Fue una de esas catas donde además de probar los vinos, tuvimos la oportunidad de aprender verdaderamente de vinos, cosa que es muy diferente.
Este viticultor (la palabra Vigneron creo que se ajustaría aún mejor) es de esos tipos que andan desde siempre por el mundo del vino alejados de los grandes focos mediáticos, pasando lo más desapercibidos posibles a las webs y redes sociales, de esa gente que trabajan en voz baja, inculcando una forma tradicional de labrar la viña y elaborando un estilo de vinos que parece siempre ir a contracorriente de lo que manda la inmediatez del mercado.
Produce sus vinos bajo la DO Rías Baixas y sus viñedos se encuentran en la Subregión del Condado de Tea, sobre las laderas del Río Miño en el tramo final de su camino al mar. Siempre elaboró albariños. En sociedad al principio, algunas marcas reconocidas tuvieron su sabiduría detrás (Morgadío y Lusco), pero desde hace algunos años decidió hacer camino en solitario y lanzó su marca al ruedo, Tricó, nombre que se utiliza en algunas aldeas gallegas para llamar al hijo tardío, que llega varios años después de sus hermanos mayores. Un nombre por demás de acertado.
Y porqué decidimos escribir sobre los albariños de José Antonio López? Qué los diferencia de otros muchos elaborados en las Rías Baixas? Sencillo. Porque podría decirse tranquilamente que elabora vinos de guarda. Son albariños pensados para beberse unos cuantos años después de su cosecha (si uno es capaz de vencer la ansiedad por descorcharlos, claro está).
Para que se den una idea, actualmente se está comercializando la cosecha 2011 de su etiqueta más emblemática. Cuatro años después de la vendimia acaba de salir al mercado su TRICÓ 2011. Pero lo que más interesante del asunto, porque convengamos que elaborar blancos de guarda no sería ninguna cosa innovadora, es que se trata de un albariño fermentado y criado única y exclusivamente en acero inoxidable. No tiene contacto con madera y no se somete a ningún tipo de corrección. Solo el potencial y la expresión de la uva albariño en la región donde crecen y desarrollan las vides, se encierran y dan longevidad al vino en la botella.
Nos gustaría dejarles algunas pinceladas que pude anotar durante su charla porque creo que ilustran perfectamente su filosofía de trabajo y la forma de entender el viñedo.
Cuenta con los viñedos más altos de la DO (350 msnm) plantados sobre suelos muy pobres de granito descompuesto y arena en superficie. Obtiene unos rendimientos que no superan los 7.000 u 8.000 kg/ha (que está muy por debajo de los rindes medios de las Rías Baixas).
No utiliza herbicidas, solo aplica abono orgánico y nunca riega. Según sus palabras “Es una locura regar la viña en Galicia”. Considera que “lo más importante a la hora de elaborar un vino es el respeto por la tierra”.
Nunca corrige los vinos. Cree que “Los vinos son longevos por naturaleza” y que “Cada añada tiene su personalidad, por eso mis vinos son siempre diferentes”
También dice, sin que se le mueva un solo pelo, que “Los vinos serios no se consiguen con las levaduras seleccionadas”
Busca longevidad en botella y hacer vinos de largo recorrido, por eso no trabaja las lías ya que le quitan acidez y vivacidad.
En lo personal, consideramos que no hay nada mejor que uno pueda hacer para conocer a un viticultor que probar sus vinos. Y comprobar si efectivamente ejerce lo que predica, y así lo hice.
Tuvimos la suerte de experimentar una cata vertical de tres añadas diferentes de su etiqueta más conocida (TRICÓ 2010, 2011 y 2012) y además probamos la añada 2012 de NICOLÁS, su vino de pago (o parcela) que solo sale los años que el viñedo alcanza una calidad excepcional.
TRICÓ 2010 (13,5% Vol). Precio: 13,30 euros
Amarillo levemente dorado con tintes verdosos. Limpio y brillante. Glicérico, de piernas gruesas...Aromas complejos y de volumen alto. Al principio mostró notas de frutas maduras bien mixturadas con hierbas frescas y cítricos sobre un fondo mineral. Luego, con tiempo en copa aparecieron notas de cenizas y piedras.En boca resultó soberbio. Aún tiene mucho nervio. Fresco y filoso. Acidez media alta perfectamente balanceada con su textura grasa y untuosa. Final amargoso interminable...
Según leí por ahí, su mejor cosecha y mejor vino hasta ahora. Mi opinión es que aún tiene vida para rato. Una joya para tener bien guardada.
TRICÓ 2011 (13,5 % Vol). Precio: 13,30 euros
Es la cosecha que está actualmente en el mercado y según su creador no fue tan buena como la 2010. Yo no estoy tan de acuerdo con eso.
En copa mostró un color más dorado, como si fuese más longevo que su hermano mayor. Glicérico, limpio y brillante.Nariz más joven, remolona al principio, floral y frutas tipo duraznos o damascos. No era su mejor perfil, pero al final de la cata había mejorado radicalmente, parecía otro vino. Mucho más vivo, fresco y expresando aromas a limones por doquier. Me encanta que los vinos me sorprendan de esa forma!En boca resultó algo más ligero que la 2010, fresco (acidez media) y dominado por notas cítricas más maduras. Final amargoso exquisito.
Mi opinión poco profesional es que está buenísimo y estoy seguro que va a seguir creciendo con la estiba (compraría un par de botellas y las guardaría algunos años más).
TRICÓ 2012 (13,5 % Vol)
Esté aún está en la bodega, descansando, esperando su mejor momento.
En copa mostró un tono amarillo pajizo y tintes verdosos. Limpio, brillante. Glicérico.Nariz explosiva, más jovial que los anteriores. Se lo nota joven porque sus aromas eran bien limpios y nítidos con notas de manzanas verdes, cítricos y tropicales. Le faltaba esa complejidad que da la botella.En boca resultó franco y mostró su juventud. Directo, vertical, filoso, mineral. Final amargo típico del cepaje.
Mi opinión es que le falta madurar. De hecho al final de la cata fue el que más cualidades había perdido de los tres. Pero sigue el perfil de su creador y aún tiene un largo camino por delante.
NICOLÁS 2012 (14 % Vol). Precio: 20 euros.
Vino de finca que solo se elabora en años excepcionales. Un capricho del enólogo por decirlo de alguna manera. Y sí, leyeron bien, tiene 14 graditos.
Amarillo pajizo con tintes verdosos, brillante y limpio. Piernas gruesas, largas, lentas...
Nariz increíblemente mineral y de volumen medio. Aparecen también notas cítricas y algo de fruta tipo ananá en el fondo.
En boca es voluminoso, carnoso, estructurado, amplio. De esos vinos que parece que se pueden masticar. Impacta con su frescura (acidez media alta) al entrar en la boca y balancea perfectamente su poder. Sabe a piedras mixturadas con limones... es raro, pero exquisito. Diferente a todo lo que he probado hasta ahora en albariños. Un blanco soberbio que mantiene su alma intacta.
Mi opinión: siendo la misma cosecha, a diferencia del vino anterior, este ya se puede beber perfectamente. Claro que es una pena hacerlo ahora. Es increíble ver cómo se expresan de manera distinta las vides de una finca en particular.
Definiría este vino con palabras sueltas: es terruño, viñedo, trabajo, profundidad, raíz, granito...un vino para aplaudir.
No me gusta sentarme a escribir una nota inmediatamente después de haber probado un vino que me ha gustado mucho, porque es muy difícil mantener la poca objetividad que puedo tener, y termino escribiendo más con el corazón que con la cabeza. Por eso prefiero decantar la cosa y recordar con más calma y menos excitación lo que ese vino verdaderamente me transmitió el día que lo disfruté, más allá de las propias notas de cata.
Con estos vinos les juro que hice lo mismo, estoy escribiendo casi dos semana después de la cata, pero la verdad es que no puedo quitarme el corazón del cuerpo, para qué les voy a engañar amigos.
Cosas que me generan los vinos, qué le voy a hacer.
*Nota publicada en la revista Vinarquía Nº3
Gracias por leernos,Salute, Rumbovino.Difundiendo la Cultura del vino y en favor del consumo responsable