manera de vivirde los propietarios de la casa. Pro tanto, calidad espacial, habitaciones dondese esté bien. Una cierta idea de globalidad: pasillos y escaleras atrayentes,un aire de familia. El resto, accesorio.
Importante: no estoy hablando de interiorismo.Estoy hablando de arquitectura. Arquitectura desperjudiciada, a medida.Arquitectura en mayúsculas, en suma. Las fachadas: todas blanquitas, con losagujeros bien puestos, una planta baja embaldosada con estudio en el testerosur. Una escalera comunicando el estar con el jardín. Alguna terraza. Muchastipologías de ventanas, de una corrida a oeste en el primer piso a un par devidrieras pasando por ventanas cuadradas, otras verticales en la escalera. Hay paredes que marcan el canto en la equina,deshaciendo volumen. Hay cantos matados y redondos en paredes o falsas paredesque se proyectan muchos metros arriba como una especie de proa. Hay paredescurvas. Esquinas que giran marcando volumen.
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Leendert van der Vlugt: casa Sonneveld

¿Qué son estas fachadas? He descrito unavolumetría producto de una relación concreta con la calle. Unos espaciosinteriores precisos y cuidados. Las fachadas son decoración. Juegan el papelque, en muchas casas contemporáneas, juega el interiorismo. Excepto que aquísería, por llamarlo de algún modo, exteriorismo. Se ha de sacar el interiorafuera. Cada uno de estos interiores impone un tipo de relación diferente conel exterior. Se han de impermeabilizar, parar el so, etcétera. Se ha de jugarcon una volumetría prefijada. La manera de hacerlo es decorando. Donde lasventanas quedan cerca de una esquina, ésta se deshace. Donde se pueden alejarun poco se marcan. Si la terraza de la planta primera y la de la planta segundatienen características diferentes se maquillan para que parezcan iguales. Si serequiere una escalera se pone. Van der Vlugt es muy buen arquitecto. Y lesobra talento para el diseño. Que es lo que, en este caso hace: diseñar. Sinconcepto. Sin una idea platónica de casa que se tenga que encajar en esta casaconcreta. Sencillamente toma lo que hay y lo hace bonito. Muy bonito.
Con todo esto ya tenemos la casa.
En este artículo no he pretendido otra cosa queenseñar una buena casa, que me ha hecho disfrutar de la arquitectura. Que me hahecho morir de envidia por todo: por el encargo, por el cliente, por elresultado final. Ahora, es importante esta estricta visión contemporánea. Esimportante tenerla en el mismo plano que cualquier otra arquitectura queconozcamos y nos guste, desdramatizando su estilo, su época, su prestigio. Es,tan sólo, una buena casa producto de otras circunstancias. Y como tal la hemosde querer, si nos interesa hacerlo. El resto, fetichismo.
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