Revista Expatriados
En esta bonita foto familiar hay dos Primeros Ministros de la India y tres Presidentes del Partido del Congreso
Cuando uno pertenece a una dinastía, follar se convierte en un deber y en un acto de riesgo. No sabes lo que puede salir de ese polvo. La Ley de Murphy dice que por cada espermatozoide ganador que lleve los genes de Carlos III hay tropecientos mil más que llevan los de Fernando VII. La democracia precisamente se inventó para evitar que los destinos de las naciones dependieran de un casquete mal echado. Lo que no previmos fue que las antiguas dinastías reales encontrarían la manera de reinventarse en el nuevo sistema como dinastías políticas.
Hasta ahora la dinastía Nehru-Gandhi ha tenido una suerte con la genética que ni ellos mismos se la creen. Motilal Nehru fue un abogado notable y un político influyente en el Partido del Congreso. Su hijo Jawaharlal Nehru fue el primer Primer Ministro de la India, un auténtico gigante de la política y uno de los creadores de la India moderna. Su hija Indira Gandhi, aunque careciera de la amplitud de miras del padre, también fue un monstruo de la política. Cuando fue asesinada, tuvo que tomar el relevo su hijo Rajiv, un piloto de avión que nunca se había interesado por la política. Pero Rajiv era un hombre inteligente y con un fuerte sentido del deber y respondió a lo que se esperaba de él con cierta habilidad. Rajiv Gandhi fue asesinado en 1991 y, como sus hijos eran menores, el testigo pasó a su viuda Sonia, una ex-azafata italiana. Hasta ahí tuvo suerte la dinastía Nehru-Gandhi, porque Sonia resultó ser una mujer con autoridad, destreza y buen sentido político. Ahora ha llegado el momento de pasar el relevo al hijo de Rajiv, Rahul Gandhi, y algunos se están preguntado si la suerte genética no se le habrá terminado ya a la dinastía.
Buscando en internet sobre la vida de Rahul Gandhi antes de entrar en política me ha llamado la atención la de informaciones no contrastadas que circulan por la red. Que si empezó sus estudios en St. Columba’s School en Nueva Delhi y luego, tras el asesinato de su abuela Indira Gandhi y por motivos de seguridad, pasó a estar escolarizado en casa. Que no, que después de St. Columba´s estudió en The Doon de Dehradun, donde le admitieron porque su familia había donado dinero. Que si ingresó en Harvard para estudiar económicas gracias a que era un buen deportista. Que si se doctoró en filosofía en la Universidad de Cambridge, que si fue en económicas. Que si tiene una novia española nacida en Colombia y cuyo padre es un empresario. Que si la novia es colombiana y el padre es narcotraficante. Que si la tuvo, pero ya no la tiene, porque en realidad las mujeres no le ponen tanto… Tampoco su vida profesional a.p. (anterior a la política) es mucho más clara: trabajó de consultor estratégico para Monitor Group en Londres y fue uno de los directores de Backops, una compañía de Mumbai dedicada a la externalización tecnológica. No tengo claro lo que hizo realmente en ninguna de estas dos compañías ni si fue el profesional exitoso que intenta vender que fue. Posiblemente, no. Si yo estuviera en Londres de consultor ganando una pasta gansa, ¿de qué me iba a meter en la jaula de grillos que es el Partido del Congreso? En fin, que del Rahul Gandhi persona (o sea no político) lo único que sé a ciencia cierta es que le preocupa mucho el tema de las calorías y siempre toma coca-cola light.
En 2004 Rahul Gandhi entró en política como entran los vástagos de las dinastías políticas: por arriba y en circunscripciones facilitas. Su bautismo de fuego fue en las elecciones a la Lok Sabha (Parlamento) en el distrito de Amethi en Uttar Pradesh, donde se presentó al puesto que solía ocupar su madre. El distrito estaba bien escogido: desde 1980 había estado votando por el Partido del Congreso elección tras elección. Su juventud y el aura de los Gandhi le dieron una abultadísima victoria: el 66% de los votos y casi 300.000 más que el segundo más votado.
En 2007 a Rahul le dieron un papel protagonista en la campaña electoral del Congreso en las elecciones provinciales de Uttar Pradesh. El encargo esta vez no era fácil, porque Uttar Pradesh venía resistiéndole al Congreso desde comienzos de los 90. Esta vez no hubo juventud ni aura que valieran: el Congreso sólo consiguió 22 de los 403 escaños en juego y el 8,53% de los votos, perdiendo 3 escaños con respecto a las anteriores elecciones. Lo bueno de pertenecer a una dinastía política es que lo hagas bien o mal, te promocionan. A los cuatro meses de la derrota en Uttar Pradesh le dieron la secretaría general del partido y le pusieron al frente de las juventudes del Congreso y del Sindicato Nacional de Estudiantes de India (NSUI). Para entonces Rahul tenía 37 años, pero un político es joven todo el tiempo que le dé la gana.
Rahul asumió el puesto con un cierto candor buenista que me recuerda a determinado ex-Presidente del Gobierno español. Prometió que las organizaciones estarían abiertas a todos, siempre que reuniesen las condiciones, y que habría más jóvenes en las instancias de poder del Partido. También trató de reclutar talentos para crear un think tank que transformaría a las juventudes. A ver, Rahul, reflexiona un momento: llegaste a dónde llegaste por ser hijo-nieto-bisnieto de quien eras y… ¿quieres que nos creamos que vas a reformar el Partido para que nunca llegue al liderazgo un indocumentado como tú?
Al comienzo el tirón de Rahul hizo que se adhirieran muchos nuevos miembros, pero pronto se vio que tener muchos miembros en las juventudes no se traducía necesariamente en tener muchos votos en las elecciones. Además estaban los decepcionados, los que vieron que en las juventudes del Congreso seguían haciendo falta dinero y padrinos para medrar. Y de lo de conseguir que los jóvenes se hicieran hueco en las instancias decisorias del Partido… tienen tiempo y pueden esperar, debieron de pensar sus mayores y les hicieron una pedorreta. La periodista Aarthi Ramachandran, que ha escrito una biografía de Rahul, afirma que su problema fue abordar las juventudes del Congreso como si fueran una compañía en problemas a la que se le pudieran aplicar las fórmulas de los másters de empresariales y no entender que el Congreso es una maquinaria pesada que se mueve según mecanismos que llevan aplicándose décadas.
Poco a poco empezó a surgir la inquietud en el Congreso. Rahul era muy guapo y muy majo, pero no acababa de crecer políticamente. Seguía siendo tímido y reservado y los genes de liderazgo y carisma que hubiera debido legarle su abuela Indira, brillaban por su ausencia. Los mal pensados dicen que esos genes en realidad los heredó todos su hermana Priyanka que es la que hubiera debido recoger el testigo de los Nehru-Gandhi.
Las elecciones provinciales de este marzo en Uttar Pradesh parecían una buena oportunidad para relanzar su carrera política. Con sus más de doscientos millones de habitantes y sus 403 escaños, podían servir de banco de pruebas de cara a las elecciones nacionales de 2014, en las que Rahul posiblemente sea el candidato del Congreso. Se le encargó la campaña electoral del Congreso y hay que reconocer que se entregó a fondo y trabajó con denuedo. Desplegó todo su encanto para atraerse a la población pobre y rural de la provincia. Lo que logró fue que las clases medias que sí que votan al Congreso le dieran la espalda, mientras que los pobres y los campesinos votaban al Partido Samajwadi que es de la provincia y además defiende una clara ideología socialista y no la cosa descolorida que defiende el Congreso. Al final el Congreso quedó en cuarta posición con 26 escaños, cuatro más que los obtenidos en 2007 cuando Uttar Pradesh le dio su primer revolcón a Rahul.
Si esta entrada versase sobre un político normal, terminaría con un párrafo describiendo su salida precipitada por el desaguadero de la Historia. Pero la gracia de la genética es que le tengo que poner un “continuará”, porque probablemente sea el candidato del Partido del Congreso en las elecciones nacionales de 2014. Y es que no hay como nacer con los genes adecuados.