Revista Coaching

Los desastres del amor

Por Soniavaliente @soniavaliente_

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Una amiga le comentaba con preocupación un escándalo ocurrido en su instituto. No, no era el enésimo lío entre profesores. Era peor. Era un lío entre alumnos, entre menores. Hasta ahí todo normal. O casi. La precocidad sexual entre los jóvenes es algo que aún le continúa abracadabrando pero no por ello debe mirar hacia otro lado.

Los jóvenes cada vez se inician antes en el mundo amatorio, de los sentidos, y comienzan a experimentar sin conocer muy bien su propio cuerpo o, lo que es peor, a ellos mismos. Y, claro, aprenden a lo bizarro, a pecho descubierto. ¿Recuerdan su primer beso, su primera vez, su primera ruptura? Parecía que se iban a morir. Con la edad, una descubre que nunca se muere. Pues bien. Imaginen eso mismo con 13 años. Miedo, torpeza, incertidumbre. Y redes sociales.

La primera vez de aquella niña, quien conoció al guaperas del insti por Tuenti, en boca de todo el mundo. De su mundo. De todo lo que importaba: su ámbito académico, escolar, de influencia. Fue objeto de burla. Y las fotos que intercambiaron los chavales fueron de móvil en móvil por virtud del whatsapp. Quienes hicieron correr como la pólvora las fotos subiditas de tono de la menor desconocían que estaban incurriendo en un delito. Poca gente lo sabe. Un hecho que le recuerda vagamente al de Olvido Hormigos pero en aquel caso se trataba de una mujer hecha y derecha.

Los desastres del amor

Las consecuencias: terribles. La niña se niega a acudir ir al centro escolar y casi puede dar por perdido el curso a pesar de tener un expediente sin mácula. No es la única, según un estudio del Instituto Universitario de Criminología y Ciencia Penal de la Universidad de Valencia, 7 de cada 10 adolescentes sufren acoso o agresiones a través de Internet. De los encuestados, el 91% reconoció haber mantenido conductas inadecuadas, el 52% haber realizado cyberbulling y el 59% haberlo recibido. Por no hablar del sexting, el chantaje con fotos de carácter sexual.

En el amor todos aprendimos a golpes. Si al menos no pueden prevenir a sus hijos de los desastres del amor -que levante la mano quien se declare inmune- al menos sí pueden alertarles de los peligros de la red. Ella intenta hablar con su sobrino de 14 que, por supuesto, niega la existencia de semejantes fotos. Ella le cree. Por eso le dice: “Cariño, haz caso a tu tía. Que jamás se te vea la cara”.

 


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