Cuando eres poco conocedor de vinos crees que te resultará difícil detectar si un vino está malo o no y te da miedo incluso que te la puedan colar. La verdad es que los olores y sabores más comunes cuando una botella no está buena son fácilmente detectables. Te enumero a continuación las tres más comunes:
- Olor a vinagre. Un olor que todo el mundo detecta al instante. Se debe a un exceso de ácido acético y suele darse por una mala elaboración del vino. Su característico olor echa para atrás de inmediato.
- Sabor y olor a corcho. Es también un olor muy característico. Es olor a corcho mojado o a moho.
- Sabor a madera. Un vino que cuenta con color poco brillante, con tonos amaderados, planos y débiles. En sabor suele dar un exceso de sabor a madera y a veces incluso agridulce.
Existen otros defectos solucionables mediante la decantación como son los posos (a quien les llama “defectos” pero la mayor parte de las veces son características del vino y muchas veces, virtudes). Personalmente pienso que es lo más rico que hay porque está dulcecito ¡Es uva al fin y al cabo!
Además de los anteriores mencionados existen otra serie de defectos a conocer y fácilmente reconocibles.
- Gusto y olor a huevo podrido, a caucho y a vegetal en descomposición.
- Precipitación de cristales por cambios bruscos de de temperatura. Aunque no lo parezca, es visualmente muy fácil de detectar.
- Sabor a metálico por lo cual se altera el sabor debido a altos contenidos metálicos y enturbiamiento por metales.
En estos los tiempos que corren es difícil que te salga un vino malo (a nosotras rara vez nos ha pasado, y la mayor parte de las veces ha sido cuando la botella estaba ya abierta) y es más probable que ese vino que compraste el otro día esté en perfectas condiciones. Y recuerda, antes de desecharlo, prueba a decantarlo (verte el contenido de la botella en una licorera) pues suelen solucionar lo que a priori pueden parecer defectos del vino.
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