Me voy de Erasmus. ¿Crónica de una muerte anunciada?
Al principio, te inquietas un poco. ¿Será verdad lo que dicen de la famosa beca? Piensas en tu pareja en el extranjero, conociendo a otras personas, saliendo de fiesta y recuerdas todas las historias para no dormir que te han contado tus amigos.
Pero no importa, vuestro amor es fuerte, puede aguantar unos meses de separación. Hablaréis todos los días por skype y mantendréis la llama hasta que el otro regrese.
1- Lo que vives tú:
Os despedís en el aeropuerto, llenos de ilusiones, lágrimas, promesas y abrazos. El avión se eleva, mientras tú lo contemplas con la mirada temblorosa. Estar unos meses separado/a de tu pareja será duro, pero también es bonito echarse de menos.
Tal y como habéis acordado, dedicáis un rato de vuestras noches a conversar por skype, contaros las experiencias que vais viviendo y recordándoos lo mucho que deseais volver a veros. Poco a poco, tu pareja pasa de contarte lo solo/a que se siente y lo raro que es todo, a hablar de invitaciones, cenas, fiestas y nuevos amigos. ¡Qué bien se lo tiene que estar pasando!, piensas, con un puntito de miedo y envidia. Eh, a ver si te vas a olvidar de mí, le dices, medio en broma, medio en serio.
Con el paso de los días, vas notándole un tanto distante, incluso con cierta prisa a la hora de terminar las conversaciones contigo. Un día, estará demasiado ocupado, demasiado cansado o tendrá demasiadas cosas que hacer, o mucho que estudiar y no podrá hablar mucho tiempo.
Y tú, que aguardas todos los días ese momento de la noche para poder hablar con tu pareja – a fin de cuentas, tú estás en el mismo sitio y haciendo la misma vida de siempre – empiezas a mosquearte. Tu pareja se disculpa, da explicaciones, alega que todo es muy nuevo y aún no se consigue organizar y promete que sigues siendo el amor de su vida, pero que tienes que ser un poquito comprensivo con sus circunstancias.
La cosa sigue, más o menos igual.
Hasta que llega la debacle. De repente, te dice que ha besado a otra persona en una discoteca. O que se siente atraído/a por alguien de su grupo. O que está confuso. O que tiene dudas. O que la distancia es muy difícil.
O la más habitual: necesito un tiempo.
2- Lo que vive tu pareja
Se despide en el aeropuerto, lleno/a de ilusiones, lágrimas, promesas y abrazos. Yo no seré como los otros, mi relación es más fuerte que el Erasmus, piensa. El avión se eleva y mira hacia abajo, buscando el puntito imposible de ese amor que esperará su vuelta. Será duro estar separados, pero no puede evitar sentir cierta excitación con respecto a la aventura que le espera.
Adaptarse a un nuevo entorno, lejos de la protección familiar y de las cosas de siempre, supone un reto. Es emocionante – y da un poco de miedo- sentirse libre, sin tener que dar explicaciones y conociendo a personas que están en la misma situación- Pronto, tendrá una nueva y vibrante vida social y esas conversaciones por skype con la pareja, empiezan a parecerle un poquito pesadas.
Nadie sabe de lo que es capaz, hasta que tiene la libertad de hacerlo.
Empieza a pensar que esta etapa de su vida no volverá nunca y a sentir que algo ahí dentro que le mueve a buscar y vivir esas nuevas experiencias sin pensar en las consecuencias. Es como un niño goloso en una pastelería: quiere probarlo todo.
Desgraciadamente, no puede explicarle nada de esto a la pareja. Y empieza a no saber muy bien cómo compaginar esa relación lejana que ya cada vez le apetece menos y las cosas tangibles y reales que se están abriendo ante sus ojos.
Ya no es la misma persona que decía adiós en el aeropuerto, con el convencimiento de que ni la distancia, ni las tentaciones del Erasmus, acabarían con un amor tan grande.
Sus buenas intenciones chocan contra la distancia y sus veintitantos llenos de vida, energía y ganas de novedades.
Y vienen las terceras personas…y las confusiones.
3 - Lo que vivís ambos
Lo cierto es que cuando la pareja va a vivir unos en meses en el extranjero, tendrá retos y experiencias totalmente nuevas, que le cambiarán para siempre.
La persona que se queda no afronta esta evolución, por lo que muchas veces no entiende que las promesas y los mejores propósitos fueron sinceros para la persona que se marchó, pero no para la persona que regresa y que ya no es la misma.
Pero si la relación no aguantó unos meses de distancia, entonces ¿es que no me quería lo suficiente?
No, necesariamente.
Puede que tu pareja estuviera enamorado o enamorada, pero también es una persona muy joven, que está viviendo por primera vez de forma independiente y que probablemente, en este estadio de su vida, está empezando a descubrir quién es, qué le gusta y qué quiere, sin los condicionantes de lo que sus padres o su pareja esperen de él o ella.
Para ti es más duro: tú has permanecido estático, tus sentimientos y tus proyectos siguen siendo los mismos, porque tú eres el mismo.
Es díficil asimilarlo y tendemos a pensar que la ex pareja transformada por obra y gracia del Erasmus en realidad nos mentía, no sentía lo suficiente, o se ha destapado como un mal bicho traidor. En realidad, lo que hemos visto es a un ser humano en formación, que acaba de estrenar su libertad y que se ha dado cuenta de que hay muchas maneras de sentirse vivo y de ser feliz, más allá de la relación de pareja contigo. Ha pasado de ver el mundo a través de una rendija, a abrir todas las puertas de golpe, dejando pasar toda la luz. Y pudiendo elegir, ya no te ha elegido a ti.
Al regreso, pueden pasar dos cosas (obvio): que todo se acabe o que se determine seguir, intentado pasar por alto las confusiones y los tiempos solicitados. Si estás en el segundo caso y habéis decidido rescatar la relación, recordad: lo que pasa en Erasmus, se queda en Erasmus.
Y por demás, vivir en el extranjero, siendo joven y libre, es una experiencia increíble que efectivamente, te transforma. Quizás, antes de condenar sus maléficos efectos, podrías plantearte verlo por tus propios ojos.